Este año, más de 300.000 estudiantes, docentes y egresados de la Universidad de la República (Udelar) estaban habilitados para votar en las elecciones universitarias (de carácter obligatorio) para elegir a los integrantes del Consejo de Facultad, el principal órgano de conducción de cada servicio, que es presidido por el decano o la decana y a su vez se compone por cinco docentes, tres egresados y tres estudiantes. La Facultad de Información y Comunicación y la de Artes fueron las únicas comunidades educativas que no votaron, porque ya eligieron sus autoridades. Tampoco eligieron representantes los estudiantes de la Facultad de Odontología, que lo harán más adelante.
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Entre las 8.00 y las 19.00, colocaron una lista en la urna más de 220.000 personas en todo el país, según los datos publicados por la Corte Electoral en horas de la noche, cuando todavía faltaban cinco circuitos por escrutar.
El rector de la Udelar, Rodrigo Arim, manifestó preocupación por los cambios sobre los votos observados y cómo podrían repercutir en “el nivel de concurrencia”, ya que “históricamente la Udelar ha tenido un nivel de votación muy alto en las elecciones universitarias”. Este año la Corte Electoral no permitió el voto interdepartamental, por tanto, sólo se pudo votar dentro del departamento indicado en el padrón. Hasta el 27 de setiembre, sin embargo, se habilitó un período para solicitar el cambio de departamento en la web de la Corte Electoral.
En relación a ello, Arim explicó que muchos estudiantes de la Facultad de Medicina están haciendo su residencia en el interior del país, pero que se enteraron de la localidad que les tocó después de vencido el plazo para solicitar el cambio de departamento.
Por otro lado, destacó que “este es el primer acto democrático después de la pandemia, con características más tradicionales y apegadas a lo que es una votación de estas dimensiones”. Asimismo, dijo que vivió la jornada electoral “con alegría”, porque “la democracia universitaria es un componente inseparable de nuestra historia”, por la vuelta a la presencialidad y porque “un acto electoral es una fiesta, es un espacio de discusión democrática y también de confrontación democrática con reglas del respeto mutuo”.