La pandemia de COVID-19 dejó una herida que Brasil todavía no logra dimensionar por completo. Entre 2020 y 2021, más de 284.000 niños y adolescentes brasileños perdieron a sus padres, abuelos u otros cuidadores principales a causa de la enfermedad.
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De ellos, 149.000 quedaron huérfanos de padre, madre o ambos, según un nuevo estudio elaborado por investigadores de Brasil, Estados Unidos y el Reino Unido.
Las cifras, publicadas esta semana, reflejan una tragedia silenciosa que excede el número de muertes y alcanza la estructura social misma del país. “El impacto del COVID-19 en la infancia brasileña no se mide solo en pérdidas humanas, sino en vidas fracturadas y futuros interrumpidos”, resume el informe, que subraya cómo la crisis sanitaria amplió desigualdades históricas y dejó a miles de menores en situación de vulnerabilidad extrema.
Huérfanos del COVID
El estudio detalla que la mayoría de los niños huérfanos pertenecen a familias de bajos ingresos, cuyos adultos trabajaban en sectores esenciales —limpieza, alimentación, transporte— y no pudieron aislarse durante los momentos más críticos de la pandemia. La exposición fue mayor en comunidades periféricas, donde el acceso a servicios de salud era limitado y las medidas de prevención insuficientes.
“Identificamos casi 500 huérfanos solo en Campinas, y las solicitudes de custodia se multiplicaron en plena pandemia. Faltó asistencia del Estado y acompañamiento psicológico”, señaló la fiscal de justicia Andréa Santos Souza, quien trabaja con familias afectadas por el COVID-19 en el estado de São Paulo.
Sin la presencia de padres o cuidadores, muchos niños fueron separados de sus hermanos, quedaron bajo tutela de familiares mayores o fueron empujados hacia situaciones de riesgo: explotación sexual, adopciones irregulares o inserción laboral precoz.
Una deuda de Brasil
Los investigadores advierten que, pese al fin formal de la pandemia, la crisis social derivada sigue activa. No existen programas públicos capaces de responder al tamaño del problema. Los huérfanos del COVID-19 no figuran como una categoría prioritaria en las políticas sociales brasileñas, y la falta de coordinación entre estados y municipios deja amplios vacíos de atención.
“El país necesita reconocer la dimensión social del orfanato causado por el COVID-19 y asumir una política nacional específica para esos niños”, señala el informe, que recomienda un registro federal de huérfanos, acompañamiento psicológico y apoyo económico sostenido a las familias cuidadoras.
Un legado político y ético
Las conclusiones del estudio vuelven a poner bajo la lupa la gestión de la pandemia durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), caracterizada por el negacionismo, la falta de coordinación sanitaria y la oposición a las medidas de aislamiento y vacunación. Mientras el país superaba las 700.000 muertes por COVID-19, la desprotección de los menores huérfanos quedó fuera del debate público y sin políticas específicas. El llamado “legado Bolsonaro” no solo se expresa en los números de víctimas, sino en la persistente indiferencia institucional ante quienes heredaron el costo humano más profundo de la crisis.