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pickles | FIFA |

Rumbo a Catar

Pickles, el perro que salvó la Copa del Mundo en 1966

El pequeño perro inglés rescató el trofeo Jules Rimet previo al inicio del certamen y evitó que se usara una réplica del original.

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La Copa del Mundo de la FIFA llegó a Uruguay este viernes y puede observarse en el estadio Centenario. Mil historias rodean el trofeo de la máxima justa mundialista.

La que descansa este sábado en el Centenario, comenzó a disputarse en Alemania 1974, ya que antes el trofeo en disputa era el Jules Rimet, en homenaje al presidente de la FIFA, ganado por Brasil en propiedad luego de obtener 3 títulos mundiales.

La selección de Inglaterra solo tiene un Mundial en su palmarés y se trata del que ganó en su propia casa, el de 1966, cuando gracias a una gran actuación de su capitán Bobby Moore y su goleador Geoff Hurst en la final de dicha edición, pero realmente fue gracias a un perro inglés que tuvieron el privilegio de levantar el auténtico Jules Rimet. Desde enero de 1966, año mundialista, la Federación Inglesa de Futbol (FA, por sus siglas en inglés) tenía en su poder el trofeo que se entregaba a cada campeón del mundo, el Jules Rimet, el cual fue robado a cuatro meses del torneo.

El día trágico fue el 20 de marzo de 1966 cuando el Jules Rimet fue robado mientras era exhibido em Londres. Como parte de la organización del evento más importante del futbol, la Federación planeó una serie de exhibiciones públicas alrededor del Reino Unido, lo cual fue aprovechado por los criminales, pues el reconocimiento estaba valuado en 30 mil libras. El día del crimen, el guardia de seguridad que cuidaba el trofeo en el Westminister Central Hall regresaba de su hora de comida, alrededor del mediodía, cuando se percató que el codiciando objeto había sido sustraído de su mampara. Las alarmas de la Federación y la FIFA se encendieron.

Scotland Yard, el cuerpo policial más avanzado del gobierno británico, comenzó con las labores de investigación para dar con los responsables y, aunque estaban a cuatro meses del inicio del Mundial, se trabajaba a contrarreloj por el papel mediático que ocupó el hecho en los diarios internacionales. Un día después del robo, Joe Maers, presidente de la FA, fue contactado por un hombre que pedía 15 mil libras a cambio de devolver el preciado objeto, pero también con la amenaza de fundirlo si no se cumplían sus demandas. El directivo se puso a disposición de las autoridades para volver a hablar con el individuo que pidió el rescate. Tras las tareas de rastreo e investigación, los elementos de la “Flying Squad”, un cuerpo especial de la policía de Gran Bretaña, arrestaron a Edward Betchley, quien negó ser el autor, pero todo parecía indicar que era un intermediario en busca del dinero, pues no tenía el trofeo en su poder.

Una semana después del robo, el 28 de marzo de 1966, un vecino de vecino de Beulah Hill, David Corbett, sacó a pasear a su perro collie blanco y negro llamado Pickles.

Mientras caminaban, el can se separo de su dueño y comenzó a olfatear cerca de un árbol y regresó con algo extraño en la boca. Para sorpresa del David, se trataba del Jules Rimet, la copa que era buscada por todas los policías de Inglaterra y que tenía a todo el mundo del futbol de cabeza, envuelta en periódico. Sin dudarlo, Corbett llamó a las autoridades y fue llevado en patrulla hasta a la comisaría del a ciudad, donde fue interrogado como sospechoso del robo, pues su historia era poco creíble, pero después pasó a ser testigo contra el primer detenido de la historia. El Jules Rimet fue devuelto a la FA y FIFA para seguir con los planes sin alterar, pues ya se veía la posibilidad de hacer una réplica. Gracias a su hallazgo, Pickles se convirtió en la estrella de la Copa del Mundo. Su dueño y él recibieron la recompensa de 6 mil libras, además de comida gratis para Pickles durante un año y la invitación a la cena de la reina Isabel II tras el título de los ingleses.

De acuerdo con un relato de la BBC, Bobby Moore tomó a Pickles en un balcón y lo levantó triunfalmente ante los miles de aficionados que celebraban en las calles. Pickles perdió la vida en 1967 luego de ahorcarse con su propia correa que se atoró en un árbol mientras él perseguía un gato. “En las noches cálidas salgo, hablo y brindo con él y le agradezco por todo”, contó Corbett, quien decidió sepultar a su fiel compañero en su casa de Surrey que adquirió gracias a la hazaña de su amigo.

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