Los menores de 17 años que viven en la pobreza estructural en Argentina pasaron en un año de 4,1 millones (37,1%) a 4,7 millones (42,1%), de acuerdo a un informe publicado por la Universidad Católica Argentina (UCA).
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«Casi la mitad de la infancia pertenece a hogares que no logran reunir los ingresos necesarios para adquirir una canasta básica de bienes y servicios», destacó el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
Esto significa que entre 2017 y 2018, unos 600.000 niños, niñas y adolescentes pasaron a ser doblemente pobres, por vivir en hogares que no obtienen ingresos suficientes y porque además pasaron a estar privados de al menos un derecho fundamental.
La «pobreza multidimensional infantil» aumentó 4,1 puntos porcentuales en ese período, de acuerdo al informe «Pobreza, derechos e infancias en la Argentina (2010-2018)» de la UCA, que basa los derechos fundamentales en el cumplimiento de seis variables: alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información o estimulación temprana/educación.
El 63,4% de los menores (7,5 millones de niños y adolescentes) en Argentina estuvieron privados de al menos uno de estos derechos durante el año pasado, y 51,7% (6,1 millones) viven por debajo de la línea de pobreza.
Privaciones fundamentales
«En el espacio multidimensional, los derechos más vulnerados en su ejercicio pleno se registran en las dimensiones de la vivienda, el saneamiento, información y salud, y es algo menor en su incidencia en el espacio alimentario y educativo», observa el estudio.
La UCA sostuvo que 22,9% de los niños tienen carencias en el espacio de la vivienda; 19,1 por ciento en el acceso a la información, y el 18,5% en los servicios de saneamiento básicos (agua e inodoro con descarga).
Además, 17,4% sufren un déficit en atención sanitaria, 13,4% se vieron privados de herramientas de estimulación temprana o en la educación, y 8,7% vieron dificultado su acceso a la alimentación.