La reunión fue en Suárez y Reyes. Lacalle esperaba a los dirigentes de la coalición con rostro de preocupación en su cara. El triunfo de Lula en Brasil no era una buena noticia para el oficialismo.
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Después de los comentarios de ocasión sobre el campeonato que acababa de ganar Nacional, las sonrisas se acabaron y llegó la hora de hablar en serio.
El presidente había hecho bien los deberes y tenía todo preparado para ordenar la reunión. Sacó un mapa de Latinoamérica con una línea que bajaba de México hacia el sur y podía verse el color rojo cada vez más dominante.
Con el mapa en la mano derecha, Lacalle señaló la línea roja con la izquierda e hizo un silencio.
Recorrió la mirada por toda la sala y dijo con tono dramático: "La mancha roja no debe llegar a Uruguay".
Fue una orden mezclada con una expresión de anhelo, al menos así lo interpretaron los presentes.
Lo que preocupa a Lacalle no es solo el número de países que controla la izquierda, sino un hecho inédito que llegó con las elecciones en Brasil. El triunfo de Lula se suma al de Petro en Colombia; López Obrador en México; Fernández en Argentina y Boric en Chile. Nunca antes todos estos países habían tenido simultaneamente un gobierno de izquierda.
Esto significa, no solo el resurgimiento del progresismo en la región, sino que han quedado en sus manos los seis PIB más importantes de América Latina (Brasil, México, Colombia, Argentina, Perú y Chile). Un dato nada menor para quienes analizan el equilibrio de poderío económico de esta zona del mundo.
El presidente Lacalle notó las caras de preocupación en su audiencia y trató de romper el hielo: "Tranquilos, que cuando digo roja no digo colorada", bromeó mirando a los dirigentes del PC.
La humorada no surtió efecto, la preocupación ya estaba instalada y se notaba en las miradas.