El Ministro de Defensa Javier García no atina a tomar el toro por los cuerno y desde los primeros días de octubre el clima en el Ejército está enrarecido, producto de una serie de mensajes difundidos hasta el momento por cuatro grupos de militares en activad y en retiro en que se cruzan una serie de intereses económicos, políticos y de objetivos estratégicos, siendo eslabones abiertos que debilitan la cadena de mando.
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La autonomía militar refiere al concepto de la necesaria independencia estratégica y táctica para que en una situación de beligerancia, lo militar, que es el aspecto técnico de una política de defensa nacional, pueda tomar definiciones.
A ningún general ruso o ucraniano se lo obligaría a tener que definir sus acciones militares previa venia de los parlamentos de sus respectivos países u otros órganos de gobierno civil. Y está bien que así sea.
Sin embargo, en Uruguay la autonomía militar hasta los primeros debates de la Ley Orgánica, impulsada bajo el primer gobierno del Frente Amplio de Tabaré Vázquez, siempre se asumió como que eran “cosas de milicos”.
Con que no se les diera por acudir al llamado de algún dirigente político a pechar el Estado de derecho y reconocer al presidente de la República como su comandante en jefe alcanzaba.
Para la izquierda política en general, ingresar a los cuarteles tenía por único objetivo encontrar a los responsables de violación de los derechos humanos durante el terrorismo de Estado.
Así de pronto Uruguay amaneció sacudido con la voladura del estudio jurídico de Sanguinetti, el auto de Hugo Cores y otros atentados reivindicados por el Comando Lavalleja.
En el medio de esos atentados, la aparición de otros grupos como la Guardia de Artigas, militares uruguayos secuestraban al químico chileno Eugenio Berríos y lo asesinaban en Uruguay.
El gobierno uruguayo y el Poder Judicial dejaron en manos de la Justicia chilena las responsabilidades que les correspondieron a tres militares nacionales; en Uruguay no pasó nada, tan fuerte era la autonomía militar.
Fuego cruzado
Los hechos narrados acaecieron en el siglo pasado, pero el pasaje del tiempo no habla de un desgaste de la autonomía militar; aunque es fácil concluir que no es sencillo individualizar las primeras acciones de grupos que se mueven desde las sombras, tampoco debería resultar una tarea imposible para el S2 (Servicio de Inteligencia del Ejército) detectarlos, sobre todo cuando sus primeras acciones son de carácter propagandístico.
Lo otro es arribar a la conclusión de que en el marco de mantener cierto equilibrio en el universo autónomo de la vida militar, “se los deje hacer”.
Así nunca se supo la existencia real o no del Comando Barneix, aquel que reivindicó robar información de la Facultad de Humanidades sobre los detenidos desaparecidos.
Los equilibrios internos dentro de ese universo paralelo desde el retiro de Manini Ríos y con el arribo al gobierno de los nacionalistas se han salido de su eje.
Por un lado revisten un grupo de militares que se definen como cabildantes y que se encolumnan detrás del subsecretario del Ministerio de Defensa, Rivera Elgue, en lo institucional y Guido Manini Ríos en lo político.
En otra trinchera, la vieja guardia de “la pesada” de la logia Tenientes de Artigas, aquella nacida a impulso del general Mario Aguerrondo, que una vez retirado fue candidato a la presencia por el herrerismo.
Este grupo está bastante molesto con Manini por haberse dedicado a la vida política, lo que sienten como una traición y podían encolumnarse detrás de la tercera trinchera ocupada por militares nacionalistas que responden al ministro Javier García.
Botines de guerra
Entender el mapa anterior, siendo una gran generalidad, permite comprender los alineamientos detrás de tres grandes objetivos a perseguir, todos relacionados entre sí.
Los nombres que están siendo impulsados por los distintos alineamientos son los del General Jorge Fernández (apoyado por los nacionalistas) o Mario Stevanezzi, que sería el general a ascender por derecha y que contaría con el apoyo de los cabildantes y una fracción de los Tenientes de Artigas.
Otras voces manejan el nombre del General César Ifrán como una solución de punto medio ya que los cuestionamientos sobre ambos candidatos son fuertes.
Además del poder que representa para uno y otro grupo quién sea designado, su gestión puede incidir en dos temas relacionados; el primero hace al presupuesto del Ejército y a la reforma de su estructura en cuanto a la cantidad de efectivos.
Varias voces en el sistema político coinciden en lo “inflado” del tamaño del Ejército, sobre todo en los grados mayores; para algunos militares, la reducción de las Fuerzas Armadas podría suponer su transformación paulatina hacia una Guardia Nacional.
Transformar las Fuerzas Armadas en una Guardia Nacional es un debate estratégico entre los militares y poco tiene que ver con otorgarle el rol que impulsara en su campaña “Vivir sin Miedo” el ministro Jorge Larrañaga”, mas allá de algunas tareas de seguridad interna.
Coincidiendo con la experiencia de la conducción operativa de militares brasileros en la Minustah (misiones de paz en Haití), generando mayor adhesión que la gestión de los militares de Estados Unidos, la alta estrategia militar empezó a hablar del concepto de comunidades de defensa.
En el caso del sur, la comunidad de defensa que pueden ocupar ejércitos como el argentino y el brasilero uniendo sus fuerzas reducen el rol del Ejército uruguayo a una fuerza meramente auxiliar en un escenario beligerante. Para ese rol, varios militares imaginan un pequeño ejército altamente especializado, y no mucho más, dando una mano en las tareas de seguridad interna en tiempos de paz.
La otra piedra de la discordia, sin dudas, es la reforma de la caja militar.
Los cuernos del toro
Desde los primeros días de octubre a la fecha, cuatro grupo de militares y en actividad se han referido a la decisión de suprimir las vacantes para ascenso al grado de coronel y a algunos de los temas que mencionamos anteriormente.
Patria o Muerte ha sido el primer grupo que ha enviado mensajes, a los que se sumaron los grupos Lanza y Sable y Honor y Dignidad, según ellos, con presencia en todo el territorio nacional y sumando más de 500 oficiales.
Todos estos grupos reclamaban en contra de la supresión de vacantes y la reforma de la caja militar, pero no tenían mayores reivindicaciones especificas, aunque promueven, con el apoyo del Centro Militar (molestos con el ministro Javier García por su negativa a votar el proyecto de prisión domiciliaria para mayores de 65 años), presentar un recurso contra dicha decisión.
Buscando tomar el toro por los cuernos, el general Gerardo Fregossi emitió una circular interna que en sus aspectos sustanciales expresa que este tipo de acciones “atentan contra alguno de los pilares básicos que sustentan al Ejército, como la disciplina, lealtad, cohesión y unidad de comando”.
Calmó las aguas cuando desde estos grupos denunciaron que por orden del coronel Fernando Botti, director del S2, se harían seguimientos sobre quienes firmaran el recurso, expresando que “la interposición de recursos administrativos contra normas legales por parte de aquellos que consideren afectados sus derechos no ha sido ni será obstaculizada por los mandos respectivos”.
Finalmente y “mandando parar”, la circular expresa: “Como el mantenimiento del conducto del mando es un elemento esencial para fortalecer el principio de unidad de comando, el Ejército no puede entrar en un estado de asamblea permanente que llegue a afectar su desempeño habitual [...] El cuidado de la cohesión de nuestra fuerza es tarea de todos y de cada uno de sus integrantes. Si necesita información, consulte a sus mandos de manera leal y franca, lo cual seguramente generará un respuesta de igual manera”.
La circular imparte la orden de que “no disemine información dañina” y “mantenga la cadena de mando”.
Al mismo tiempo el ministro Javier García analiza por estas horas presentar un proyecto de ley con el aval del presidente de la República para habilitar el concurso a ocupar 15 de las 30 vacantes al grado de coronel y apurar la reforma de la Ley Orgánica Militar, cuya última modificación fue en el año 2019.
García expresó en el Senado su impulso a un proyecto que ingresó al Parlamento sin acuerdo previo con la oposición y resaltó los acuerdos parlamentarios alcanzados, esos que parecen no alcanzarse en la interna del Ejército.
Santa barbaridad
Un cuarto grupo, aparentemente integrado por militares del arma de artilleros en actividad y en retiro, se sumó a los mensajes de los grupos anteriores.
Su primer mensaje irrumpió con un texto virulento donde exigía tribunal de honor para una serie de mandos militares que habrían cometidos delitos contra “la honra militar”.
El grupo Patria o Muerte, que parece haber ido madurando en su organización y propósitos, que además parece involucrar a los paracaidistas, expresa una plataforma reivindicativa:
-“Desarmar los escalafones de apoyo al combate, el de técnicos profesionales (acomodados que salen del IMAE), el los veterinarios y el de las bandas, para generar más vacantes para los oficiales combatientes.
-Que los oficiales coroneles que no cumplen los 5 años en el grado pasen a retiro de inmediato para generar las vacantes.
-Que se disminuya el número de generales a 7 (1 por división y reserva, 1 JEM y el comandante); con la disminución de 7 generales se generarán más vacantes.
-Juntar el máximo de Oficiales para hacer los reclamos legales correspondientes, ya que el mando nos dejó nuevamente tirados.
Con respecto a la caja militar expresan: “La reforma ‘Astori’ del Frente Amplio perjudicó totalmente al personal subalterno con menos de 5 años de servicios y a los oficiales que tenían menos de 15 años, generando una división entre los ‘ley vieja’ y los ‘ley nueva’, por supuesto que para retirarse con una miseria.
La reforma ‘Qkito’ de los multicolores, que incluye a Cabildo (que se ve que se olvidaron que fueron militares y se vendieron por 30 monedas) perjudica a los nacidos después de 1973, personal superior y subalterno por igual, es decir que toma a la mayoría, incluso a los que habían quedado afuera, llevando a tener soldados con 58 años y suboficiales con 65 años, alférez se retiran a los 63 años, esta ridiculez que lleva a la desaparición de nuestro Ejército, la cual los mandos no se preocupan porque nos los agarra”.
Las medidas que proponen para contrarrestar la reforma del sistema de retiros serían:
-Dejar sin efecto la nueva reforma del “Qkito” y la reforma “Astori”
-Dejar sin efecto los retiros de más de 200.000 pesos que les pagan a los oficiales traidores, retirarles el grado y el uniforme.
-Dejar sin efecto la pensión hereditaria que les pagan a más de 6.000 tupas y comunistas por atentar contra la patria.
El mensaje que hace pensar en la “mano” de algún ofuscado Teniente de Artigas vuelve a la lógica del “enemigo interno” y hace una dura advertencia a los mandos: “También les decimos a los incapaces del coronel Fernando Botti (años currando en la Brigada de Explosivos), actual jefe del Departamento 2, y al coronel Raúl Moreno del Servicio del MDN (a este lo mandaron por inútil al Esmade, alcahuete del ministro y de los blancos), que sigan leyendo diarios y mirando tele, como siempre hicieron los lupitas. Que se dejen de joder y que no manden a los ‘perros’ del S2 para intervenir los celulares y seguir a los camaradas, porque sabemos quiénes son y dónde están; dedíquense al enemigo y no miren para adentro”.
No dudamos que muchos de estos mensajes puedan ser “carne podrida”; en todo caso comprobar su veracidad y existencia real de grupos organizados (negada en la circular por Fregossi) compete a los mandos del propio Ejército y al ministro García. Y cuenta con un S2 que según el banal plan presentado por el secretario de Inteligencia, Álvaro Garcé, tendría tiempo para dedicarse a dicha tarea y ofrecerle a García, en bandeja, los cuernos del toro.