Lejos de presentar evidencias que sostengan su nuevo posicionamiento con el tema, cuestionando si la ley redujo el narcotráfico y protegió a los consumidores, Martinelli cae en la tentación de criticar, sin fundamentos académicos sólidos, la única política que logró reducir —al menos un poco— el mercado ilícito de drogas. Lo irresponsable de su nueva postura no parece recoger nada de su experiencia como ministro del Interior, sino que responde a la suerte que le tocó como dirigente político de la oposición que solo proyecta sus aspiraciones hacia el 2029.
Los asados de los viernes con Gonzalo Aguiar
Resulta llamativa la amnesia del exsecretario de Estado sobre su reciente rol como lobista de Boreal Agrominerals Inc., una de las empresas productoras de cannabis más grande que se instaló en el país en setiembre de 2020 de la mano del polémico empresario Gonzalo Aguiar, asesinado a balazos por su pareja, Romina Camejo, el 26 de febrero de 2024.
Tras obtener las autorizaciones correspondientes y finalizada la construcción, la planta de Boreal en Salto fue presentada con bombos y platillos, el 7 de setiembre del 2020, por el presidente Lacalle Pou y varios de sus ministros, encandilados ante el proyecto millonario de este uruguayo que había residido en el exterior y volvía a su país a instalar una de las plantas de producción de cannabis medicinal más grande de América Latina, con una inversión de U$S 27.500.000, anunciaban con entusiasmo. Claro que en 2020 nadie sabía quién era Aguiar.
Tras la muerte de Aguiar, desde Canadá se destaparon sus estafas y sus socios vinieron a corroborar si efectivamente el muerto era él. A partir de la denuncia de los canadienses, en Uruguay fueron investigadas sus maniobras fraudulentas y un esquema de lavado de activos, por lo que hombres del riñón del gobierno de Lacalle Pou, que ayudaron al empresario cannábico a instalarse en el país, empezaron a mirar para el costado.
Los proyectos cannábicos de Aguiar y los lobistas blancos
Entre ellos estaba el propio Martinelli que, según supo Caras y Caretas de parte de quien era en ese momento la mano derecha de Aguiar en Boreal, éste se reunía todos los viernes con Aguiar en la casa que tenía la empresa en la Rambla República de México 6145, en Carrasco, donde funcionaba la administración de Boreal y Aguiar recibía a empresarios y políticos de su confianza. Según la fuente de Boreal consultada, Martinelli iba a esos encuentros por algo más que un asado.
En la mira de Aguiar también estaba la posibilidad de expandir el negocio, por lo que había solicitado, a su socio canadiense John Pollesel, U$S 7,5 millones más para comprar tierras en Bella Unión. Para varios dirigentes blancos, invertir en el norte uruguayo, con los más altos índices de desocupación, era una apuesta más que atractiva. El proyecto, del que participaban dos lobistas muy cercanos al Gobierno, era construir una Zona Franca Orgánica (cannábica) en Artigas.
Aguiar estaba al servicio del Gobierno de Lacalle Pou. Fuentes consultadas por Caras y Caretas confirmaron que éste ofreció al entonces senador Gustavo Penadés dinero para financiar la campaña a favor de ratificar la Ley de Urgente Consideración.
La confirmación de si el dinero fue aceptado o no se encuentra en una cárcel de Florida donde no tuvimos acceso, como tampoco a las declaraciones del Partido Nacional en la Corte Electoral sobre la financiación de sus últimas campañas.
Conexión Paraguay
A partir de 2023, aquella foto de Aguiar de 2020, como prominente empresario cannábico presentado por el Gobierno de Lacalle Pou, comenzaba a quedar desfigurada por las mentiras, su consumo abusivo de cocaína y por un círculo íntimo integrado por personajes cada vez más oscuros. Fuentes consultadas acreditaron que la Secretaría Nacional de Inteligencia de Paraguay, que seguía los pasos de un narcotraficante paraguayo, detectó que éste se reunió con Aguiar en Brasil y que también tuvieron encuentros en la mansión de Aguiar en Punta del Este, donde se casó —falsamente— con Camejo, y Martinelli fue uno de los presentes.
El falso secuestro del sobrino de Camejo, que trabajaba en la planta de Boreal y tenía una supuesta deuda por drogas, un intercambio de disparos con policías en el Prado y un sospechoso robo de armas de guerra en su mansión esteña marcaban el perfil de Aguiar.
Capítulo aparte fue la amenaza que recibió el exdiputado cabildante Sebastián Cal por parte de Aguiar, cuando Cal descubrió para qué quería utilizar sus aeronaves y sus contactos en Paraguay. Ingenuamente, Cal fue a denunciar estos negocios paralelos del empresario al jefe de la Policía de Maldonado, Julio Pioli, quien le contó a Aguiar.
Al igual que el entonces ministro Luis Alberto Heber y su sucesor, Martinelli, le dijeron que se quedara tranquilo. La desconfianza de Cal también podría estar justificada porque, en la noche puntaesteña, entre tragos y sushi, Aguiar, junto al dueño de una automotora de la península y un restorán con nombre de pistola, se vinculó con gente del círculo íntimo y criminal de Sebastián Marset en Uruguay.
La investigación por lavado de activos a través de Cambio Salto Grande
La semana pasada, la Fiscalía de Lavado de Activos citó en calidad de imputado al responsable del Cambio Salto Grande por la causa de lavado de activos de Aguiar. El fiscal Enrique Rodríguez investiga si el fallecido en 2024 lavó dinero mediante giros millonarios realizados hacia Uruguay, por los inversores de Boreal, desde la cuenta de un fondo que Aguiar tenía en Canadá junto a su verdadera esposa.
El dinero fue recibido a través del Cambio Salto Grande para invertir en la empresa Boreal, como suponían sus socios canadienses, pero Aguiar los destinó para otros fines: comprar autos de lujo, un yate y propiedades en Punta del Este a su nombre o de testaferros.
Estos le confiaron en un principio US$ 27,5 millones para construir la planta de cannabis en Salto que costó US$ 15 millones, y luego US$ 7,5 millones más que transfirieron para la zona franca cannábica proyectada en Bella Unión, que no prosperó y dejó a varios lobistas blancos, como Martinelli, con desilusión.