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Política política | FA | Símbolo

¿No logo?

La política del malestar y la polémica en torno al logo del FA

Los cambios actuales pueden gustar o no pero en las más disparatadas opiniones vertidas se expresan algunas confusiones, así como una mezcolanza ideológica que percibe conspiraciones a troche y moche.

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La polémica por los cambios en la identidad visual del Frente Amplio muestra un estado de malestar que se expresa por cualquier cosa, sin dimensionar la magnitud de los hechos ni su inserción en la realidad cotidiana. La identidad visual de una fuerza política no es algo menor.

Lo curioso es que estuvo cambiando, más allá de que algunos elementos se mantuvieron inalterables.

Toda repetición tiene algo de costumbre, comodidad y conservadurismo, aunque no todo cambio es una transformación. A veces es solo un maquillaje, una pose, incluso la operación de cambiar algo para que nada cambie. Otras tantas, es la necesidad de diferenciarse rápidamente de una gestión anterior. También puede ser la síntesis de deseos de proyección generacional, sectorial o incluso ideas personales capaces de seducir y convencer a miles o imponer por el ordeno y mando. Sin embargo este tipo de cambios bien pueden obedecer a otros procesos que dialogan con nuevas miradas sobre viejas raíces para renovarlas.

Símbolos

Esta modificación intenta representar una nueva etapa. No se trata de la identidad de una campaña electoral. La próxima campaña la podrá adoptar o no o crear otras marcas. La diferencia entre una campaña y los símbolos partidarios, como bien acotó Claudio Invernizzi (independientemente de la valoración sobre los cambios actuales que hace) demuestran que ante lo electoral, la fuerza política suele manejar distintas herramientas visuales en función de la necesidad de captar votos entre quienes no son votantes ni comparten historia ni ideas. O sea, se alinean materiales de comunicación en función de ese objetivo. Los símbolos de la fuerza política exigen otro cuidado.

Sobre la valoración de los nuevos materiales, lo mejor es leer su fundamentación con análisis crítico. Es bueno no caer en posturas que se refugian en purezas que nunca fueron tales y ponen el grito en el cielo porque algo se cambia. Lo mismo para quienes ejercen idolatría a cualquier modificación y entran en éxtasis con tal o cual color y tipografía, a la vez que aplauden un fundamento que hoy se usa para justificar algo y mañana se utiliza para lo opuesto.

Imagotipo o isologo

Diferentes escuelas definen isotipo y logo a la inversa una de otra. Además, está el imagotipo, en que la imagen y la tipografía pueden funcionar por separado, así como la categoría Isologo, que es imagen más tipografía. En el caso del Frente Amplio, el isologo se da porque la F sobre la A son una tipografía que es inseparable de la imágen que crea. Veamos estos elementos según los resumen:

Isotipo: signo gráfico usado para identificar una marca. Cuando incluye un isotipo, es conveniente que se lo considere como el elemento identificador principal, más importante que el logo. Ejemplo: tres barras que confluyen formando una Y dentro de un círculo. Aunque no figure el nombre se identificará a Mercedes Benz.

Logotipo: signo gráfico que identifica a una empresa, un producto, una conmemoración, un proyecto o cualquier entidad pública o privada. Lo exitoso suele aplicar el menos es más. Dicha simplicidad permite que sea legible, escalable a cualquier tamaño, reproducible, distinguible en positivo como en negativo y, sobre todo, memorable, es decir, que impacte y no se olvide o se reconozca a simple vista.

La polémica por el logo

Los cambios actuales pueden gustar o no pero en las más disparatadas opiniones vertidas se expresan algunas confusiones, así como una mezcolanza ideológica que percibe conspiraciones a troche y moche, traiciones a tuticuanti, hasta una suerte de sacrilegio al origen del FA que, paradojalmente, es a lo que vuelve esta identidad visual, o por lo menos busca rescatar aquel original. Otro cantar es si lo logra o no.

La ventaja de aquel diseño era su novedad y su simpleza explicada por el propio Manuel Espínola Gómez en su Fundamentación para el logo del Frente Amplio, presentado en 1971, donde afirmaba: "Al utilizarse las iniciales de esa denominación compuesta (Frente Amplio) se ve claro que la propia conformación natural de las dos letras -sin violentar en lo más mínimo sus estructuras respectivas, desde luego- y combinándose del modo que aquí se ilustra, transformase en dos elementos nítidamente simbólicos: cerro y bandera".

Luego de explicar su simbología y alertar sobre los colores, agregaba que "el concepto que condicionó la elección de este tipo de emblema se encuentra ligado a la posibilidad de su ejecución rápida e improvisada en las paredes de la ciudad por parte del pueblo". Vaya que lo supieron todos y todas quienes lo pintaron en plena resistencia durante la noche de la dictadura, a veces tan solo con un carbón y trazo nervioso.

El cambio actual se propuso ponerlo en valor mediante usos con diferentes colores y fondos, ya que la reproducción digital hoy permite variaciones y su aplicación en soportes materiales ya no es tan inaccesible. A la vez, intenta establecer un uso unificado.

Aquella creación de Espínola Gómez sigue siendo un ícono formidable. Pero hay algo más. Los tres colores de la bandera, que por muchos años el FA usó en forma exclusiva, han sido incorporados por la propaganda del Partido Colorado y del Partido Nacional, lo mismo que por Cabildo Abierto. Cualquiera que haya mirado las mesas en el cuarto secreto lo ha percibido en muchas listas. Y en la cartelera callejera pasa lo mismo. Esas mímesis disputan votos. Eso jerarquiza aún más el uso limpio de lo más distintivo del FA. Ambos partidos tradicionales no tienen nada parecido con esa fuerza icónica que ha trascendido el tiempo y adquirido un peso político profundo y sentido.

Foto: Logotipo de 1971 creado por Espínola Gómez

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