Al mismo tiempo, no se puede dejar de ver que el triunfo es un espaldarazo a una versión mas volcada a la izquierda, tal vez no en todas las líneas programáticas, pero si en varias.
Algunas propuestas de avances que fueron respaldadas por la gente en México
Una de las medidas que se pueden vincular a la seguridad pública, pero que evidentemente van mucho más allá del eje en sí mismo, tiene que ver con la forma de elección de las principales autoridades del Poder Judicial. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, jueces de distrito y magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial tendrán que ser elegidos de manera directa, por voto secreto popular.
Lo que se pretende no sólo es cambiar las formas, sino también lograr construir un Poder Judicial con independencia y alejado de las practicas de corrupción.
Algo que en Uruguay se intentó impulsar a través de organizaciones sociales, de manera diferente pero que buscaba romper con determinadas lógicas que parecen enquistarse a lo largo y ancho de las instituciones.
Desde el punto de vista económico, las medidas impulsadas por Shenbaum en la campaña electoral mantienen un enfoque de prioridades en el gasto social para resolver los problemas más dramáticos por lo que una parte importante de la población mexicana sigue atravesando.
Las relaciones diplomáticas con el mundo y en particular con EEUU también pueden tener variantes que marquen la agenda. Los enormes problemas por los que atraviesa México en materia de narcotráfico y crisis migratoria, son aspectos centrales que determinan parte de la política exterior del país azteca. Los anuncios de Biden en cuanto a la política migratoria, que suponen taponear el flujo de la migración hacia el país norteamericano representa un desafío político, social y diplomático para México. Sheinbaum, durante la campaña se mostró partidaria por resolver la problemática y enviar claros mensajes a los EEUU. En su programa estableció que lucharía “por la defensa de los derechos humanos de los mexicanos en todo el mundo, particularmente de los que viven y trabajan en Estados Unidos. El clima de intolerancia y de violencia contra los migrantes es inaceptable” remarcó.
Sheinbaum rompió la barrera de lo “imposible”
Muchas de las propuestas impulsadas por la candidata a la presidencia encontraron la feroz resistencia de la derecha mexicana que buscó atacar por todas las vías posibles a Sheinbaum y a López Obrador para evitar un nuevo triunfo de la izquierda en México. Fue una campaña dura y no solo en términos de discusión política, que lo fue. Acusaciones de corrupción, de trafico de influencias, de vínculos con el narcotráfico entre otros aspectos. Pero también hubo candidatos asesinados, secuestros y amenazas que marcaron el tono de la campaña electoral.
A pesar de lo acalorado del debate y de las acusaciones que recibió Shenbaum, pudo alcanzar el triunfo con propuestas de izquierda que no precisaron licuarse para captar la atención de la población. Ganó con más del 60% de los votos, algo que de por sí es un hecho histórico para México.
Esta victoria vuelve a poner sobre la mesa la discusión que tienen muchos partidos políticos y candidatos de izquierda cada vez que se acerca una contienda electoral. Algo a lo que Uruguay tampoco escapa. Se cuentan por decenas los politólogos y analistas que creen que lo más importante para la elección es lograr acaparar el “centro de la sociedad”. Algunas veces, también caen en esa trampa conceptual, militantes políticos y sociales de la izquierda uruguaya. Pero lo cierto es que cada vez con mayor acento, los pueblos se vuelcan por las propuestas más rupturistas, sean estas tanto de izquierda como de derecha. Lo peligroso ocurre cuando las izquierdas edulcoran sus contenidos y la derecha, por el contrario, habla sin bozal y logra enamorar al electorado mediante propuestas populistas o demagógicas, incluso algunas de ellas antidemocráticas en esencia.
El ejemplo de México, sirve para comprender que es necesario y posible animarse a proponer iniciativas mas de fondo, que cuestionen lo establecido y lo normalizado como forma de poner en tensión el poder y sus tentáculos. Sirve también, para admitir que se puede tener firmeza frente a las potencias y lograr el respaldo popular para desplegar ejes programáticos que resuelvan el dramatismo por el que viven millones de personas.
En Uruguay, muchos coinciden en lo chato de la campaña electoral por el escaso debate programático entre los diferentes modelos de país que proponen los dos bloques políticos y sociales que disputaran el gobierno. Ojalá el ejemplo de México sirva para sacudir el ritmo electoral y se coloquen iniciativas programáticas que tengan que ver con las necesidades de la gente y con el fondo de las contradicciones del sistema económico, político y social que impera en Uruguay y en gran parte del mundo.