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Política licencia | Justicia |

Un poco tarde

Las licencias de Penadés

Penadés habló y se equivocó feo. Su argumento esencial es que está en presencia de fuego amigo. Incluso llegó a sostener que sabía de dónde venían las denuncias

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Caras y Caretas Diario

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Luego de varias idas y venidas en las últimas semanas, finalmente el senador nacionalista Gustavo Penadés solicitó licencia a la Cámara de Senadores y a su partido, por lo que se retirará de la actividad política hasta tanto se resuelvan las denuncias que lo vinculan con el delito de pedofilia que lo tienen como denunciado y que ya generaron el inicio de una indagatoria penal.

Desde el día de la declaración de prensa a la fecha, los hechos que vinculan a Gustavo Penadés con actos de pedofilia se han acumulado uno tras otro en la Fiscalía de la Dra. Alicia Guione. Aquella mañana de abril, cuando se presentó ante los medios y nos contó que pediría licencia al Senado una vez que fuera citado a declarar, parece que fue hace un siglo. También nos dijo con fuerza que estaba pensando denunciar por difamación e injurias a Romina Celeste.

Juana recordó que en los primeros días de Semana Santa, cuando las denuncias se hicieron públicas, Penadés le había enviado una carta a la presidenta del Senado en la que manifestaba su deseo y su voluntad de presentarse ante la Justicia cuando correspondiera. En los hechos, siguió asistiendo a las comisiones, a las sesiones ordinarias del cuerpo que integraba y solo dio un paso al costado en la conducción de la lista 71 y la coordinación de la precandidatura de Laura Raffo en las internas partidarias.

Todo esto, como es sabido, fue creciendo; las denuncias contra Penadés se siguen sumando y la situación se agravó. Aquella primera reunión de bancada en la sala Martín C. Martínez, donde fuera del orden del día y con el quórum perfecto, que, como me dijo en esa ocasión el senador Gandini: “Estábamos todos, hasta la madre de Sartori concurrió”; lo escucharon y aceptaron su estrategia. Seguir en el Senado y esperar la citación de la Justicia.

Los hechos hoy son otros, La realidad de Penadés en “la casa”, como suelen decir los viejos funcionarios del Palacio, se hacía insostenible. Esta cronista, que cubre el Senado desde la barra, lo pudo constatar en más de una oportunidad. Los senadores de todos los partidos empezaban a sentirse incómodos y hablaban por lo bajo. Un domingo sí y otro también, el programa Santo y Seña de Canal 4 sumaba denuncias.

El semanario Búsqueda nos relató a todos una reunión en la cual la lista 71 juntó a sus principales dirigentes y se tomó con ligereza la situación que estaba atravesando su compañero de ruta. Juana supo que al presidente de la República no le gustó nada lo que leyó. Fue el comienzo del fin, dicen varios compañeros blancos.

Los ánimos estaban cada vez más caldeados. La semana pasada, el miércoles concretamente, se vivía un clima enrarecido en el Senado, como diría mi abuela, se cortaba el aire con cuchillo.

Se trataba el proyecto comúnmente llamado de tenencia compartida, que volvía después de un largo debate en la cámara baja para su aprobación definitiva. Penadés, sentado en su banca, siempre con el celular en la mano, estaba nervioso y se notaba. Mientras lo veía desde mi lugar, en el palco de la prensa, los portales me ponían a rueda de qué estaba pasando y por qué tanto nerviosismo. Dos menores habían ratificado su denuncia ante la fiscal Alicia Guione, acompañados por profesionales del Consultorio Jurídico de la Udelar. Probablemente eso motivó que Penadés entrara y saliera varias veces al ambulatorio, siempre con el celular en la mano.

La lista de oradores se vio sorprendida cuando Penadés pidió la palabra. No le estaban poniendo el nombre a una escuela, estaban hablando de menores. La oposición, por primera vez, no aguantó más. Juana habló con la senadora Amanda Della Ventura coordinadora de la bancada del Frente Amplio, quien nos contó que se había comunicado telefónicamente con Argimón para manifestarle la incomodidad que había generado en el Senado la situación de Penadés y que esperaban un gesto.

El gesto llegó unas horas después, pero al decir de varios legisladores en los pasillos del senado, con gusto a poco.

Juana conversó con algunos integrantes de la bancada blanca que resolvieron una reunión urgente. La juntada no fue común. Se hizo en la Presidencia del Senado. Estaban presentes todos los senadores y asistió a la misma el presidente del Directorio, el Dr. Iturralde. Juana supo que la elección del lugar no fue caprichosa, sino todo lo contrario, era un símbolo. La institucionalidad al palo.

La reunión no fue nada fácil. Varios medios, y Caras y Caretas también, han contado la petit histoire. El senador da Silva no se anduvo con chiquitas y yo no diría que se fue de boca, estaba enojado y no lo ocultó. La senadora Bianchi, según me cuentan, en un momento de la reunión, cuando el tono no era el más adecuado, puso la pica en Flandes: “Mirá, Gustavo, esto ya dejó de ser un problema de Gustavo Penadés, esto ha pasado a ser un problema del partido”.

Gustavo Penadés, al hacer uso de la palabra, me cuentan, se equivocó y feo. Su argumento esencial es que está en presencia de fuego amigo. Es más, me dicen que llegó a sostener que sabía de dónde venían las denuncias. Su opinión no gustó. Juana sabe que más de un integrante de esa reunión le dijo a Penadés: “Acá lo que no hay que poner en riesgo es la institucionalidad”. Al final de la reunión, Penadés supo que se tenía que ir. Al llegar a su despacho debía hacer dos cosas y las hizo. Pedir licencia al Senado y al partido.

El jueves 4 de mayo, en unas escasas 40 palabras, le pidió licencia a Argimón por un mes. Horas más tardes hizo lo propio con el presidente del Honorable, le pidió licencia al partido y los órganos partidarios que integraba, la Convención Nacional, la Comisión Departamental de Montevideo y la Presidencia de la Comisión de Asuntos Internacionales.

En la nochecita del jueves pasado, Juana tuvo una larga charla con un informante amigo para desbrozar el camino que transita hoy Gustavo Penadés. El encuentro fue en la vieja pizzería del Subte de Ejido casi 18; como la tenida sería larga decidimos pedirnos unas muzzas imbatibles y tomar algún refresco.

La licencia de Penadés al Senado, me dice mi informante, es un saludo a la bandera, un gesto pero con gusto a muy poco. En la práctica, ¿qué significa su licencia por un mes? Que no concurrirá al Senado en las 6 sesiones ordinarias del mes, no irá a las comisiones y seguramente no vaya a su despacho. El salario y las partidas los sigue cobrando y lo esencial, los fueros, ese paraguas protector, siguen vigentes.

Para desaforar a Penadés habrá que hacer un largo proceso, según establece la Constitución, y será a pedido de la Justicia, antes no. Esta licencia por un mes, este gesto que pedía la oposición y sus compañeros de bancada, no conforma a nadie pero descomprime. Da aire, como dijo algún legislador. Me cuenta mi informante que hay alguno que se ha animado a decir: “Penadés ya no vuelve al Senado”. No olvidemos, me recordó con inteligencia mi amigo, que si hoy es citado en calidad de testigo, va con sus fueros.

Con relación a la movida partidaria, es de verdad para el afuera. Es para evitar, como me contaron que dijo algún senador, que el caso Penadés se lleve puesto al partido. Ahora bien, me hace ver mi informante, mientras apuramos la muzza con orégano, algo novedoso. Penadés ha pedido licencia al partido, pero, ya dijimos, sigue cobrando su sueldo. Como es sabido, todos los legisladores firman y presentan en la

contaduría de la cámara para la que fueron electos su autorización para el descuento partidario. Ahora que pidió licencia, ¿a dónde va el diezmo de Penadés?

Más allá de este pequeño ejemplo práctico, ¿qué efectos tiene la licencia partidaria de Penadés? Sabemos que hay convención en breve: no irá. Nos enteramos de que su despacho ya tiene nuevo inquilino, el fernandino Rodrigo Blás asumió la banca. Irá a las comisiones y al Senado. Sabemos que Laura Raffo formó nuevo equipo para dedicarse de lleno a preparar la interna que se viene. La suerte de Penadés no parece ser la mejor. Caras y Caretas ha informado que en breve levantarán el secreto del expediente. Pronto será citado a declarar. Es un rumor a voces que probablemente sea formalizado.

El Partido Nacional lo sabe y puso en marcha la primera etapa de la Operación Barajar y Dar de Nuevo. Como le dijo uno de sus informantes a Juana, el partido y la institucionalidad están primero. Este es el primer capítulo de esta nueva etapa. Veremos cómo sigue. Hoy Penadés está en su casa. El partido y el Senado siguen adelante.

Veremos cuál es el daño que han hecho las denuncias que lo vinculan con el delito de pedofilia que se suman a Astesiano, Marset, el me voy y me quedo del general y ¡el colmo del agua salada de OSE!

Al cierre de esta edición, Juana escuchó sorprendida una entrevista que le hicieron al presidente del Honorable sobre el caso Penadés. “El partido siempre dijo que iba a esperar el pronunciamiento de la Justicia”. Por ahora, el partido le soltó la mano…

Une encuesta publicada en la diaria el día martes, de la Usina de Percepción Ciudadana, sostiene que el 49% de la población no está conforme con la actuación de la coalición en relación con este caso. De este porcentaje, 92% considera que deberían haberse adoptado medidas más drásticas contra el senador a raíz de las denuncias de explotación sexual en su contra. La situación es grave, la pedofilia es un delito que el ciudadano común percibe siempre en forma negativa. Juana lo sabe, tampoco le gusta y, como decimos siempre, por suerte ahora sí se habla y, cuando es un menor, siempre es no.

Textos: Juana de la Barra

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