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Política verano | Antía |

Hablar por hablar

Lo que no revelan los debates de verano

Tradicionalmente el verano ha sido tiempo propicio para, ante la ausencia de noticias importantes, establecer debates en la opinión pública. Algunos más significativos que otros. Algunos hasta estúpidos.

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El presente no escapa a esa lógica. El año comenzó con los datos de la temporada de verano, sigue con los números del delito. En medio se discutió si Daniel Olesker tiene o no título de economista; si el chofer del Copsa accidentado venía usando o no su celular y si los argentinos que chocaron en ruta 104 estaban o no alcoholizados o drogados. La sequía que afecta a todo el país también propuso debatir las imprevisiones y hasta se constataron insólitas situaciones como la ocurrida en Durazno donde un grupo de vecinos bañó la estatua de un santo en una cañada, rezando para que llueva. Lograron el apoyo importante del senador nacionalista Sebastián Da Silva quién en Twitter afirmó: “Acompañamos a esta gente de trabajo en la oración”. En Maldonado también se constató un duro debate entre el intendente Enrique Antía y el empresario gastronómico Martín Pittaluga, propietario del restaurante La Huella en José Ignacio. Pero como ha venido ocurriendo en estos tres años de gobierno, todas las discusiones se establecen en números comparativos con los gobiernos frenteamplistas. Sin embargo, como casi todo en la vida, siempre hay otra posible lectura. Porque detrás de los números siempre hay personas, casi siempre olvidadas.

La seguridad de Heber no es la de los ciudadanos

El ministro del Interior, Luis Alberto Heber, presentó esta semana sus números sobre el estado de la seguridad. Curiosamente el único delito que no se puede ocultar, como el homicidio, tuvo un crecimiento del 25% en relación al mismo período del año pasado. Todos los números de otros delitos presentan una falacia, porque en realidad no refieren a delitos cometidos. Hoy sabemos que algunos jerarcas policiales “acomodan” los datos a la baja, como se denunció en Durazno y Maldonado. También que el 911 estuvo caído en varias oportunidades. Ir a una comisaría es someterse al calvario de perder el tiempo. Desde ningún patrullero se registran denuncias. Y por si esto fuera poco hay mucha gente que se niega a denunciar porque teme represalias. Además después de denunciar en la policía, hay que presentarse a ratificar en fiscalía. Y seguramente, según el tipo de delito, mucha gente está dispuesta a recorrer ese camino, pero mucha otra se niega a perder el tiempo para denunciar el robo de algo que sabe no recuperará.

O sea, los datos proporcionados por Heber no revelan el estado de situación. En mayo pasado el ministro anunció en el Senado que “tenía un plan” para enfrentar la violencia delictiva. Nunca se supo cuál era el tal plan, pero antes de fin de año pasado convocó a todos los partidos políticos para que aportaran ideas. La convocatoria fracasó desde el principio. Ahora anuncia tener otro plan que consiste en recurrir a exconvictos recuperados para que establezcan una suerte de diálogo con los grupos violentos. Pero lo que Heber no dice es que la policía está descabezada. Renunció el subdirector nacional de Policía y tiene a cuatro importantes jerarcas “licenciados” porque están bajo investigación fiscal por el caso Astesiano. Algo que nunca había ocurrido en la fuerza. Y por si fuera poco hay tensiones internas provocadas por las mismas jerarquías que han dividido a la policía entre quienes apoyan el actual modelo y quienes apoyan las modificaciones introducidas por el exministro Eduardo Bonomi. Todo esto en un marco de creciente violencia en el que ya se asumen como casi normales los dos homicidios diarios. Violencia que sufren los barrios más pobres de capital e interior.

Los números de temporada, según de qué lado del mostrador estés

Fue Remo Monzeglio, viceministro de Turismo, quien desató otra importante polémica al principio de enero cuando dijo que este era “el mejor inicio de temporada que había visto en cuatro décadas”. La frase no es ociosa para un gobierno que tiene obsesión por los números. Pero es cierto que vino mucha más gente de la esperada, sobre todo desde Argentina a pesar del cambio y su crisis permanente. El entusiasmo de Monzeglio no se condice con los datos publicados por el propio ministerio de Turismo. En lo que va del 22 de diciembre al 8 de enero ingresaron al país unos 460.000 turistas. El punto más alto de la temporada, porque la información que manejan los operadores turísticos establece que desde el 8 de enero se produjo una caída del 50%. O sea, difícilmente se superen los más de un millón que ingresaron en el primer trimestre del 2016, del 2017 y del 2018, según consta en la web ministerial. Pero aventurar cifras a esta altura no solo es poco profesional, y muy político, sino que se parece más a una adivinanza. Recién cuando se termine la Semana de Turismo y se conozcan las cifras de ingresos además de los datos de recaudación de la DGI y el BPS, sabremos con exactitud los resultados de la temporada para el país. Los daños provocados por la pandemia al sector turístico no se solucionan con una buena temporada. Pero puede que se mitiguen con la actual. Los operadores del sector hotelero de Rocha han sido críticos con el excesivo entusiasmo gubernamental. El intendente de ese departamento, Alejo Umpiérrez, los acusó de “ser frenteamplistas”. Pero un operador que no integra el Centro de Hoteles reconoció que los datos manejados por esa institución son los mismos que tiene él. “Hoy si se busca alojamiento en La Paloma por una semana o 15 días se encontrará una importante cantidad. Pero para febrero casi no hay reservas”, afirmó. Agregó que además hay otro problema, “si yo llevó a dólares lo que facturé en 2018 y luego a pesos, hoy para ganar lo mismo tendría que haber facturado 80.000 dólares, pero si llego a 30.000 tiro cohetes. Subieron insumos y tarifas públicas y tuvimos que mantener o reducir precios para ganar clientes”. Algo parecido ocurre en Punta del Este, donde establecimientos medios tuvieron que salir a competir con tarifas. Les fue bien en los primeros 15 días, hoy tienen una ocupación del 50% y muy escasas reservas para febrero. Al sector inmobiliario le fue mejor, de todas formas tienen una severa competencia con algunas aplicaciones e incluso con los arrendamientos directos que se hacen a través de internet. Pero hay algo que nadie menciona: cómo les va a los trabajadores del turismo. Oscar Andino, dirigente del sindicato de gastronómicos, calificó a los salarios como “miserables”. Según informo el dirigente gremial “el salario de un mozo es de 25.000 pesos, que se complementa con la propina. Pero las situaciones son muy desiguales ya que esa depende del lugar donde se trabaje. En tanto el salario de un cocinero anda por los 80.000 pesos”. Andino agregó que “hay que tomar en cuenta que no se pagan horas extras ni hay días libres”. El sindicato mantiene una dura batalla con los empresarios que “pretenden usar la propina como parte del salario”. Un viejo dicho popular dice que “después de frita la grasa, veremos los chicharrones que quedan”. En líneas generales esta temporada generó una buena ocupación laboral, pero con malos salarios. Nada bueno para el invierno que nos espera.

Antía versus Pittaluga

Una semana atrás uno de los propietarios del restaurante La Huella de José Ignacio anunció que “estaban analizando la posibilidad de instalarse en otro lado, porque se habían agotado del desgaste ocasionado por el reclamo de algunos vecinos, un grupo de cuatro a diez personas, que son poderosos, más recientes y con buenas conexiones". Dijo que buscaba mantenerse cerca de José Ignacio pero casi con seguridad se irían a Rocha del otro lado de la laguna Garzón. Las protestas se ocasionaron por los presuntos ruidos molestos que genera la enorme cantidad de clientes que recibe a diario ese restaurante y algunas fiestas de casamiento que se realizan durante el año. El intendente de Maldonado, Enrique Antía, dijo que “es una empresa privada que puede instalarse donde quiera, si sigue en el departamento, mejor”. Pero a renglón seguido afirmó que “Martín Pittaluga, propietario del restaurante, está acostumbrado a hacer lo que se le antoja”. Al otro día en el programa Doble Click de FM del Sol, Pittaluga se refirió a esas expresiones del intendente y lo hizo en duros términos. “Antia se expresó como si estuviéramos en Paraguay o en una republiqueta. Me extraña que un político diga eso. En Uruguay se respetan las normas y las ordenanzas. Estoy desde los años 90 en José Ignacio y respetamos las normas, como en todo el Uruguay” y se preguntó: "¿Qué soy? ¿El Barón, el príncipe de José Ignacio? Yo no hago lo que quiero”. Agregó: “Nosotros estuvimos en todas las administraciones. La primera de Antía, las otras dos del Frente Amplio, y las últimas dos de él. Son sus administraciones. Ahora yo hago lo que quiero y ahora él viene a controlarme, al final de su mandato. No lo entiendo. ¿Qué es eso?”. Consultado sobre la posibilidad de que este cruce tenga que ver con que es militante del Frente Amplio, ya que durante los gobiernos del FA fue elegido concejal del municipio de Garzón al que pertenece José Ignacio, el empresario reconoció que “podría ser un poco, porque Antía es un hombre muy reaccionario”. Explicó que “tenemos grandes diferencias en cuanto al concepto de desarrollo, ahí me enfrento con el intendente. Hay quienes creen que hay que edificar. La Intendencia no tiene una planificación atrás. Vamos a destruir el San Rafael y construir el Cipriani, y no importa el valor de las cosas. El que hace lo que quiere no soy yo; es él. Él es el que va a la Junta Departamental el 30 de diciembre a hacer una modificación como la de la ordenanza de José Ignacio. Nadie dice nada y él fue el 30 e hizo votar a la Junta porque tenía dos juicios contra la intendencia. Fue él quien vino en agosto a romper las calles cuando no tenía el permiso de Ambiente”, afirmó Pittaluga. La polémica es más que interesante. La Huella no es cualquier restaurante, es el único que durante años ha sido reconocido como uno de los mejores 50 en toda América Latina. Les da trabajo a unas 600 personas, en esta temporada recibe a mil comensales diariamente y tiene que dar número para días siguientes. No ocurre en ningún otro lado. Hace más de 20 años que funciona en ese lugar. Cualquier personaje significativo que llegue a Punta del Este, sea artista, político, modelo o gobernante, pasará obligatoriamente por allí. Tal su prestigio. Martín Pittaluga tampoco es un empresario cualquiera. No se conocen conflictos con su personal; no calla sus opiniones sobre lo que ocurre en el departamemto, el país y el mundo. Durante casi dos años cocondujo el programa Geografías Inestables, junto al periodista Franco Bronzini, en radio El Espectador. Acaba de abrir un nuevo restaurante en Buenos Aires junto al chef Fernando Trocca, lo que le significa dejar de vivir en José Ignacio y pasar con toda la familia a la capital argentina. Pero sin dudas lo que más molesta a Antía no es la basura ni el ruido que pueda generar La Huella. Es la condición de frenteamplista de uno de sus dueños lo que exacerba el ánimo del gobernante. Y sobre todo que no pueda callarlo. Pittaluga nació en España, hijo de padres uruguayos y diplomáticos de carrera. Cuando tenía 18 años agarró una mochila y viajó por el mundo, a los 23 decidió venirse a Uruguay a desarrollar la pasión por la cocina. Y lo hizo con éxito sin igual cuando José Ignacio era muy diferente al de hoy. Para alguien que lleva una libreta con los nombres de quienes considera sus enemigos, como lo reconoció en Canal 11 de Punta del Este, un empresario que lo enfrente seguramente pasa a ocupar un lugar importante en las anotaciones.

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