El presidente Lacalle Pou le sacó una tarjeta amarilla, pero para la tribuna, si hay VAR debió ser roja. Gerardo Sotelo cometió una grave falta, imperdonable para el comunicador principal del gobierno. Lo que hizo no es un comentario personal, no es una simple expresión en redes sociales, es la opinión del encargado del manejo de los Medios Públicos sobre el presidente electo de un país, socio clave en la región.
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¿Cómo se explica llamar ladrón a un presidente que fue elegido por el pueblo en un acto democrático? ¿Cómo se explica que lo haya hecho el máximo referente de los canales de comunicación del gobierno uruguayo?
Pretender relativizar tamaña situación argumentando un desliz personal no se condice con el rol que cumple el encargado de transmitir los mensajes oficiales del gobierno a la sociedad.
Visto con el diario del lunes, el hecho es más grave todavía. Para la tribuna, el VAR debió llamar al presidente Lacalle Pou para que revise la jugada.
Según el diario El País, habitual difusor de los mensajes del presidente, Lacalle Pou consideró que "fue un error importante por la función que ocupa", por lo que resolvió sacarle "una amarilla con pecas".
El mensaje futbolero utilizado resulta demasiado simpático para el nivel de la infracción. Un comentarista deportivo diría: "Si realmente vieron la gravedad de la falta, debieron expulsarlo y no sacarle una amarilla. Esta es la clase de errores que le hacen daño al al fair play, que alimentan el odio, que abren una grieta enorme entre los que aceptan las reglas de juego y los que prefieren pegar una patada artera".
La tribuna en cambio, cantaría algo mucho más duro contra Sotelo, que mejor no reproducir.