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Política Xavier | Inmujeres |

Con la nueva directora del Inmujeres

Xavier: "La desigualdad de género es una injusticia que debe revertirse"

En entrevista con Caras y Caretas, Monica Xavier analizó los principales ejes de su gestión en Inmujeres y las urgencias que demanda el contexto actual.

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En un momento clave para la agenda de género, tras un periodo de gobierno en el que colectivos feministas y especialistas denunciaron retrocesos en las políticas de género, Mónica Xavier, doctora y exsenadora del Partido Socialista, asumió la dirección del Instituto Nacional de las Mujeres ( Inmujeres). Su designación marca un giro en el enfoque institucional, con una apuesta por la transversalidad de las políticas de género y un trabajo territorial que involucre a las comunidades.

En entrevista con Caras y Caretas, analizó los principales ejes de su gestión y las urgencias que demanda el contexto actual: la violencia de género y sus nuevas expresiones, la necesidad de autonomía económica de las mujeres, la falta de financiamiento para políticas de igualdad y la importancia de revertir la subrepresentación femenina en los espacios de poder, entre otras.

En un escenario donde la violencia se recrudece y se diversifica, Xavier propone una revisión de las estrategias para abordarla, considerando su vínculo con el crimen organizado y el consumo problemático de sustancias. Asimismo, se posiciona críticamente frente a las políticas del período saliente, como la penalización del microtráfico que afectó desproporcionadamente a mujeres en situación de vulnerabilidad y la ley de tenencia compartida.

Con una mirada integral, aborda la necesidad de fortalecer los mecanismos de protección frente a la trata de personas y la urgencia de combatir los discursos negacionistas que intentan deslegitimar la lucha feminista. “El vínculo con los colectivos feministas debe ser estrecho y la construcción de políticas públicas tiene que basarse en la evidencia", afirma. En este diálogo, la nueva directora de Inmujeres traza los desafíos y prioridades de su gestión en un momento clave para la agenda de género en Uruguay.

En este mes se habla mucho de la desigualdad de género, ¿qué significa realmente para usted?

Una injusticia que hay que revertir. Por eso, nuestro norte en la política del Instituto, del Ministerio de Desarrollo Social y del Gobierno frenteamplista es la igualdad y la justicia social. Estas cosas se van conquistando paso a paso y en todos los planos. Remover las desigualdades de género tiene que ver con un cambio cultural que supone muchas acciones, en todos los planos.

Asume la dirección de Inmujeres tras la gestión de Mónica Bottero, con un cambio de signo político, ¿qué impronta buscará imprimirle al Instituto?

La política que vamos a llevar adelante, desde un ministerio como el de Desarrollo Social, tendrá una fuerte impronta en los territorios y apostará al involucramiento de las comunidades. Para nosotros, es clave entender que las sociedades se transforman a sí mismas y que, más allá de una política muy bien diseñada, si no logramos ese involucramiento de la gente en lo que queremos transformar, es muy difícil.

¿Y cuáles serán los principales lineamientos de su gestión para el próximo quinquenio?

El principal lineamiento será la transversalidad que nos imponen las leyes y nuestra concepción de que tenemos que atravesar todos los niveles del Estado y los tres niveles de gobierno. Tenemos mandatos legales para que eso se haga de manera conjunta con los mecanismos de cada uno de los ministerios, de cada uno de los resortes públicos.

Les vamos a dar una importancia particular a algunos temas como la violencia y sus diferentes manifestaciones, que la han tenido a lo largo de la historia del Instituto de las Mujeres, pero haciendo énfasis en la autonomía económica de las mujeres, algo que consideramos fundamental para poder trabajar en la respuesta a las situaciones de violencia. Por ese camino van a transcurrir nuestras principales acciones.

¿Cree que hay alguna política desarrollada en el último periodo que no fue por el camino correcto y debería revisarse?

Siempre hay que revisar todo, eso es parte del quehacer político. En este caso, sobre lo recorrido, vamos a proponer otras cosas completamente diferentes. Por ejemplo, un trabajo muy decidido en el tejido social.

La violencia de género sigue siendo una de las problemáticas más urgentes, por lo que parecería necesario un cambio de estrategia en su abordaje.

Sin dudas. Hay consensos en cuanto a la necesidad de estudiar los cambios que se han dado en la sociedad. La violencia de género está atravesada por otras expresiones de violencia como el crimen organizado, el narcotráfico y por el consumo problemático de sustancias, que también lleva a muchas otras formas de violencia. Entonces, esa realidad tiene que suponer cambios en los énfasis de las políticas, pero además una capacitación para quienes tienen que llevar adelante las políticas, que actualmente sienten que no tienen todos los instrumentos como para enfrentar esta complejización de la violencia en nuestra sociedad.

Existen críticas sobre la falta de financiamiento para políticas de género. ¿Cree que el presupuesto actual de Inmujeres es suficiente para abordar los desafíos?

No, no es suficiente y difícilmente algún día podamos decir que sí lo es. Actualmente, debido a esta diversificación de las formas de violencia que debemos abordar, necesitamos tener mayor cobertura en el territorio, de los sistemas de respuesta y tener más líneas de trabajo. Por ejemplo, hay que conceptualizar y trabajar de mejor manera la violencia vicaria, que lamentablemente ha tenido mayor expresividad en estos tiempos, que no es otra cosa que la violencia de género ejercida sobre los niños y niñas para hacerle daño a una mujer. Además, necesitamos ampliar algunos servicios en lo referido a la trata de personas, tanto con destino a la explotación sexual como la trata laboral. En tiempos en los que la movilidad de las poblaciones aumentó, y particularmente en nuestra Latinoamérica y el Caribe, muchas veces esas mujeres son víctimas de redes de trata y allí tenemos que mejorar nuestras respuestas.

En los últimos años, algunos colectivos feministas vienen denunciando que, tras la asunción del Gobierno de la coalición, hubo ciertos retrocesos en materia de género y derechos. ¿Comparte esta visión?

Sin duda. Las mujeres que por cometer microtráfico en las cárceles recibieron una pena de más de cuatro años, no excarcelable, y tuvieron que criar a sus hijos menores tras los barrotes, lo pueden atestiguar. Este fue un verdadero disparate vehiculizado a través de la Ley de Urgente Consideración, que disparó la tasa de prisionización de las mujeres en un país que tiene un drama con relación a la proporción de presos cada 100.000 habitantes.

Otro ejemplo clarísimo fue la llamada Ley de Tenencia Compartida, que pretende negar la existencia de la violencia y las consecuencias que tendrían sobre nuestros niños, niñas y adolescentes. Estamos convencidas de que un padre que ejerce violencia contra una mujer seguramente no sea un buen padre. Además, ha surgido una impronta negacionista que pone a la mujer como alguien que miente para obtener determinados beneficios, en situaciones terriblemente dolorosas. Si se tiene conciencia sobre todos los recorridos que tienen que hacer las mujeres cuando son víctimas de violencia doméstica y, en particular, los cambios internos que deben hacer para enfrentar la situación, es increíble que estemos frente a esos discursos negaciones.

Siguiendo con el tema de los discursos, desde algunos sectores políticos se vincula al enfoque de género con “ideología de género”, ¿cómo se posicionará Inmujeres frente a estos relatos?

Creo que hay que hacer una enorme labor pedagógica para que se reconozcan las diferencias de estos conceptos, para que podamos hacer un efectivo cambio cultural en el sentido de ser todos más responsables, de reconocer las desigualdades y ser mucho más equitativos. Ojalá podamos avanzar en ese sentido, en la comprensión de los temas, porque creo que por allí va el verdadero combate a los discursos de odio y negacionistas.

En términos de participación política, las mujeres y disidencias siguen subrepresentadas en espacios de poder, ¿qué acciones se deberían promover para fomentar el liderazgo femenino en distintos ámbitos?

Sí, en materia de participación política, y en particular en el Parlamento, estamos subrepresentadas porque la región avanzó mucho y nosotros no, pero también subrepresentadas, increíblemente, con relación a nuestra propia historia, ya que fuimos pioneras de muchos avances civiles para las mujeres. Necesitamos trabajar esos temas de una manera en la que podamos entender que no se trata de desplazar a los varones, se trata de compartir el poder y de que es inexplicable que deleguemos nuestras responsabilidades y derechos en función de que lo harán los hombres y lo seguirán haciendo bien. Nosotras queremos que se entienda que el 52 % de la población tiene derecho a tener una representación acorde en todos aquellos lugares donde las cosas se deciden para todos, en las esferas políticas, pero también en las de las organizaciones sociales, en particular de trabajadores o las organizaciones empresariales.

El movimiento feminista ha sido un actor clave en la agenda de género, ¿cómo imagina que va a ser el vínculo de Inmujeres con los colectivos feministas y qué rol le gustaría que tomen?

El vínculo debe ser lo más estrecho posible, sin perder de vista que cada una de nosotras tiene un rol a jugar en esta lucha. Lo hicimos a nivel del Parlamento, cuando determinadas leyes supusieron un enorme protagonismo de las organizaciones sociales en coordinación, tratando de generar sinergias y potenciar el rol de cada uno. También con la Academia. Ninguna política pública puede crearse sin estar basada en evidencia, por lo tanto, ese triángulo virtuoso tiene que poderse recuperar y profundizar.

Si pudiera implementar una sola política en favor de las mujeres, ¿cuál sería y por qué?

Hay un tema que me tiene enormemente preocupada y es la violencia sexual hacia niñas y niños. A las personas que sufrieron este tipo de violencia, cuando las encontramos de adultas, se les ha roto la vida. Uruguay asiste año a año a cifras extraordinariamente altas de violencia sexual contra nuestras niñas y niños. Tenemos que poder, con otros organismos del Estado, encadenar respuestas que hagan que podamos acompañar a esas niñas y niños frente a estos dramas de vida. Entonces aspiro a que el Poder Legislativo apruebe a la brevedad la imprescriptibilidad de los delitos sexuales. En ese sentido, pienso articular con las diferentes bancadas el diseño de una estrategia sobre todas las normativas que son imprescindibles, pero también un vínculo muy estrecho con el Inau y poder, entonces, tener una línea de trabajo para un tema en el que creo que Uruguay asiste paralizado a las cifras y que tenemos que poder dar respuesta.

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