El pasado viernes el directorio de OSE aprobó por mayoría oficialista, sin voto del representante frenteamplista, Edgardo Ortuño, los pliegos para la licitación de la construcción del proyecto Neptuno. Se trata de una iniciativa privada que implica la creación de una planta potabilizadora sobre el Río de la Plata, en la zona de Arazatí del departamento de San José, con el objetivo de abastecer a familias de Montevideo y del área metropolitana.
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La aprobación de este documento no estuvo exenta de controversias. Según consignó El Observador, el gerente general del organismo, Arturo Castagnino, presentó un pliego alternativo con varias modificaciones al proyecto inicial anunciado en noviembre por el presidente Lacalle Pou. La alternativa se presentó como una “optimización”, pero no conformó al presidente de OSE, Raúl Montero porque aumentó los costos del proyecto en unos US$ 50 millones, alejándose del presupuesto aprobado por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).
La negociación no fue fácil, se requirieron dos horas de cuarto intermedio y la intervención del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado. Finalmente, con la aprobación de las modificaciones, la planta producirá más agua potable, 200.000 litros por día, se construirá una reserva de agua bruta de mayores dimensiones y se utilizarán tuberías de mejor calidad. Todo esto aumentó el costo del proyecto, que pasará de US$ 210 millones a US$ 258,7 millones. Lo que sigue es la adjudicación a un privado de la construcción de la nueva planta potabilizadora de agua y su mantenimiento por 20 años. Uno de los cuestionamientos es que no está claro si pasa a ser propiedad de OSE directamente o si se la debe comprar a sus propietarios.
Si bien el proyecto Neptuno fue aprobado por el directorio de OSE el 16 de noviembre de 2022, cuenta con el rechazo del sindicato de OSE, del Frente Amplio, de varias organizaciones sociales y de referentes de la esfera académica, quienes lo plantean como un intento de privatizar el agua, una vulneración a los derechos de los trabajadores y un mal negocio para el país. Además, existen informes técnicos de OSE que confirmaron que la planta no podría producir agua potable todo el año, si se le quita el pólder.
Y además...problemas ambientales
Un grupo de investigadores de la Universidad de la República (Udelar) emitió en octubre de 2022 un informe titulado “Principales temas ambientales del abastecimiento de agua potable en el sur del país” advirtiendo que “el uso y acceso al agua potable está en riesgo”. Esta afirmación surge de un análisis colectivo generado a partir de décadas de investigación por integrantes del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales (IECA), Facultad de Ciencias y del Centro Universitario Regional Este (CURE), todos ellos doctores (PhD) en temáticas vinculadas a recursos acuáticos y su gestión. Este grupo de trabajo también se puso a disposición para asesorar en forma desinteresada en la búsqueda de las mejores alternativas a este proyecto.
En uno de los apartados de este documento manifiestan la inconveniencia del proyecto Neptuno por lo cual sugieren analizar la situación, así como accionar al respecto. “El proyecto Neptuno implica una enorme inversión para el país, y por ello, su sustentabilidad ambiental debe ser evaluada estrictamente y comparada con otras alternativas para complementar al río Santa Lucía como principal fuente de agua potable. Entendemos que el proyecto planteado presenta una serie de problemas ambientales, que incluso amenazan la soberanía nacional referida al acceso a agua de calidad”. Y agrega: “El Río de la Plata, si bien tiene un volumen prácticamente inagotable, está sometido a la contaminación de cuencas y efluentes sobre los cuales se carece de soberanía”.
Al finalizar el informe, el equipo de investigadores advierte: “La gestión de las cuencas hidrográficas, de los recursos hídricos y el abastecimiento de agua potable en el sur del país es una emergencia de tal magnitud y complejidad que requiere de un análisis interdisciplinario a cargo de un equipo amplio de investigadores y técnicos de instituciones relevantes vinculadas a la temática. Es nuestra intención hacer un llamado a la reflexión colectiva”.
Para profundizar sobre los problemas ambientales que podría traer la instalación de la planta potabilizadora en Arazatí, Caras y Caretas entrevistó a Marcel Achkar, investigador del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales (IECA) que forma parte del equipo que realizó el manifiesto, quien desarrolló las consecuencias más alarmantes del proyecto Neptuno, en orden de importancia: la salinidad del agua -que supera ampliamente los valores aceptables para ser potabilizados-, las cianobacterias y el nuevo colector subacuático de las aguas residuales de Buenos Aires. Con respecto a la salinidad, sostuvo que se trata de “un tema recurrente que generaría el problema de que, en algunos momentos del año, hay que apagar la planta de potabilización”. Y añadió: “Al día de hoy es imposible predecir que la semana que viene, por ejemplo, se presentará un evento de salinidad en esa zona. Ocurre el fenómeno y hay que detener la potabilización”. Por otro lado, el investigador afirmó que, según los estudios del equipo, “se están conformando permanentes floraciones de cianobacterias tóxicas en la zona -sobre todo en la costa de Arazatí- lo que dificultaría continuamente el proceso de potabilización del agua”. Como tercera preocupación, el experto señaló la contaminación que generará el nuevo emisario subacuático de la cuenca del Riachuelo de Buenos Aires, que se adentrará 12 kilómetros en el Río de la Plata. “Genera incertidumbre porque no hemos encontrado ningún estudio que indique cómo se van a mover los vertidos del colector subacuático en el estuario. Entonces, nada nos indica que no llegarán a la costa uruguaya”. Desde el equipo investigador han advertido que, según estudios recientes, con eventos de viento sur se darían las condiciones para que lleguen a la costa uruguaya.
Un proyecto “inútil”
Por su parte, Daniel Panario, docente grado 5 de la Facultad de Ciencias y director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales, también firmante del manifiesto, enfatizó la problemática de la formación de cianobacterias en el Río de la Plata y aseguró que la presencia de estos organismos hace que el proyecto Neptuno se vuelva “inútil”. “Ocurren dos fenómenos, por un lado, la intrusión de agua salada que llega hasta Arazatí y, por otro lado, cuando no llega el agua salada, el agua dulce está bastante quieta debido al poco aporte del río Uruguay, Paraná, entre otros, con lo cual se desarrollan cianobacterias, ya que el agua del Río de la Plata está con niveles altos de fósforo y nitrógeno. Además, en verano, que es cuando se precisaría, la temperatura del agua está alta, lo cual favorece la generación de los llamados blooms de cianobacterias. “Tenemos información de monitoreos vía satelital que confirman que las cianobacterias han estado presentes prácticamente todo el verano, cuando no entraba el agua salada. Por este motivo, es un proyecto inútil. Esa es la verdad”.
El Proyecto Neptuno incluye la creación en zonas cercanas a la toma de agua de lo que denominan un “polder” (que en su acepción original significa: terreno pantanoso que se gana al mar por medio de la construcción de diques y que una vez desecado se dedica al cultivo), con la intención de generar un reservorio que sería utilizado cuando la planta no tenga acceso a agua dulce. Consultado sobre dicha propuesta, Panario expresó: “Lo que van a hacer es lo que los arroceros llaman una ronda, una especie de camellón o dique, pero en este caso, para que el agua no se vaya. Sobre esa construcción echarán agua dulce. Lo que se pretende construir sería un reservorio de agua bombeada encima de un suelo agrícola, al cual se le llama “éutrico” porque son muy buenos para los cultivos, esa es la realidad. En nuestro país tenemos bastante disponibilidad de suelos agrícolas, su inundación no sería el problema, pero la enorme fertilidad de estos suelos que se pretenden inundar, que es muy buena para los cultivos, también lo será para que se desarrollen cianobacterias en ese reservorio, debido a la enorme disponibilidad de nutrientes que tendrán. Sumado a esa riqueza de nutrientes, por la poca profundidad la temperatura del agua será alta, y el agua transparente; finalmente las cianobacterias son seres vivos, fotosintéticos, con lo cual les viene muy bien la fertilidad, la luz y la temperatura”.
Según Panario, para resolver la disponibilidad del agua potable es necesario “en primer término reparar el récord de pérdidas de agua potable que tiene OSE. La inversión debería estar ahí, pero esa inversión se ve que no es buen negocio para nadie. En cambio, el proyecto Neptuno debe ser muy buen negocio para muchos, eso está claro. Por algo lo defienden con uñas y dientes, como dijo el exministro (Adrián Peña). Le creen a la ciencia cuando no tienen más remedio, porque aparece una pandemia que no elige quiénes mueren y quiénes sobreviven. Pero en este tema no escuchan a la ciencia, total los que tienen dinero tomarán agua embotellada, pondrán un filtro sofisticado y no les va a pasar nada. Es una cosa demencial. Hay algo muy raro, cómo se pueden pronunciar contra los propios técnicos de la OSE, que están muy asombrados”.
El investigador insistió en la necesidad de mejorar la situación de la conducción de agua potabilizada del río Santa Lucía, que a su entender “está cada vez peor”, con cañerías “viejas y hechas pelota que pierden más del 50%” del agua ya potabilizada. “Se debiera cuidar esta cuenca cuyo uso tendría que ser fundamentalmente para el agua potable. Afortunadamente es un río con una tremenda capacidad de autodepuración, a pesar de que lo contaminamos, se autodepura. Es un río increíble, por algo lo eligieron para llevar agua a la pequeña población de Montevideo en 1870, aun cuando tenían otras fuentes más cercanas y por tanto más baratas”. Y añadió: “Si reducimos las pérdidas a la mitad, obtendríamos más o menos el equivalente de lo que, supuestamente, va a producir el proyecto Neptuno y sin eventos de salinidad ni cianobacterias “; además esas pérdidas hay que solucionarlas sí o sí, son cañerías muy antiguas que cada año perderán más agua”.