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LA FAMILIA ROMAY Y CANAL 4

RICOS Y FAMOSOS

Por Alberto Grille

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Desde siempre las telenovelas han sido sinónimo de Monte Carlo Televisión, Canal 4. Ya fueran telenovelas de la tarde o de la noche, el corazón latía con más fuerza al ritmo de la televisión. Sin caer en las distinciones que hacen en Italia entre estas y los “tele-romanzos”, las “comedias de amor y sacrificio” siempre fueron un punto fuerte de la programación del 4 y un motivo diario para llorar, sufrir o enamorarse.

Con éxitos como “Celeste siempre Celeste” y “La Usurpadora”, conquistaron al  público y al rating. Producciones de México y Argentina pasaron por su pantalla llegando a miles de uruguayos. En estos días que corren las telenovelas vienen de Turquía, pero las premisas invariablemente son las mismas: amores contrariados, disputas familiares, poderosos que hacen lo que quieren, mujeres dominantes, muchachitas ingenuas y hombres maduros sin escrúpulos. La historia se repite mil veces y siempre interesa. Lo que llama la atención es que Monte Carlo haya tenido que ir hasta Turquía a buscar su último éxito telenovelesco, cuando con la fabulosa actuación de la discreta  familia Romay, Monte Carlo ha “producido” una telenovela que supera a cualquier historia de ficción, que en esta oportunidad  no está destinada a la pantalla chica y que muchos quieren mantener oculta.

Es una interminable saga con intrigas familiares y poder político que gira en torno a una mujer casi centenaria. Una historia con todos los ingredientes de una trama que pocos conocen y muchísimos ni siquiera imaginan. Todo comienza en 2003 al morir Daniel Mario Romay Salvo, intestado, casado en únicas nupcias con Zelmira del Castillo Bentancur y sin descendencia.

De acuerdo a la ley, su importante patrimonio debió distribuirse de tal manera que los bienes que les habían sido donados por su madre (María Elvira Salvo Ferreri, doña Matilde) debían retornar a esta, mientras que el resto del acervo sería repartido en partes iguales entre la esposa y la madre.

María Elvira Salvo, quien fundara Canal 4 en 1961, había distribuido sus acciones entre sus descendientes a cuenta de una eventual herencia, por lo que al morir su hijo Daniel (Romay Salvo), sin descendencia, sus acciones debían retornar a ella. Pero eso no fue lo que sucedió, las acciones junto con todo aquello que le correspondía a María Elvira Salvo fueron a parar a manos de Zelmira Del Castillo, esposa del difunto.

Quien nunca había formado parte de ningún tipo de directorio o integrado ninguna empresa, se vio repentinamente directora  de varios de los principales medios del país: Monte Carlo TV (Canal 4), Montecable, Radio Montecarlo (CX 20), entre muchos otros.

Probablemente, bajo la organización de Hugo Romay Salvo, hermano de Daniel y referente del grupo, su madre con casi 100 años (98) cedió sus derechos a favor de su nuera (Zelmira del Castillo) por una cifra irrisoria, postergando los derechos de los hijos de su hijo mayor fallecido prematuramente y sus nietos, derechos por los cuales ellos habían librado intensas batalles legales cuya justicia parece difícil discutir.

En un acto que va más allá de la fértil imaginación de Nené Cascallar, Hugo y Walter Romay, los dos hermanos que aún sobrevivían, pretendieron asegurarse de que todo seguiría como hasta ese momento, en el que disponían de una inmensa fortuna, con Zelmira Del Castillo asumiendo la posición de su difunto marido y evitando eventualmente que otros familiares ingresaran como socios.

Pero el romance pronto terminaría. Al poco tiempo Del Castillo dejó ver que tenía sus propios planes y que no estaba dispuesta a ser un títere de sus cuñados. Concomitantemente, otra disputa familiar por el poder en Canal 4 tenía lugar. Walter Carlos Romay Elorza, propietario de la nuda propiedad del 33% del paquete accionario, con su padre Walter Ángel Romay Salvo, usufructuario vitalicio. Finalmente, el hijo prevalecería y Walter Ángel Romay Salvo perdería el control. Posteriormente, o vaya uno a saber, Del Castillo y Romay Elorza establecerían una alianza para destronar de manera concluyente a Hugo Romay Salvo. El plan de Hugo definitivamente había fallado.

Lo peor que tiene la traición es que sólo la puede hacer alguien en que uno en algún momento ha confiado.

Así comienzan las acciones judiciales, nueve juicios, encabezados formalmente por Maria Elvira Salvo, pero digitados por Hugo Romay Salvo, quien estaba decidido a recuperar los bienes de Daniel y el poder perdido. Los resultados fueron variados y no todas las instancias prosperaron. En 2009, al morir María Elvira Salvo, los juicios pasan a sus herederos los cuales incluyen nietos y bisnietos descendientes de su hijo mayor (Carlos Lorenzo Romay Salvo), quienes hasta ese momento habían sido invariablemente desconocidos por la familia.

Los procesos judiciales continuarían. En 2015 Hugo Romay Salvo desiste del último de los procesos en contra de Del Castillo, siendo continuado por los restantes sucesores de María Elvira Salvo. Manteniendo el perfil telenovelesco, un año después fallecerían ambos hermanos (Walter y Hugo Romay Salvo).

Este último fue víctima de un cáncer, que sus allegados no dudan en atribuir al disgusto que le produjo su “deshonrosa” salida del Canal.

Curiosamente, en agosto de 2016, un mes antes de obtener una sentencia favorable del Tribunal de Apelaciones, Walter Carlos Romay Elorza decide desistir del proceso. De esta manera, finalmente, los descendientes de Carlos Lorenzo Romay Salvo, aquellos que según el plan original habían quedado fuera de todo, terminaron siendo por sentencia de un Tribunal de Apelaciones los únicos beneficiarios del proceso que llevó casi una década y que puso las cosas en su legítimo  lugar.

Pero Doña Zelmira Del Castillo no dudó entonces en llevar todo a una tercera instancia, frente a la Suprema Corte de Justicia, la cual dos años más tarde (2018) no haría nada más que confirmar lo anterior.

Como en las telenovelas o culebrones, argentinas o turcas, la dama glamorosa al final perdió lo que adquirió a través de engaños y manipulaciones.

Tal vez ahora la Ursec, como órgano regulador, y el Poder Judicial deban hacer cumplir la sentencia de la Suprema Corte de restituir las acciones que les corresponden a los descendientes del primogénito de los Romay e indemnizándolos por el perjuicio sufrido, haciendo pagar a Zelmira del Castillo los beneficios recibidos injustamente, los que ascienden a aproximadamente 15 millones de dólares. Hasta ahora la sentencia no se ha cumplido y ni la señora ni sus socios han mostrado ninguna intención de hacerlo.

La señora desconoce la sentencia, ha sido embargada y sancionada por el juzgado correspondiente imponiendo una astreinte de 3.000 dólares diarios por el incumplimiento. Nadie hace nada frente al incumplimiento de Del Castillo,  quien estando actualmente embargada por US$ 8.000.000 con US$ 3.000 diarios de astreintes y eventualmente más de US$ 1.000.000 por concepto de actualización de su deuda, continúa participando en el directorio de las empresas del grupo familiar que naturalmente son más de las que permite la ley.

Mientras Carlos Clarice y Tomás Romay Buero, beneficiarios del fallo, formaron la primera cooperativa con trabajadores en un medio uruguayo (Canal 12 Fray Bentos), el directorio de Canal 4, pese a haber sido intimado, se niega a reconocerlos como accionistas y brindarles información.

¿Serán acaso considerados un ejemplo peligroso en un medio históricamente asociado a los partidos tradicionales? ¿Serán que esperan que este gobierno se demore en aplicar las leyes y el próximo eventualmente ignore la ley?

¿Qué juego están haciendo los ricos y poderosos con los medios de los cuales son permisarios? ¿No será hora de al menos aplicar la Ley y tomar las medidas legales que eviten la concentración de medios y hieran de muerte al oligopolio de medios audiovisuales hiperconcentrados?

 

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