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Sociedad

Santa Catalina: las olas y el miedo

El asesinato de un trabajador de 38 años el pasado 27 de febrero, vecino del barrio Santa Catalina, como producto entre las hipótesis de un intento de rapiña, fortalece en los habitantes de esa comunidad la sensación de haber quedado a merced de la delincuencia, sin respuestas institucionales, al menos, efectivas.

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A causa de ese nuevo asesinato, vecinos del barrio convocaron para el domingo 28 de febrero a concentrarse denunciando la falta de seguridad, pero la prensa no se hizo presente.

Vecinos informaron a Caras y Caretas Portal que viven atemorizados y prácticamente encerrados en su casa, y que conviven con los delincuentes. «Lo que mas nos atemoriza es que todo el barrio y la policía sabe quienes son y donde viven, pero siguen con total impunidad», expresó una de las vecinas.

«Hace unos días realizaron un allanamiento en una de las viviendas donde viven estos rapiñeros, y al rato de irse la policía salieron y robaron a un vecino.»

Otro vecino manifestó a este medio que «la presencia policial es nula. Roban a la gente que sale de madrugada a trabajar en la terminal o cuando se baja de los ónmibus al venir del trabajo; los pocos comercios que funcionan debieron poner rejas y tenemos miedo de andar en la calle, porque muchos son gurises que vimos crecer en el barrio y si se enteran o sospechan que dijiste algo, te la dan».

Otro vecino cuenta que hace poco rapiñaron la carniceria y a los guardavidas de de la playa Punta Yeguas, asi como a trabajadores de la cooperativa que mantiene el parque.

Cuentan alarmados que después de las 17 horas ya se pueden escuchar tiros y cada tanto hay noticias de que coparon alguna casa donde luego venden droga o esconden las motos y objetos robados.

Preguntados que impacto tuvo durante la gestión de Gustavo Leal la demolición de una vivienda usada como aguantadero, los vecinos contaron que «lo que pasó a esa familia no es nuevo. Hay gente que empieza con el microtrafico hasta que empieza a generar deudas y los propios narcos se le quedan con la vivenda o los rompen todo. Lo cierto que el tirar abajo esa casa, que ahi quedó el terreno y no se sabe que van a hacer, generó un desparramo. Muchos delincuentes ocuparon los terrenos nuevos, e incluso está funcionando sobre la calle Burdeos un prostibulo con mujeres cubanas y dominicanas».

Preguntamos por las organizaciones sociales del barrio que siempre tuvieron una presencia importante en esa zona del oeste montevideano y nos contaron que «ni las respetan. A una dirigente social que estuvo en el merendero y otras actividades de ayuda al barrio, se ve que sospecharon que habló con la policía y la golpearon hasta fracturarle una mano y al centro cultural del barrio lo viven robando».

Según los vecinos tambien son frecuentes los trabajos por encargo. A una persona que habian pago dos mil pesospor darle un buen susto, lo terminaron acribillando.

Las maestras de las escuelas de la zona contaron a Caras y Caretas Portal «que los niños estan al tanto de todo lo que pasa dentro y fuera de la casa, e incluso comentan  que cuando los niños escuchan el helicóptero policial es común que comenten como muy naturalmente, «están buscando a fulano que mató o robó a tal».

Las maestras dicen percibir también un quiebre importante de vínculos entre los jóvenes que viven enfrentados como en bandas, pero que por el momento, quizás por su contacto con las familias, las respetan.

En tanto, los vecinos que toman una actitud mas activa con el tema delincuencia porque defienden un barrio de trabajadores, se suman a campañas de escraches por las redes, denunciando a los delincuentes, incluso alguno acusado de integrar el Ministerio de Defensa.

Tambíen los vecinos manifiestan que ademas de tener miedo a represalías, tampoco confian en la actuacion policial; Las pocas veces que se han reunido con el comisario de la secional 24, este alega falta de personal y la unidad móvil que está en el lugar «esta pintada», expresan.

El director de Convivencia Santiago González, expresó a Caras y Caretas que en breve se reunirá con los vecinos y que con algunos ya mantuvo encuentros.

Sergio Lemos

En noviembre del 2013 un funcionario policial asesinó al joven Sergio Lemos, vecino que vivía en Santa Catalina. La indignación d elos vecinos llevó a una serie de incidentes, los primeros dias con choque con las fuerzas policiales. Las autoridades del Ministerio del Interior del momento, decidieron rebajar la presencia policial, y desde entonces cuentan los vecinos, la delincuencia se apoderó del territorio.

Un poco de historia

Santa Catalina, barrio recostado sobre el Rio de la Plata detrás del cerro de Montevideo, nació por los 40, con soñadores de clase media que descubrieron un paisaje majestuoso, y trabajadores de los frigorificos que cumplian el sueño de una vivienda en la playa.

Las politicas neoliberales de los año 90 hizo triplicar la población con gente excluida del trabajo formal y la vivienda, y Santa Catalina, paso en un tiempo meteorico, de un casi pueblo de pescadores, a un barrio de nueve mil familias.

A fines de los 90, una nueva ocupación de terrenos abandonados hizo pegar un estirón al barrio y con la pobreza que ya se avecinaba estallando en la crisis del 2002, aparecio la pasta base, que hizo estragos en buena parte de la juventud de esa comunidad.

Los últimos vestigios de una otrora sociedad constituda por trabajadores ocn una importante red social que permitió enfrentar la crisis económica del 2002, pareco derrumbarse cuando un ex alumno de la escuela, rapiño la farmacia donde trabajanban quienes habían sido sus maestros por varios años.

Postales eran las de antes

En verano Santa Catalina revive su esencia; desde la playa de los pescadores hasta Punta Yeguas, los veicnos del lugar y barrios cercanos, encuentran el refugio y goce de un merecido descanso, posible para su bolsillo.

Los montes que rodean la zona sin embargo, desde hace buen tiempo se han convertido en un museo a la chatarra, a cuenta de los autos robados que son prendidos fuego y abandonados, y las politicas municipales de intervención en el paseo público, no logra detener la tala indiscriminada. El nuevo asentamiento sobre la calle Burdeos, y dentro de él , el conocido como Nuevo Comienzo es bueno aclarar, no son origen ni consecuencia del desborde de delitos en el barrio.

 

 

 

 

 

 

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