Al menos una decena de franceses realizaron una singular protestas en pleno centro de Calais, en el norte del país. La protesta: una ducha simbólica. El motivo: un decreto del Ayuntamiento que prohíbe a las ONG distribuir alimentos y proporcionar duchas a los refugiados. A inicios de este mes la alcaldesa de la ciudad, Natacha Bouchart, firmó una orden que impide la distribución de alimentos a los refugiados cerca del antiguo campo de Calais. La medida pretende evitar el flujo de nuevos refugiados hacia esa localidad, que ha visto intensificada la presencia de efectivos de la Policía. Bouchart, quien pertenece al partido de centroderecha Los Republicanos, cree que la distribución de comida a refugiados podría provocar un «efecto llamada» y atraer a más refugiados a la zona.
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