Cuando se votó el proyecto de ley que habilita a tropas estadounidenses a ingresar a territorio uruguayo para trabajar en la seguridad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mientras participe en la cumbre de líderes del Grupo de los Veinte (G20), dos diputados frenteamplistas desacataron el mandato del Frente Amplio (FA) de dar apoyo a la normativa: el comunista Gerardo Núñez, que se retiró de sala, y el pevepista Luis Puig, que se quedó en su sitio sin levantar la mano. Ante este hecho, considerado un desacato, el presidente del FA, Javier Miranda, propuso pasar a los insubordinados al Tribunal de Conducta Política (TCP). La propuesta de Miranda fue hecha en la Mesa Política, pero como él está impedido de presentar el caso, solicitó a los sectores que lo hagan.
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Según trascendidos, más allá de murmullos en pro y en contra del planteo de Miranda, ningún grupo quiso acompañarlo y es fácil adivinar el porqué: la historia del Frente Amplio está plagada de críticas hacia Estados Unidos y su política exterior, lo que hace que nadie sienta simpatía por quienes la defienden, sus Fuerzas Armadas. De pasar el tema al TCP, el fallo de ese órgano debe ser discutido por el Plenario. A nadie se le ocurre que el pleno frenteamplista pueda cuestionar a dos legisladores que se opusieron al ingreso de tropas estadounidenses. En tal caso, lo probable es que terminen discutiendo en qué estaban pensando los 48 restantes.