La pobreza creciente en Uruguay, fruto de la aplicación de la política económica que prioriza al gran capital, “los malla oro” del presidente Luis Lacalle Pou, es noticia en el exterior. Es el caso del diario mexicano La Jornada que en reciente edición publicó un informe con datos oficiales y testimonios de personas en situación de calle.
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Bajo el título de “Desde otras ciudades. En la próspera capital uruguaya crece la población sin techo”, La Jornada señala que en Montevideo 2.800 personas viven en la calle 24% que en 2021 y 55% más que en 2019, de acuerdo con el último censo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
Fernanda Auersperg, directora de Protección Social, dijo al periódico que se trata de un problema “multicausal” y lo atribuye en gran parte a la situación carcelaria, pues cuatro de cada mil personas están presas y 26 recobran la libertad cada día.
Agrega que de 2.400 personas que pernoctan a la intemperie 53% estuvieron privadas de libertad, la mitad hasta tres veces. “Nunca estuve preso, pero la mayoría de los muchachos acá en la vuelta sí”, dice Alejandro, un cuidacoches de 38 años consultado por La Jornada. Lleva seis años deambulando día y noche por la Ciudad Vieja.
Para Auersperg el aumento del consumo de droga es otro de los grandes desafíos. De acuerdo con las autoridades, la gran mayoría de los que duermen en la calle son hombres de 39 años, en promedio, 90% se droga y 72% lo hace a diario. Las sustancias más consumidas son pasta base y alcohol.
Un ejemplo es de Alejandro, quién afirma: “No me aguanto mis emociones tóxicas”. Dice que fuma cinco o seis lágrimas diarias de pasta base, de $ 100 pesos (U$S 2.5) cada una. “Todos los días quiero dejarla y no puedo”, sostiene. No pide plata para comprarla. “Agarro una escoba, barro una acera, limpio algún vidrio, me ofrezco para tirar basura”, dice. Con eso gana unos $ 800 diarios.
Jorge vende en las ferias cosas que le dona la gente y recibe $ 1.600 por mes. “Me dan de comer los vecinos, gracias a Dios”, indica.
Como 43% de los censados, Pablo Perdomo terminó en la calle hace dos años por ruptura de vínculos familiares. Afirma que no tiene adicciones, pero que fue muy cocainómano.