Esta historia no podría contarse sin reconocer el lugar que ocupa en mi personalidad la curiosidad (fiel amiga) y mi amor por la cultura en general pero, más específicamente, por la cultura árabe, persa e hindú. A medida que conversábamos con la pareja de pakistaníes que viven hace casi una década en nuestro país, no pude evitar sentirme algo orgullosa de que no fueran ajenas a mi conocimiento las referencias culturales, geográficas, literarias y gastronómicas.
Subimos al quinto piso por el ascensor, con la graciosa incomodidad que propicia compartir ascensor por primera vez con alguien. En el apartamento nos recibieron Sadaf y sus dos pequeños hijos; Sadaf nos había invitado a almorzar a mi y a mi esposo comida pakistaní.
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Contacté a Sadaf a través de la cuenta de Instagram de su emprendimiento, Condimentada.uy, donde ofrece talleres sobre condimentos y comida pakistaníes.
Claro que quise saber más.
Sadaf, quien me recibe con el tradicional hijab, que utilizan millones de mujeres musulmanas de todo el mundo, proviene de la ciudad de Rabwah, en Punjab, una de las regiones divididas entre India y Pakistán.
En Punjab se habla familiarmente punjabi, aunque los idiomas oficiales son el urdu y el inglés. El urdu es también el idioma oficial en varias provincias indias y es el décimo idioma más hablado del mundo con 230 millones de hablantes.
El 97% de los habitantes de Pakistán son musulmanes, de forma que el sentido común nos empuja a inferir que los pakistaníes hablan árabe; y si bien pueden leer y comprender el árabe, ya que se recomienda leer el Corán en el idioma original (texto que tuvo el enorme mérito de estandarizar el idioma), no es el idioma oficial, siendo el urdu, con raíz sánscrita y persa, cercano al hindi, la lingua franca.
Sadaf nació y creció en Pakistán; allí estudió matemática, física e informática, pero se casó, quedó embarazada y no lo completó. Luego comenzó su travesía en Uruguay.
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El matrimonio entre Yousaf y Sadaf fue un “matrimonio arreglado”. Yousaf, que si bien nació en Pakistán vivió casi toda su vida en Suiza y Canadá, y es ciudadano canadiense aclara:
“En nuestra comunidad son comunes los matrimonios arreglados. Hay, también, malentendidos al respecto. Arreglados solo quiere decir que los padres ayudan, no vamos a citas románticas, solos los dos, los padres ayudan a encontrar pareja, averiguan y te dicen: ‘yo conozco a tal persona, es de tal familia, es buena persona, tiene buenos hábitos”.
Yousaf es Imam, “un sacerdote”, dice. Dentro del Islam el imam es quien dirige la oración y presta guía a la comunidad. Ambos forman parte de la comunidad islámica Ahmadía; una rama dentro del Islam que se distancia de las posiciones fundamentalistas y reivindica elementos pacíficos y tolerantes del credo islámico. En tanto, Sadaf es la presidenta de las mujeres de la comunidad de ahmadíes uruguayos que forman parte de los 180 millones de musulmanes ahmadíes de todo el mundo.
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Iván Häfliger
“Los dos pueden intercambiar fotos y después conocerse en la casa de la familia, es lo que hicimos también. Después uno decide si quiere casarse o no. Sé que parece muy abrupto, pero como en nuestra religión tener relaciones íntimas antes del matrimonio es pecado (lo mismo afuera del matrimonio), nosotros preferimos hacer estos matrimonios arreglados”, explica la pareja.
Yousaf viajó con su mamá desde Canadá a Pakistán y, aprovechando un viaje formativo, habló con ella y le manifestó el deseo de casarse. La mamá buscó esposa, finalmente se conocieron, se gustaron y se casaron en su tierra natal. Yousaf y Sadaf son misioneros ahmadíes, viven en Uruguay desde hace nueve años porque es el destino al que los envió la comunidad.
Luego del matrimonio a Yousaf lo enviaron desde Canadá a Ecuador, allí aprendió español, Sadaf no podía viajar a Ecuador porque la embajada del país estaba en India, que no tiene la mejor relación con Pakistán. Luego lo enviaron a Uruguay, donde había una incipiente comunidad ahmadí, Sadaf tramitó su visa en la embajada uruguaya, que en ese momento se encontraba en Pakistán y se instalaron aquí en 2016.
En relación a su permanencia en Uruguay Sadaf dice que “están preparados para morir en Uruguay”, pero si la comunidad decide enviarlos a otro país de América o a África lo harían “sin dudar”.
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Sadaf nos hace pasar a la mesa, ella y su hijo mayor, que creció en Uruguay, habían acercado los platos a la mesa mientras nosotros conversábamos en el living con Yousaf. El olfato, nunca deja de sorprenderme, es un portador de memorias capaces de trasladarnos al recuerdo original. Qué máquina del tiempo el recuerdo olfativo. Ahora escribo estas líneas y recuerdo los aromas de la comida, la mezcla de especias.
Nosotros, los uruguayos, escatimamos con los condimentos, sal, pimienta (negra o blanca), y no mucho más, a veces adobo, orégano, tomillo, romero, laurel. Por regla general no conozco muchas personas que cocinen el arroz con más condimento que sal y ajo, a veces.
Pero Sadaf nos ha preparado Pulao, arroz basmati, con carne y caldo de carne vacuna. Al arroz le ha puesto laurel, clavo de olor, comino, cardamomo negro, sal, y se asoman algunas ramas de canela. Fue mi preparación favorita. También hay Chiken Korma, pollo al curry, el plato favorito de mi marido y fotógrafo de la ocasión;
Daal, una preparación pakistaní a base de lentejas; pan Naan, un pan fino especiado y crujiente. Bebimos Sikanjabin, una limonada pakistaní y al finalizar probamos un delicioso postre llamado Gulab Jamun, una suerte de “buñuelos” dijera nuestra cocinera, en almíbar, acompañado de té chai con leche.
Le cuento a Sadaf que he comprobado que los asiáticos comen mucho picante. Cuando nos dan comida “asiática” en Uruguay, “no es como realmente comen, porque ustedes ingieren cantidades enormes de picantes” afirmo, “sí, es así”, asegura Sadaf, “los chiles que comemos, aquí, no hay”, dice que en los talleres utilizan condimentos pero que no utiliza muchos picantes, nos pregunta si nos gusta el picante, le digo que sí, se levanta y se dirige a la cocina, vuelve con un tarro que trajeron de Canadá con mango picante.
Sadaf cree que los mejores mangos se comen en Pakistán. Me atrevo, claro, me gusta el picante y si he apreciado el wasabi o el chipotle, podré con esto. Lo pruebo, es un gusto nuevo, aunque he probado en otras oportunidades mango picante y vaya que es buena combinación, no me hizo llorar como el wasabi y el chipotle pero me ardió por unos instantes el rostro.
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A Sadaf le gusta la gastronomía uruguaya, su plato favorito es el asado, aunque la primera vez que lo probó no le gustó. También dice que cocina seguido milanesas, y las condimenta al estilo pakistaní. Ama las empanadas, las pizzas y el “chivito”.
De Pakistán extraña “todo”, a su familia, sus amigas, que de todas formas, dice, están casadas y viven casi todas en lugares diferentes, aunque se mantienen en contacto. También extraña la comida callejera de Pakistán.
Pregunto a Sadaf si fue muy fuerte el choque cultural, qué cosas le impactaron de nuestra cultura en contraposición a la propia. Asegura que hay algunas cosas que son “muy distintas” pero que no tiene ningún problema con vivir en Uruguay.
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Iván Häfliger
“Aquí no he percibido racismo, nadie me molesta, no me dicen nada en la calle, me miran porque es algo nuevo para ellos ver una mujer con hijab; a veces se me acercan y me preguntan, con curiosidad”, cuenta.
Cree que Uruguay es un país seguro, abierto y libre. “Me encanta”, sentencia.
Entre otras diferencias culturales expresó sorpresa por la enorme cantidad de mujeres que trabajan, aclara que en Pakistán las mujeres también trabajan fuera de la casa, pero menos.
También se mostró sorprendida por lo mucho que fuman las mujeres, dice que en su país no fuman y los hombres fuman poco también.
Opino que originalmente, el profeta Mohamed, había llevado adelante reformas que tendían a mejorar las condiciones de vida de las mujeres de la comunidad, al contrario de la percepción que se tiene hoy día del Islam. Él afirma que es así, “de hecho el Corán indica que el conocimiento es una búsqueda suprema, tanto de hombres como mujeres, pero luego tienes a los Talibanes que no permiten que las mujeres estudien. Con respecto al trabajo, los hombres deben mantener a su esposa e hijos, sin embargo si las mujeres desean trabajar pueden, pero lo que ganen es de ellas”.
Claro que, entre otras cosas, Sadaf notó que los uruguayos son muy poco religiosos, “hay muchas iglesias pero no veo mucha gente dentro”, señaló. La rama del Islam que representan ambos en el país cree en la separación de la religión del estado. Lo descubro cuando casi al final del encuentro nos ofrecen un video de 5 minutos sobre la comunidad Ahmadía y sus fundamentos.
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Iván Häfliger
En Pakistán Sadaf no cocinaba mucho, cocinaba sobre todo su mamá. Pero en Uruguay comenzó a cocinar con más frecuencia, algunas veces para amigos o vecinos que iban a su casa y recibió buenas críticas.
“Siempre quise hacer algo de gastronomía, no sabía qué”, cuenta, pensó en montar un restaurante pero un día una amiga, la profesora de la Universidad Católica y referente de los estudios árabes en Uruguay, Susana Mangana, los invitó a sus clases, para que hablaran sobre el Islam y contaran cómo es su vida.
“En una de estas clases ella mencionó que yo hago comida pakistaní y que es rica”, “se me ocurrió hacer una clase para los estudiantes de comida pakistaní”. Realizó un pequeño taller en su casa al que asistieron tres personas. Fue pequeño pero le gustó la experiencia de enseñar a cocinar y cocinar todos juntos.
Fue así que comenzó la búsqueda de un lugar más amplio para impartir talleres. Al final dió con Mdpaula, un espacio con todo lo necesario para llevar adelante actividades y talleres gastronómicos.
“No sabía si iba a venir la gente”, recuerda, creó una cuenta de Instagram, colocó publicidad y asistieron finalmente 16 personas a los dos talleres de la mañana y la tarde. Eso le dió confianza para seguir adelante con su propuesta. Hace cinco meses que comenzó el emprendimiento y ya ha recibido visitas de influencers y periodistas, como la comunicadora Yisela Moreira. Ahora tiene programados talleres de comida pakistaní para el 14, 20 y 28 de septiembre, pueden escribir a su página de Instagram para solicitar más información.
Quedamos en contacto para una segunda crónica, centrada en la comunidad islámica que han formado en Uruguay.