Vivir en la frontera entre Uruguay y Brasil puede convertir algo tan básico como acceder a un estudio médico en una verdadera odisea. Para muchos usuarios de Rivera, Chuy o Artigas, la salud depende no solo de la enfermedad que los afecta, sino del lado de la línea imaginaria donde se encuentran al momento de necesitar atención. En esa vida cotidiana donde se cruza de país con el mismo paso con el que se atraviesa una calle, cada urgencia se vuelve una lotería.
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Hay pacientes que deben recorrer cientos de kilómetros para hacerse una resonancia en Montevideo o Las Piedras, mientras a pocos metros, del otro lado del límite, hay un equipo disponible. Entre la burocracia, los permisos, las normativas y las asimetrías entre los sistemas sanitarios, la salud se vuelve un ejercicio de resistencia donde el tiempo y, a veces la vida, corre en contra.
"Estamos jugando con la salud de los usuarios (...) En una emergencia, los minutos cuentan. Y acá estamos atados a un límite imaginario", resumió, en diálogo con la Agencia Sputnik, la integrante del Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud Pública y Privada en Rivera, Gretel Rosadilla.
Frente a este escenario, el Gobierno uruguayo y el brasileño han reinstalado la Comisión Binacional Asesora de Frontera con el objetivo de mejorar la atención médica para los ciudadanos. Asimismo, en los últimos meses acordaron avanzar sobre convenios para atención de urgencias, expedición de medicamentos y acceso a la salud en la frontera.
Problema complejo
El subdirector general de Salud del Ministerio de Salud Pública de Uruguay, Gilberto Ríos, dijo a la Agencia Sputnik que la frontera entre Uruguay y Brasil vive una situación sanitaria "compleja".
Según el jerarca, los indicadores de salud de la frontera "difieren para mal" respecto del promedio nacional. "Las personas se enferman y mueren de forma diferente en la frontera", advirtió, destacando que enfermedades transmisibles como el VIH y la sífilis presentan tasas más altas, mientras que patologías evitables -incluida la mortalidad infantil en determinados períodos- siguen siendo un desafío.
En la misma línea, el médico Vicente Cavaliere, integrante de la Federación Médica del Interior (FEMI), dijo a esta agencia que el acceso a la salud en la frontera entre Uruguay y Brasil presenta desafíos crecientes.
"Estamos a unas pocas cuadras de un resonador, pero los pacientes deben recorrer cientos de kilómetros para hacerse el estudio", indicó el médico, quien tiene experiencia laboral tanto en Uruguay como en Brasil y actualmente trabaja en Rivera.
El especialista advirtió que esto también afecta a pacientes que requieren tratamientos continuos, como quienes viajan diariamente a Tacuarembó para radioterapia.
En Artigas
La situación en Artigas no es muy diferente al resto de la frontera entre Brasil y Uruguay, indicaron, en diálogo con este medio, Mariza Marcelino y Ramón Gutiérrez, del Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud Pública y Privada.
Los referentes coincidieron en que existe una "carencia de todo" en la región norte. Para estudios y procedimientos relativamente comunes, las personas deben trasladarse a Salto (noroeste, 200 kilómetros), Tacuarembó (norte, 200 kilómetros), Paysandú (noroeste, 340 kilómetros) o incluso Montevideo (sur, 600 kilómetros).
"La mayoría de los estudios no se hacen acá", apuntó Gutiérrez.
Por su parte, Marcelino señaló que hay personas que esperan "hace un año" para realizarse un fibrocolonoscopio con anestesia. "Cuando ese paciente logre acceder a ese estudio, no sabemos cómo lo van a encontrar. Es una evolución negativa, porque a veces cuando llegan al oncólogo, ya están en fase terminal por falta de estudios. A veces ni llegan al oncólogo", afirmó.
Mientras tanto, Gutiérrez denunció que "se padece dolor y sufrimiento innecesario". "Recursos hay, pero el sistema trabaja en función de los servicios privados y no de los usuarios".
Situación en Rivera
En la misma línea, la referente de los usuarios en Rivera, Gretel Rosadilla, explicó que la frontera seca con Livramento funciona como una misma ciudad en la vida cotidiana, pero no en el acceso efectivo a la salud.
Rosadilla explicó que muchos estudios médicos de mediana o alta complejidad requieren traslados a Montevideo u otros departamentos del sur. "Teniendo la solución acá al lado, en Livramento, tenemos que recorrer cientos de kilómetros. Es absurdo", señaló.
Relató un episodio reciente: su hermano, taxista, fue convocado para trasladar a un paciente desde el hospital de Rivera hasta el hospital Santa Casa de Livramento, porque la ambulancia uruguaya no podía cruzar. "Era un caso grave, y la ambulancia tuvo que quedarse en la frontera. Es una locura", dijo.
Desde el Ministerio de Salud Pública se observa que la región de la frontera dispone de una amplia oferta de servicios de salud en conjunto, pero distribuidos de manera "muy asimétrica" entre ambos lados de la línea divisoria; esto obliga a los pacientes a trasladarse largas distancias para tratamientos que podrían recibir cruzando la calle, indicó Ríos.
Un ejemplo es el de las personas con insuficiencia renal crónica que viven en Artigas: "Deben viajar más de 200 kilómetros, una vez por semana, para recibir diálisis, cuando a 750 metros (del lado brasileño) tienen un centro con la capacidad instalada. Por formalidades legales no pueden cruzar para atenderse", explicó.
Este tipo de situaciones implica costos emocionales, familiares y sanitarios adicionales, especialmente para pacientes vulnerables, advirtió.
Las demoras en el acceso a especialistas y estudios complejos también afectan a personas con cáncer. "El tiempo para diagnosticar y comenzar el tratamiento a veces se estira demasiado", señaló. Esto incluye dificultades para acceder a resonancias, estudios de clasificación tumoral, cirugías y tratamientos como quimioterapia o radioterapia.
"Un tratamiento que podría haber sido curativo termina siendo paliativo porque se llegó tarde", lamentó al mismo tiempo que admitió que los cuidados paliativos "no llegan con la misma fuerza" a la frontera.
Por su parte, Cavaliere sostuvo que el mayor desafío es la falta de recursos humanos especializados en el interior. Señaló que los nuevos especialistas prefieren instalarse en Montevideo o Maldonado porque "no existe un pago diferencial" que incentive su radicación en fronteras.
Trabajo de ASSE
Desde la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), se está acompañando el trabajo del ministerio, realizando un relevamiento de la situación de la frontera con Brasil. El referente técnico de salud en frontera, población migrante y cuestiones étnico-raciales de ASSE, Javier Vidal, dijo a la Agencia Sputnik que a pesar de que existen muchas similitudes entre los sistemas sanitarios entre ambos países, remarcó que la institucionalidad de Brasil es "muy compleja" y hay diferencias generadas por el tamaño de los países y los niveles de gobernanza distintos que manejan ambos.
"Luego de la pandemia hubo un paréntesis y ahora lo que estamos tratando es de recomponer y avanzar en acuerdos de nueva generación que nos permitan atender la población de frontera y establecer un sistema de compensaciones, de acuerdos que no solo garanticen la asistencia, sino que establezcan un sistema de complementariedad que amplíe la gama de servicios que hoy se brindan", añadió.
El objetivo es lograr que algunos servicios que están del lado brasileño puedan ser complementados con los que se brinda del lado uruguayo, agregó.
Para lograr la cooperación hay dificultades de carácter administrativo para justificar y pagar el servicio. Uno de los mecanismos que se analiza es impulsar un sistema de intercambios no monetizables para que las prestaciones puedan regirse por equivalencias, explicó.
Consultado sobre cuándo se tendrían definiciones, sostuvo que se está tomando este año para establecer los objetivos comunes entre ambos países. "El Sistema Único de Salud Brasilero es un sistema altamente descentralizado, el protagonismo que tienen los prestadores locales es distinto a la situación que tenemos nosotros, (...) por lo que nos cuesta un poco articular entre los distintos actores (...) y el diálogo a veces con Brasil es dificultoso. Es por eso que no nos ponemos plazos (...) De hecho, la idea es dejar abierto para que los acuerdos puedan seguir perfeccionándose", añadió.
Consultado sobre si se destina suficiente presupuesto a la frontera, indicó que se pretende potenciar el sistema de prestaciones y contraprestaciones para que los fondos mejoren, pudiendo contratar servicios más baratos o de mejor calidad en radios geográficos más acotados, bajando los costos de transporte o los de traslado, y eso generaría un "ahorro significativo" dentro del presupuesto que ya está asignado, afirmó.
"Profundizando la relación sanitaria en frontera, tendríamos mejores economías", concluyó.
Avances en Brasil
El 28 de agosto, las autoridades de Uruguay y Brasil anunciaron que en enero próximo estará funcionando un CTI neonatal en el Hospital de Rivera que buscará ser el primer paso en la atención binacional.
En septiembre, los ministros de Salud de Uruguay y Brasil instalaron la Comisión Binacional Asesora de Frontera, integrada por representantes de las carteras de Salud y Relaciones Exteriores de ambos países. Uruguay ya designó a todos sus delegados; Brasil completará los suyos en los próximos días.
Ríos informó que el miércoles próximo ambos ministros Cristina Lustemberg (Uruguay) y Alexandre Padilha (Brasil) mantendrán un encuentro en São Paulo, donde esperan anunciar la primera reunión formal de esta comisión.
El objetivo es comenzar en 2026 con experiencias piloto de atención compartida, especialmente en Rivera–Livramento. "Queremos dejar las bases listas este año para que el que viene los primeros proyectos ya estén funcionando", adelantó.