La situación de déficit hídrico ha llegado a una situación límite, con consecuencias. La sequía una vez más nos muestra que es un tema de abordaje indispensable en los más diversos planos, con opciones que varían según sectores, escala de empresas y ubicaciones. La preocupación no es nueva, pero se ha visto agravada por la intensidad y las consecuencias relativas al daño a nivel de la producción, los incendios y el acceso al agua. Nos interesa avanzar en un análisis desde el punto de vista económico y del abordaje en cuanto al entendimiento y las medidas a adoptar de uno de los temas que con razón es hoy el centro de las atenciones.
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Tema de abordaje indispensable
El déficit hídrico es un tema de abordaje indispensable por la relevancia que tiene en Uruguay la producción agropecuaria. Uruguay ha sido desde siempre un país donde el sector exportador ha sido fundamental en su matriz productiva y económica. En los últimos años se ha generado un cambio radical en lo que hace al perfil de la producción nacional. Otro aspecto no menor es la disponibilidad de agua y la riqueza de recursos hídricos que tiene nuestro país, lo que nos ha permitido apuntalar la producción y tener un importante acceso al agua potable, sin dudas uno de los recursos más importantes y costosos que hoy existen a nivel del planeta, tanto para consumo humano, para fines productivos como en su importancia para los recursos naturales. Como tal, el tema agua y lo que hace al tema de disponibilidad, preservación y situaciones de déficit como la actual son claves y deben ser abordados desde aspectos técnicos, científicos y con políticas de largo plazo.
Acumulado de estudios en torno al tema agua y recursos hídricos
Por ejemplo, no podemos dejar de mencionar que en 2017 fue aprobado el Plan Nacional de Aguas como instrumento técnico político para la planificación y gestión de las aguas considerando los diversos usos del “recurso”. Fue aprobado por decreto del Poder Ejecutivo 205/017 del 31 de julio de 2017 con el objetivo de atender en forma integral el agua para un desarrollo sostenible, analizar el acceso al agua y el saneamiento como derecho humano y la gestión del riesgo de inundaciones y sequías. Si bien el Plan Nacional de Aguas es un hito, existen a nivel de nuestro país importantes trabajos científicos y técnicos en lo que refiere al estudio del recurso. Hay mucho material y es un tema bastante bien estudiado. A pesar de ello, existe la realidad de situaciones como la actual, de sequía contingente, las cuales son muy difíciles de prever. Si bien en una mirada estratégica de largo plazo se pueden atender parte de las consecuencias, hay lamentablemente un margen para situaciones de mucha complejidad. El Plan se destaca como herramienta que analiza, sistematiza, avanza en lineamientos de política y seguimiento y proyecta siempre en forma integral.
Sequía como problema y gravedad actual
El tema de la sequía tiene una diversidad de situaciones. En casos extremos como el actual, es muy importante el impacto que viene teniendo a nivel de la afectación económica por su efecto generalizado a nivel de la producción, principalmente cuando se carece de sistemas de riego. De acuerdo con la información oficial se acumulan 3 años consecutivos con anomalías en cuanto a las precipitaciones acumuladas, lo cual configura una situación extrema de déficit hídrico. La estimación del agua disponible en los suelos presenta una realidad crítica en todo el territorio nacional, pero su afectación no es igual a nivel de todos los sectores, rubros de actividad y ubicación geográfica.
Atender la emergencia
Esto ha sido uno de los temas centrales a nivel del país por los efectos de la sequía en la actividad agropecuaria, las dificultades de acceso al agua potable y la existencia de incendios intensos y frecuentes. En este contexto, con precipitaciones que no llegan, se decretó la emergencia agropecuaria, vencida el pasado 24 de enero, la cual se extendió hasta el mes de abril como mínimo, abarcando a los sectores ganadero, lechero y forestal, de horticultura, fruticultura, agricultura, avicultura y apicultura, en todo el territorio nacional. La emergencia implica un conjunto de medidas, que tienen que ver con apoyos de corte financiero y continuidad en algunas medidas que ya estaban dadas o que se sustentan en instrumentos ya existentes. Las medidas de apoyo a la sequía son muy difíciles de evaluar y representan un importante esfuerzo para el Estado y la sociedad en su conjunto. Se ha facilitado la sensibilidad que el tema causa y el avance que se ha tenido en términos de la conciencia agropecuaria, tema históricamente reclamado a nivel de los actores que representan al campo uruguayo y que fue integrado como eje estratégico por el MGAP entre 2015 y 2019 con espacios de atención a los sectores agropecuarios y con mesas y herramientas de trabajo específicas en este tema.
Miradas de largo plazo, algo más que sistemas de riego. El riego es un diferencial, pero no alcanza
Mientras se atiende la emergencia y se toman decisiones de manejo a nivel de las diferentes actividades se ha generado un debate en relación con la importancia de atender a la inversión en riego y otro tipo de instrumentos que cubran esta situación. El tema es mucho más complejo y tiene que verse en más de una dimensión y abordaje. Existen antecedentes de riego pese a lo que fue la Ley de Riego, a la cual sin mucho análisis se le hizo un importante rechazo desprovisto de fundamentos técnicos sólidos. En los hechos, y habiéndose perdido esta normativa que hubiera sido una oportunidad para la inversión, la actividad de riego ha tenido un importante crecimiento y representa un aporte en lo que hace a evitar situaciones como la actual que terminan siendo extremas y a la vez son un diferencial en rendimientos y seguridad en resultados. Al respecto podemos destacar por ejemplo que en Uruguay la superficie total bajo riego aumentó cuatro veces desde el año 1970 (52.000 hectáreas) hasta el año 2015, según datos aportados por el Plan Nacional de Aguas. En ese documento se estimaron “205.000 hectáreas regadas de las cuales: 180.000 son de arroz y 25.000 de otros cultivos”. Y viene creciendo en los últimos años. También se resaltaba que “del año 2000 en adelante, el cultivo de arroz no ha seguido creciendo, sin embargo, se ha expandido la agricultura extensiva de secano pasando de 400.000 a 1.500.000 hectáreas de cultivos entre los años 2000 y 2015 (MGAP/DGRN, 2016). Este fenómeno se debió principalmente al crecimiento de cultivos de verano, en particular el cultivo de soja. El aumento en el precio internacional de los granos y las innovaciones tecnológicas en los sistemas productivos provocaron un gran incremento en el área de siembra y consecuentemente un aumento en el precio de la tierra, lo que ha generado, a su vez, importantes cambios estructurales (MGAP, 2016). El dinamismo del riego en los últimos 10 a 15 años se debió principalmente a la expansión del área irrigada en agricultura extensiva de secano (grano y forrajeros) y luego en pasturas”. El riego ha marcado un diferencial y viene creciendo en otras actividades además del arroz y la caña de azúcar, como la soja, el maíz y otros cultivos. También el rubro hortícola tiene una dependencia. Los sectores lecheros y ganaderos que necesitan de praderas y forrajes también son claramente necesitados de la disponibilidad del recurso hídrico. Este elemento, y más allá de las restricciones en términos de la sequía y dificultades que si bien más intensas en este año también se han dado en los últimos tres años, junto a otras consideraciones de corte económico, ha llevado a la necesidad de transformar muchas actividades hacia un enfoque de sistemas, donde se desarrollan y complementan más de una actividad productiva como estrategia para diversificar riegos en términos de clima, pero también de realidad de mercados y generar complementariedades y economías de escala. Llama la atención en las zonas arroceras la existencia de nuevas infraestructuras para riego de otros cultivos, como soja. La inversión en riego es una necesidad, requiere de esfuerzos e interacción desde lo público y lo privado con diversidad de inversiones y tipos de infraestructura. Pero las mismas deben ser parte de una estrategia país de largo plazo y complementarse con medidas de regulación y de cuidado medioambiental. La actividad productiva genera impactos y en la medida que no se regule la misma y se piense en un abordaje estratégico y regulatorio que avance en sistemas productivos que integren la dimensión ambiental como tal, se seguirá contribuyendo a los efectos que llevan al cambio climático y con él a los eventos extremos. A su vez, existe una realidad económica que atender. No siempre la inversión en riego es viable, ya sea por la escala del emprendimiento, por el ambiente o por la actividad propiamente dicha, con lo cual existe un núcleo de actividades, de empresas, que en situaciones muy extremas pueden estar afectadas y que para ellos se requiere el desarrollo de un mercado de seguros, como instrumento para atender esas situaciones. El mismo puede verse desde el mercado o hasta con instrumentos públicos que puedan generar recursos en épocas de buenos rendimientos y ventas y financiar situaciones de crisis como la actual y a aquellos más desprotegidos. Pensemos que 2022 fue un año récord de exportaciones y que hubiera sido una excelente oportunidad haber generado un instrumento de resguardo solidario con productores de menor escala, o para apoyar instrumentos para atender incendios forestales o dar seguridad al acceso de agua potable en poblaciones rurales. El agua para riego productivo es fundamental pero no dejemos de considerar que existe un trade off entre riego productivo y agua potable para consumo humano. Y de hecho en estos tiempos la afectación es a la producción y también al consumo humano. Una forma de atender los déficits y cuidar el agua es pensar en prácticas que puedan en determinados casos sustituir al riego productivo.
Que no nos deje de sensibilizar
Recorrer el campo uruguayo y ver los cultivos con presencia, sanidad y en colores verdes que muestran rendimientos y calidad, praderas que atienden ganadería y lechería, entre muchos otros ejemplos, es algo impactante. Ver sistemas de riego de represas, sistemas de pivot entre otros, funcionando con importantes niveles de regulación y procesos de autorización es un valor único para un país agroexportador que ha generado una posición en el mundo en base a un acumulado en términos de calidad, cuidado de recursos humanos y una importante normativa. Que se continúe desarrollando un sólido modelo agroexportador depende de mantener un estricto cuidado de los recursos naturales y seguir apostando a la inversión, investigación e innovación y a bienes públicos que dan soporte a la actividad productiva (regulación, controles, infraestructura, entre otros). Esto no va solo, va de la mano del desarrollo social, de un Estado fuerte y del cuidado del medio ambiente, en particular el agua como principal recurso para generar ese “oro verde” fundamental para nuestro país. Estos últimos meses han sido de imágenes terribles, ejemplos de sistemas agotados por la falta de agua, campos sector, algunas producciones arruinadas, animales con riesgos terribles, personas sin acceso a agua, desesperación en incendios en diversas zonas del país en simultáneo, cada vez más personas durmiendo en la calle, aumento de la pobreza infantil como gran retroceso social, miles de familias comiendo en ollas populares. Ojalá pensemos en forma estratégica y de desarrollo pensando como unidad y que podamos invertir en la producción, en la seguridad de la actividad económica, en la mejora sostenida de las condiciones de vida, ambientales y en una conciencia colectiva integral.