Por Linng Cardozo, Valeria Bonomi y Federico Musto
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Los debates electorales se han transformado de herramientas destinadas a proveer información a los electores sobre sus opciones a la hora de votar, a acontecimientos mediáticos de considerable envergadura que, además, encuentran su correlato en las redes sociales. ¿Hay un efecto en las decisiones de los electores de estos eventos de doble pantalla?
Resulta interesante observar las dinámicas de espectacularización de la política a partir de estos eventos televisados. Se parte de la noción de que los medios de comunicación se sustentan en el interés público y son necesarios para la construcción democrática, de la misma manera que formar parte de estas audiencias constituye un ejercicio de ciudadanía (Gamiz, s/f). En este sentido, damos cuenta de un proceso de resignificación tanto de la representación como de la participación ciudadana: la dinámica del debate implica a priori niveles relativos de involucramiento. En tanto espectacularización de la política, el debate se transforma en un artefacto de entretenimiento.
Los debates televisados se introdujeron en América Latina entre los años ochenta y noventa, con algunos antecedentes regionales previos. En nuestro país el debate de 1980 por el plebiscito constitucional propuesto por la dictadura civil-militar ha generado un mojón de referencia en la materia, si bien la obligatoriedad de los debates se promulgó recién en 2019 y sólo para aquellos casos donde los candidatos no alcancen las mayorías absolutas; es decir, para un balotaje (Ley 19.827).
El modelo que abrió camino a esta práctica fue el debate realizado por Richard Nixon y John F. Kennedy en 1960. Además de la imitación algo tardía a este modelo, Giordano (2022) hace una interesante lectura al respecto: a finales de los ochenta y principio de los noventa la autora observa una estrecha relación entre derechas, las formas de comunicación política y debates presidenciales televisados en América Latina en el ascenso del neoliberalismo. Quizás hoy nos encontramos ante un escenario comparable en particular con las derechas emergentes en la región. (Es interesante observar que luego del debate de 1960 entre Nixon y Kennedy se difundió un estudio en donde se dijo que el debate no había incidido en el voto final. Admitimos que es una zona difusa, gris e imprecisa. Es igual que la incidencia de la difusión de las encuestas en el sufragio).
Complot para toser: el último debate en Argentina
Sobre las últimas horas del próximo domingo 19 de noviembre Argentina contará con un nuevo presidente electo: el libertario Javier Milei o el oficialista-peronista Sergio Massa ocupará el sillón de Rivadavia por los próximos 4 años.
Las encuestas indican que el final será reñido, de bandera verde, por lo que existía una creciente expectativa por el desarrollo del último debate presidencial y sus repercusiones en forma de memes, recortes de videos y exégetas de cada candidato que centralizarán la comunicación política hasta el comienzo de la veda, incluido hasta el propio día de la elección.
El escenario donde se desarrolló el debate se repitió -la Facultad de Derecho en la Ciudad de Buenos Aires-, pero no sus reglas: esta vez no se pudo leer, se pudo interrumpir, desplazarse por el escenario e interactuar con el otro candidato. Y estos cambios se notaron en el devenir del debate. En ese sentido, transcurrió entre chicanas, interpelaciones constantes y algunas (bastante pocas) propuestas. La estrategia de Sergio Massa fue intentar dominar a Milei y limitar su histrionismo.
La primera parte del debate supuso una interpelación a las no tan claras (y polémicas) propuestas del libertario. “Por sí o por no” fue, una vez y otra también, interrogado por el candidato del oficialismo. Esta estrategia le permitió, por un lado, exponer las contradicciones de Milei y, por otro, bloquear la posibilidad de ser interpelado por el muy malo desempeño económico que tiene Argentina y cuya responsabilidad recae, entre otros aspectos, sobre el propio ministro de Economía, Sergio Massa.
También Massa utilizó el segundo eje para cuestionar las expresiones de la Libertad Avanza en materia de relaciones internacionales: particularmente en el vínculo con los Gobiernos de Brasil y China, principales socios comerciales del país vecino. Milei planteó que el comercio internacional dependería exclusivamente de los privados, incluso planteando la posibilidad de triangular para llegar a dichos países.
La segunda parte del debate Massa dejó la ofensiva inicial y moderó su postura. Ya habían pasado su ejes más débiles. Sin embargo, Milei, presa del impacto inicial, nunca pudo contrarrestar aquel embate. Es más, cometió un error de principiante: evocar a Rudolph Giuliani -exalcalde de Nueva York- en el combate a la inseguridad, desconociendo -u olvidando- el vínculo que tuvo con Sergio Massa. Cuando el candidato oficialista fue intendente de Tigre (Provincia de Buenos Aires) las políticas de seguridad estuvieron inspiradas y respaldadas por Giuliani.
Otro aspecto no menor fue el desarrollo de una estrategia digital del comando oficialista en paralelo al debate: durante su transcurso, desde la cuenta de X (ex Twitter) de Sergio Massa se subieron contenidos con las contradicciones de Javier Milei a medida que el candidato oficialista las iba exponiendo; esto fue acompañado de la creación de un sitio web patrocinado y constantes invitaciones a la audiencia a buscar en Google los hechos que el candidato iba denunciando. Alcanza con ver las búsquedas en Argentina a través de Google Trends para medir repercusiones, si bien no es posible a priori anticipar los efectos en el voto por parte de los argentinos. También hubo una contraofensiva desde la militancia por Javier Milei que denunció en redes sociales esta operación, confirmando el desarrollo de otro debate simultáneo en el escenario digital. Esta respuesta fue acompañada de una gira de medios de los candidatos libertarios a la mañana siguiente, en buena medida en respuesta a la débil performance de Javier Milei, justificada, entre otras cosas, por un coro de toses liderado por Sergio Massa.
En definitiva, quedó evidente que Massa y su equipo prepararon todos los detalles del debate, considerando la importancia que podría tener en el resultado final. Por su lado, Milei quedó expuesto en sus propuestas, su improvisación en el debate -con dejo de amateurismo- y en el déficit para controlar la conversación. Massa fijó la oposición “esto es entre vos y yo” tratando de personalizar el debate y la elección, alejando a Macri y Cristina Kirchner de la conversación. Este 19 sabremos si todo lo anterior incidió en la decisión o será recordada como una etapa más de la política del espectáculo de nuestros tiempos.