El 24 de julio de 1895, el diario El Día, fundado por José Batlle y Ordóñez, publicaba en sus páginas uno de los primeros -tal vez el primero en la prensa- discursos de un dirigente obrero en medio de una huelga del transporte y la construcción. Decía este dirigente sindical hace más de 125 años: “Vemos pues con simpatía el movimiento obrero que se inicia entre nosotros y de sus resultados, del triunfo de sus ideales que llevan por banderas el bienestar humano sin distinción de rangos, sin privilegios, de ese triunfo han de participar los pueblos de América libre y ha de repercutir sobre las instituciones florecientes”.
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Si bien 1895 fue un año “muy fuerte” en las luchas sindicales, también lo fue porque los “sindicatos” pasaban a tener direcciones más estables. Las huelgas en este país, Uruguay, con dictaduras militares y sin ellas, ya animaban las calles de la capital y algunas ciudades del interior. Las represiones eran siempre salvajes, terminaban con muertos y heridos. Había influencia de los anarquistas e integrantes de la Primera Internacional, que eran trabajadores que eran expulsados de sus países, que estaban en una franca expansión industrial, como lo eran Inglaterra, Francia, Suiza, Austria y regiones de la actual Alemania, entre otros. El Uruguay del siglo XIX tiene muchos muertos olvidados, por todos, al igual que los asesinados en las represiones a principios del siglo del siglo XX, fruto de que las oligarquías gobernantes y dueñas del gran capital del campo y la ciudad acumularon mucha riqueza producto de la Primera Guerra Mundial, cuyo escenario fue, casi en exclusiva, Europa.
Es en setiembre de 1901 que se realizará “la primera prohibición de las reuniones de obreros y/o trabajadores”, pero aun así a principios de siglo las huelgas y los paros en el puerto, en los tranvías, ferrocarriles, saladeros, construcción, los carreros, sastres, gráficos, maestros se realizarán igual. Muchas de ellas se reprimían con saña increíble, inimaginable para el mundo moderno de hoy. ¿Cuántas fortunas de familias de ilustres apellidos se acumularon en aquellos tiempos?
Si bien es cierto que la esclavitud en este país ya había sido abolida, no se había abolido la servidumbre, el trabajo de sol a sol por la casa y la comida, a las órdenes del patrón las 24 horas del día. No solo en el interior profundo, sino también en las ciudades y la propia capital.
Me ha venido a la memoria un estancamiento, que vi y presencie a orillas del arroyo Pantanoso, en 1964, en una represión de la Policía contra los obreros de los frigoríficos. El testimonio de eso salió porque un fotógrafo de El Diario de la noche había tomado una “instantánea” del obrero estaqueado en pleno campo a orillas del Pantanoso. Podemos decir sin temor a equivocarnos que todo lo que tiene de beneficio la clase obrera es fruto de sus luchas, que le fueron arrancando de a poquito al gran capital, con personeros detrás de ellos. Así se le arrancaron asignaciones para sus hijos, el derecho a la jubilación, licencia, aguinaldo, ropa de trabajo, herramientas, aumento de salarios y jornales, seguros de salud y tantas otras cosas. Aunque los más importante fue que tuvieran el derecho a asociarse en su sindicato libremente y la jornada de 8 horas. Estas dos últimas sí que costaron sangre, sudor y lágrimas, por todos los trabajadores mártires que fueron asesinados a lo largo de esa pelea intensa que se fue dando. Por eso el 1º de Mayo es un día de reflexión, de recuerdo y de lucha de los trabajadores del mundo entero. Porque la lucha fue a nivel mundial, más que nada en países industrializados.
La lucha por las ocho horas de trabajo será idea de la central de trabajadores de EEUU y Canadá, que a finales de 1884, resuelven tener como objetivo las ocho horas, pelea que se debería comenzar a dar a más tardar el 1º de mayo de 1886. Las grandes patronales de EEUU contratan a la agencia de seguridad y policía privada, los Pinkerton. Dicha agencia era la que contrataba a los rompehuelgas y krumiros, además de de intimidar y asesinar a los obreros organizados y atentar contra sus locales sindicales. También serán acusados de ser los que tiraran una bomba el 4 de mayo de 1886 en la plaza Haymarket (Chicago). El día 1º de mayo comenzó una huelga general “Por las 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para lo que se nos dé la gana”. Las crónicas de la época dicen fue de un gran éxito, pues pararon unos 500.000 trabajadores en EEUU. En Chicago el paro fue acatado por unos 50.000 trabajadores y la manifestación congregó a unas 80.000 personas.
Casi al finalizar el acto en la plaza Haymarket, alguien tira una bomba que matará a siete policías y resultaran heridos unos 50 producto de la balacera, que efectúa la propia fuerza del orden. En los días posteriores serán acusados ocho dirigentes obreros anarquistas. Ellos serán: Louis Lingg, Oscar Neebe, Adolph Fisher, George Engel, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert Parsons y Hessois Auguste Spies. Es la lucha de estos hombres y miles, decenas de miles como ellos, la que logrará la reducción de la jornada laboral. Los grandes medios de prensa, entre ellos el Chicago Time, los acusaran de: brutos, consejeros de disturbios, pillaje, incendiarios, asesinos, rufianes, cobardes, ladrones, criminales. Luego del juicio que se realizara en 1887, el primero de la lista se suicida en la cárcel con una bomba. A Oscar Neebe y Adolph Fisher les darán una condena de cadena perpetua; cinco años después serán liberados por un indulto del gobernador, pues el juicio fue sesgado y no hubo ninguna prueba contra ninguno de ellos. Es ahí que se comienza a decir que la bomba la tiró un Pinkerton, policía privada contratada por las grandes patronales. Los otros cinco fueron ejecutados en la horca el 11 de noviembre de 1887. Todos subieron al cadalso cantando La Marsellesa, el himno de la Revolución francesa. Albert Parsons dijo como última frase: “Llegara el día en el que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ahogáis hoy. Dejad que se escuche la voz del pueblo”.
En 1888, la Federación de Trabajadores de EEUU propuso, en la reunión de la Internacional de Trabajadores realizada en París, que se tomara como día de los trabajadores el 1º de mayo a nivel mundial. Se aceptó.