El Instituto Cuesta Duarte y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentaron un estudio sobre el “impacto de la pandemia en el mercado de trabajo y la nueva ley de promoción de empleo”, que recibió sanción definitiva en junio pasado.
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El estudio constata en primera instancia un hecho ya conocido por los estudiosos de la materia: “la llegada de la pandemia con su consiguiente crisis económica y social no hizo otra cosa que agudizar los problemas que ya venía arrastrando el mercado laboral” en los últimos años.
Como consecuencia del confinamiento provocado por la pandemia, “la tasa de actividad y empleo respectivamente se desplomaron”. “Durante el segundo trimestre de 2020, el período más crítico desde el punto de vista del impacto económico y social, la tasa de empleo bajó hasta 52,9%. Fueron casi 90.000 puestos de trabajo perdidos en dicha coyuntura”, reza el informe.
Además, en ese duro trimestre de 2020, “el total de trabajadores percibiendo un subsidio (de desempleo) superó los 180.000, lo que representa más de un 20% del total de asalariados privados que cotizan a la seguridad social”.
Según el estudio, luego de esta situación crítica “las tasa de actividad y empleo han tendido a recuperarse aunque todavía no han alcanzado los niveles previos a la pandemia, y lo registros más recientes parecen dar cuenta de un cierto estancamiento”.
Desigualdades por sexo y franja etaria
El informe también consigna el deterioro del empleo causado por la pandemia según sexo y tramo etario. Históricamente son las mujeres y los jóvenes quienes han presentado los peores indicadores, “con brechas muy importantes que se han mantenido a lo largo de los últimos años”.
Sin embargo, la caída del empleo durante el segundo trimestre de 2020 afectó de igual forma a hombres y mujeres, y la recuperación posterior también alcanzó a ambos colectivos.
En cuanto al tramo etario, la situación es distinta. El estudio aclara primeramente que la tasa de empleo de los menores de 25 años suele ser bastante más baja que la de los mayores de 25 años. El impacto de la pandemia agudizó esta desigualdad histórica.
De acuerdo a la investigación, “mientras que para los trabajadores mayores de 25 años el impacto luce menos intenso y la recuperación es clara, para los trabajadores más jóvenes la caída ocurrida hacia el segundo trimestre de 2020 es más profunda y posteriormente quedó estanca en ese nivel”.
La tasa de empleo en 2019 se ubicaba en 31% y en período más crítico de 2020 bajó a 25% y se mantuvo muy cerca de ese nivel durante el resto del año. “Es muy claro como el impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes”, expresa el estudio.
“La desocupación para los menores de 25 años creció sostenidamente desde que irrumpió la pandemia. Hacia el último trimestre de 2020, la tasa de desempleo de este colectivo fue de 35,5%, muy por encima del 7,0% registrado para los trabajadores de 25 y más años de edad”, se agrega.
Salarios sumergidos
Otro indicador de empleo sumergido en el caso de los jóvenes es el salario real. El informe indica que “los salarios reales aumentaron sostenidamente hasta mediados del año pasado en que, producto de los lineamientos dispuestos por el Poder Ejecutivo, el proceso se revirtió con una caída acumulada de 4,3% al inicio de esta novena ronda de Consejos de Salario”.
Para el Instituto Cuesta Duarte un “salario sumergido” es aquel menor a los 25 mil pesos líquidos por 40 horas semanales. Durante 2020 “más de 650 mil ocupados no llegaron a cobrar ese mínimo, representando un 42% del total”.
Entre los trabajadores jóvenes, quienes cobran menos de 25 mil pesos líquidos alcanzan un 69% del total, y el 19% de ellos no llega a los 15 mil pesos. “El análisis mluestra que tan sólo un 7% gana entre 35 mil y 50 mil pesos, mientras que sólo un 4% supera esta última cifra”, consta en el estudio.
El informe concluye que “los jóvenes no sólo enfrentan desempleo mucho más alta y niveles de informalidad significativamente mayores, sino que son quienes perciben remuneraciones más bajas, un resultado en principio esperable por su posible menor formación y capacitación, pero en una magnitud exageradamente alta que evidencia la inserción excesivamente precaria de este colectivo en el mercado laboral”.