En el final de esta historia no hay misterios: la Justicia argentina, con elementos calificados como más que suficientes, dictaminó prisión perpetua para Nahir Galarza, de 19 años, por asesinar a su novio, Fernando Pastorizzo, de 20 años de edad. El joven fue ultimado por dos disparos con un arma 9 mm, de uso del padre de Nahir, que es policía. El crimen ocurrió el 29 de diciembre en Gualeguaychú, República Argentina. La sentencia tiene el agravante de que el muerto era novio de la asesina, aunque ella lo negara, asegurando que sólo se encontraban para tener sexo, pero los mensajes de WhatsApp dicen otra cosa: dejan clara una relación de pareja enfermiza donde el bloque y desbloqueo constante forma parte de la «convivencia» mantenida. Los amigos de una y otro dicen que la relación era sumamente violenta. Los de Nahir, aseguraron que ella era la víctima; los de Fernando, la pusieron en el lugar de la victimaria. La muchacha declaró que él se drogaba y la obligaba a mantener relaciones sexuales, pero la autopsia demostró que, al menos en la noche del asesinato, Fernando no había consumido ni drogas ni alcohol. Aparte, sus amigos presentaron audios del joven cuatro días antes de la ejecución, donde llorando les decía que Nahir y su amiga le habían golpeado a la salida de un boliche de nombre Bikini y mostraron fotos de Fernando con el ojo hinchado. Lo cierto es que, a la postre, fue ella quien mató al joven, que lo hizo con un arma que se debe preparar para tirar, que luego se fue a dormir y que esperó a que la Policía fuera a buscarla. Sus declaraciones fueron inconsistentes: en la primera, dijo que le había disparado por delante y luego por detrás; en la segunda, cambió la versión y los disparos habrían sido a la inversa. Según relató, habían mantenido relaciones sexuales en la casa de ella, él se había puesto violento, agrediéndola físicamente y luego salió manoteando el arma de su padre [del de Nahir] de arriba de la heladera. Subieron a la moto y él conducía a alta velocidad. En determinado momento, el vehículo se bamboleó, ocasión que Nahir habría aprovechado para sacarle el arma y disparado por atrás, se asustó, se agachó para ver al muchacho y se le volvió a disparar. Entonces se fue para su casa. Entre tanto disparate de terribles consecuencias, la familia de la asesina contrató a un manager de famosos, Jorge Zonzini, con la esperanza que le diera a Nahir una buena imagen ante la opinión pública, para ayudarle en su defensa. Esto, lejos de ser beneficioso, resultó contraproducente, porque tratar de demostrar que se es «una chica normal», haciendo hincapié en una bonita silueta cuando su portadora está acusada de homicidio, parece ser de lo más inapropiado para un público «normal». Sin dudas, no fueron esos desaciertos los que terminaron con Nahir Galarza en la cárcel, pero sí pueden ser parte de que la Justicia y sus colaboradores, desde los policías hasta los profesionales en psicología y semiótica, miraran con lupa cada detalle de la vida de esta joven, intentando develar qué lleva a una reina del Carnaval a convertirse en una asesina a sangre fría.
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