Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Arte y cultura | Transfabulas | teatro | trans

Transición y transformación social

Transfábulas en el teatro: "El futuro es no binario o no será"

Transfábulas: la primera obra nacional con dramaturgia, dirección y elenco travesti-trans se presenta en el Teatro Stella D'Italia durante octubre y noviembre.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Transfábulas reúne un conjunto de monólogos que entrelazan lo fantástico y lo crudo, lo onírico y lo testimonial. En un universo donde se expanden narrativas disidentes del binarismo de género, iluminan presencias y generan nuevas preguntas para la sociedad y el público.

Seleccionada por el Programa de Fortalecimiento de las Artes, con dramaturgia y dirección de Eli Aurora Garrone, creadora escénica y referente emergente en diseño y puesta teatral, la obra se presenta en el Teatro Stella D’Italia durante octubre y noviembre. En escena participan artistas como Gaia Marichal, performer drag y visual; Eva García, actriz y performer; y Brava Caballero, Maja Cabrera y Lucía Senra, intérpretes que aportan sus recorridos diversos en artes escénicas, visuales y performáticas. Juntas construyen un lenguaje común que mezcla laboratorio artístico, experimentación estética, militancia política y poética escénica. Las entradas pueden adquirirse aquí.

Dicen que hacer esta obra es significante y sanador porque son experiencias que vivieron en carne propia, atravesadas por la ficción fantástica. Dicen que la fantasía ayuda a atravesar la crudeza desde una perspectiva onírica y dulce que abraza y contrasta en relación con la violencia y la marginación. Dicen también que no les interesa ser parte de la escena teatral sólo como un acceso a través de una cuota: que les importa que se reconozca en el trabajo la competencia y la idoneidad técnica y artística.

Transfábulas se mueve entre las voluptuosidades de lo drag, entre las metamorfosis de figuras fantásticas y la experiencia trans vivida en primera persona. Es una obra que propone ternura, irreverencia, potencia y vulnerabilidad compartida. Abre un espacio de encuentro para la comunidad. Invita a replantearnos qué cuerpos están en escena y qué voces elaboran narrativas sobre la sociedad que somos. Nos interpela acerca de cuáles son las particularidades hermosas y dolorosas que atraviesan las disidencias, y también cuáles son las cosas que nos unen como humanos y tenemos en común. Porque, en definitiva, aunque sea de diferentes formas y desde lugares de privilegio distintos, todos queremos ser deseados, amados, valorados, y reconocidos por nuestra capacidad para trabajar y expresarnos.

En el episodio #18 de Atardecer naranja, conversamos con Eli Aurora Garrone y Gaia Marichal sobre el proceso creativo de la obra, sobre por qué la experiencia trans puede ser una experiencia de libertad política y sobre su perspectiva sobre el lugar de las disidencias en el ambiente escénico y laboral de Montevideo. Invitamos a ver la entrevista completa y a seguir acompañándonos todos los jueves a las 18 hs en los canales de streaming de Caras y Caretas.

Embed - Atardecer Naranja #18. Gaia Marichal / Eli Aurora Garrone

Acentos mágicos para enunciar horrores

Contaron que en un primer momento de este proyecto, se contactaron con Camila Sosa Villada y le propusieron hacer una versión teatral de su novela “Las malas”. Ella les contestó que no era posible por temas de derechos, pero les invitó a explorar y construir mundos propios. ¿Qué tomaron de “Las Malas” como referencia para empezar a habitar sus experiencias personales? ¿Qué otros referentes travestis y trans sienten que las han influenciado en su poética personal y en la composición de “Transfábulas”?

Eli Aurora Garrone (E.A.G.): La dramaturgia fue un proceso tradicional, de sentarme a escribir por año y medio y corregir. No fue tan laboratoriada, cuando llegaron ya estaba el texto existente. Creo que lo que tomé de “Las Malas” es la utilización del fantástico para enunciar ciertos horrores.

Me acuerdo una entrevista de Mariana Enríquez en la que ella decía que ella sentía que “Las Malas” estaba como muy encastillada en realismo mágico cuando en realidad utiliza el fantástico o los acentos mágicos para enunciar horrores que no son enunciables desde otro código. Creo que eso un poco toma Transfábulas.

Gaia Marichal (G.M.): A mí me pasó que siento que me inspiraron mucho como referentes las amigas que conozco. Real, me pasa eso. Pila de cosas me hacían acordar a referentes nuestros, nacionales, que son amigas. Las trabas que ya caminaron antes, que tienen tremenda actitud, que se plantan de una manera re zarpada. Siento que en mi caso eso está ahí. Tengo de referente a las amigas.

E.A.G.: Hay algo también de Alberto Restuccia también. Que si bien, nada que ver el código de él, no puedo no pensar en él como un antecedente, como alguien que puso su obra y su cuerpo para que hoy yo pueda tener también acceso a ser leída y a ser recibida en distintas plataformas. Pedro Lemebel también. A Susy Shock, en su momento, la llegué a invitar incluso, pero no le daba el tiempo para venirse a estar tantos meses, pero estuvimos hablando con la Susy para que actúe. Hubiera sido Vampira. Y en ámbitos más específicamente escénicos, en Brasil, Renata Caravaggio, es una artista trans que se ha posicionado mucho en el circuito más mainstream. Ha interpretado papeles distintos, no solo papeles trans. Supongo que el futuro irá hacia ahí y ojalá el año que viene podamos tener, un Don Gil de las Calzas Verdes interpretado por un cuerpo trans. Ojalá en el futuro las amigas puedan hacer otros personajes que no tengan que intrínsecamente ser trans y puedan también explorar. Qué potente sería un Hamlet interpretado por una traba. Sería interesante como mínimo.

En otra entrevista plantearon que el tema ha sido muy representado en las tablas pero mayormente habitado por personas cis género. Entonces, ¿por qué les parece importante que estas narrativas disidentes puedan formar parte del discurso público?, ¿y por qué es significativo que esas narrativas puedan ser compartidas y socializadas por personas que pertenecen a la población que representan?

G.M.: Yo creo que es importante porque son nuestras vivencias y hay algo de reparación en eso de poder narrarlas.

Ha sucedido históricamente que las representaciones de los y las cuerpas trans han sido hechas por personas que no son trans. Entonces también hay algo ahí de nosotras habitar ese espacio que está buenísimo y que nos lo merecemos también. Y creo que a la vez es reparador y sanador para todo el mundo.

Habitarlo así en primera persona creo que está bueno y es como sanador para el colectivo.

E.A.G.: Sin dudas, que para el colectivo es significativo. A mí me pasa puntualmente que yo no hago un juicio de valor, no le pongo una carga peyorativa cuando he visto miles de veces un personaje trans en escena siempre lo hace alguien cis. Muchas veces me parece un fenómeno interesante igual, muchas veces es el momento en el que la marica o un hombre gay cumple su fantasía de encarnar y exacerbar su feminidad desde ahí. Es como que encuentran en esa experiencia una vivencia que sin ser trans, pero siendo disidentes de la heteronorma, me parece que también les incrementa la potencia. Yo creo en la potencia de la ficción. De que puedo actuar de vieja aunque tenga 26 años, entonces creo que todo se puede actuar. Milito para eso. Para mí el futuro no es solamente que podés hacer de trans si sos trans podes hacer de trans. Es una ficción y ya. Pero sí lo encuentro reparador en cuanto a que viene siendo un momento en que nosotras podemos ocupar los espacios. Creo también que ha pasado muchas veces que se ha usado al colectivo para crear cosas y al final no le terminan dando como el crédito, entonces te dan ganas de decir “dejá de lucrar conmigo”, “dame trabajo en este momento de la historia a mí”. Creo que con esto se nos está dando el lugar me parece, ser parte de eso que está buenísimo y se celebra también. A mí como artista escénica el día de mañana me interesa tocar la temática de la migración, o de otra determinada población, pero para hacerlo mínimamente me voy a acercar a esa población y a esa temática. Creo que también tiene que ver con cuán cerca estás para hablar de lo que hablás, o al menos cuánto te preocupaste por acercarte. Creo que el proceso no es de censurar las búsquedas de nadie sino más bien hacernos preguntas sobre cómo nos acercamos. Preguntarnos por qué no pasaba antes o por qué nos sorprende que esté pasando ahora, que recién en 2025 seamos el primer grupo travesti trans que hace una obra sobre sus vivencias en primera persona. Para mí no es tanto “no obres sobre esto si no estás atravesado en primera persona por esta temática”, sino que preguntarte ¿desde dónde vas a obrar? Vos estás obrando y eso tiene una potencia cultural y simbólica y representativa y vas en un porcentaje a lucrar también con eso. ¿Qué tanto no te estás apropiando también de algo que es tan externo?

Transfabulas en ensayo

El proceso creativo y el cuestionamiento sobre el lugar desde dónde narrar

¿Cómo fue el armado del equipo y el proceso creativo de la obra? ¿Qué desafíos enfrentaron también con la actuación y la puesta en escena para que lo ético y lo político también tuviera potencia estética y poética?

G.M.: Pensamos mucho en cómo se lee lo que estamos haciendo. ¿Desde qué lugar actoral abordar esto para que nos llegue? Hay pila de cuestiones que están en escena que por ahí no me representan porque es una ficción, y si bien habla como el universo trans y las vivencias, hay cosas que no me representan y sin embargo las estoy ficcionando porque también somos actrices. Hay una cuestión ahí constante de cuestionarnos ¿cómo lo hacemos? ¿qué impronta que le damos? ¿Cuál es el tono? Y, ¿hasta dónde lo queremos hacer? ¿como una proclama, un statement? ¿Cuándo roza la victimización? ¿Cuándo es una burla que no está buena? Y por eso creo que se va transformando continuamente y hasta último momento estamos como revisándonos y reconfigurando la obra.

E.A.G.: Yo tuve mis re dilemas con mi propio texto, porque pasó por tantas etapas, momentos en los que me peleaba con esto. Yo no busco representar a nadie. De pedo capaz que me puedo representar a mí. Había partes en las que sentía que lo escrito ya no era mi yo de ahora, pero por un respeto a la Eli que lo escribió en 2022, lo mantengo, y capaz que incluso hasta yo estoy en desacuerdo con ciertas cosas que digo. Me lo permito y está perfecto. Creo que se ha ido dotando mucho del aporte del grupo porque tuvimos una instancia bien de laboratorio en la que investigamos, cartografiamos, hicimos muchos ejercicios de diseño para la construcción del personaje. A veces es más trabajo físico, a veces es más trabajo entre plástico y de mesa, entonces eso creo que nos fue permitiendo ir generando un código común de entendimiento, que seguirá teniendo que ser pulido, y que tendrá miles de cositas desde lo técnico, actoral, que seguir ajustando, pero también hay un pacto muy fuerte con la honestidad: No puedo pretender que alguien que no tiene tanta cancha en actuación, por ejemplo, no sesee. Vas a sesear, está bien, sesea en escena, no importa. Es parte de lo que somos, de lo que hacemos.

¿Por qué abrevaron los lenguajes de la fantasía y de lo onírico para contar esto que también tiene relatos crudos? ¿En qué medida les parece que eso puede estar vinculado también a una tradición literaria y artística latinoamericana?

E.A.G.: Creo que hay una potencia estética, lingüística y discursiva en eso. También en el momento histórico que estamos, necesitamos representaciones que se corran. Está todo bien con el retrato y con el costumbrismo, no es que no se pueda hacer más costumbrismo, pero ya ha habido teatro documento, autoficción -auto más que ficción-, retratismo, costumbrismo en todos nuestros temas. Creo que elegir otro punto de vista estético, poético, discursivo y lingüístico lo dota a otra potencia. Es esta temática, pero no la vamos a hablar desde acá, no la queremos hablar desde el documento, porque ahí sí creo que podemos caer mucho más fácil en una complacencia moral de los espectadores. A veces pasa que haciendo eso se genera un pacto tipo “bueno, vengan a ver nuestra obra, así se van conmovidos de que se acercaron a esta temática y que sintieron empatía" y fue como "claro, no entiendo lo que le pasa a la pobre chica, y me voy a mi casa y no cambia nada”.

Hay un gesto a veces de complacencia moral de los espectadores y besito y chau. Y creo que cruzarse con estos otros géneros puede producir otras maneras de diálogo con los espectadores. Si no, venís a vernos, te sentís buen zurdo, de que ves esto como “oh, qué tema fuerte”, y queda ahí. La fantasía puede producir otros impactos afectivos y críticos.

Capaz que ver Transfábulas tampoco te hace preguntas más trascendentales y no te las llega a hacer, pero al menos intentamos desde el código poético-estético que te atraviese esa otra sensibilidad y que eso pueda propiciar otros acercamientos a la temática. No queremos entrar al ambiente escénico por cuota y a la fuerza por el solo hecho de ser trans. Queremos que la obra esté buena.

¿Por qué es importante el reconocimiento de su trayectoria profesional y no solo a la pertenencia a la población trans, por qué es peligroso poner alguna de esas dos cosas por encima de la otra? ¿Cómo negocian ese cruce? ¿Cuándo priorizan la visibilidad y cuándo la exigencia artística?

E.A.G.: Una es puta. Por eso negocia. Una ha vivido varios años a base de trabajo sexual. Sabe negociar, sabe entender el sistema en el que estamos. Una sabe el mundo que nos tocó vivir, el juego. Yo no puse las reglas, vamos viendo cómo jugarlo. Entonces ahí oscila mucho la estrategia, la ética grupal, cómo nos interpela la moral de cada una, de hasta dónde me parece bien venderme un poco para poder conseguir esto, para poder llegar después a adquirir y tener una plataforma en la cual poder enunciar y obrar dignamente. Y se entrelazan, es muy difícil a veces reconocer el límite, porque sí hay una cierta prostitución capitalista en cada acto que hacemos.

Y eso es común a todos. Todos nos prostituimos en el capitalismo. De diversas formas. No siempre la prostitución sexual es la más indigna.

E.A.G.: Completamente, entonces desde ese lugar también preguntarnos, qué tanto vendo de este discurso para captar y adquirir determinados recursos, para después poder acceder a una dignificación en nuestro trabajo. Eso es una bajada política bien concreta y que afecta directa y tangiblemente nuestras vidas. Y se agradece, estamos pudiendo pagar el alquiler, comer dignamente, o sea, gracias. Pero también no queremos, no buscamos ser una propaganda. Entonces creo que son pujas. Tengo más como auto-interpelaciones y reflexiones, que respuestas concretas al respecto de cómo lo vivo.

G.M.: Siento que una es consciente políticamente del lugar, el espacio que habita y las posibilidades que se le dan, por nuestras identidades también. Constantemente estamos negociando cosas. Desde todos los lugares. Para ir a trabajar, por ejemplo, tenés que hacer una perfo distinta. Y si quiero salir de tarde al súper, capaz que me voy más de paso, con otra vestimenta que me haga sentir más segura. Todo eso juega todo el tiempo.

Estamos todo el tiempo performateando.

Gaia Marichal

También han dicho que cuando comenzaron a hacer la obra, se dieron cuenta de que casi no hay personas trans que tengan formación terciaria y se sienten privilegiadas en ese sentido. Plantearon que “Existir, existimos, somos muchas, en las calles podés ver un montón, pero después en los trabajos no se ve necesariamente esa representación”. ¿Qué transformaciones sociales consideran que todavía nos faltan para que la presencia trans en la escena artística y el ámbito laboral sea sostenida, y no solo episódica?

G.M.: A ver, voy a hablar de algo que me pasó a mí, como ejemplo. En un momento salió un llamado que era para trabajar como promotora para una marca de L'Oreal, y era un llamado para población trans. La gente pensó que era una joda, a mí me llegó. Soy maquilladora, y estaba buenísimo porque desde L'Oreal era para trabajar con una marca de lujo de maquillaje. Mandé el currículum y entré a trabajar como promotora con la marca. Y para mí fue re bueno eso, porque creo que el hecho de que haya habido un cupo, que haya sido un llamado direccionado, a mí me dio la posibilidad de decir, “puedo trabajar como promotora”. No lo había pensado antes, porque paso por el shopping y veo a las gurisas laburando y digo, “pá, qué lindas todas, se ven hermosas”. Entonces creo que las posibilidades de que hayan cupos es algo que está bueno. En este momento de la historia estamos viviendo un momento donde capaz es necesario hacer llamados como dirigidos y direccionados. Porque a veces una tampoco sabe qué roles puede ocupar, ¿entendés? Porque también como estamos tan acostumbradas a no vernos, a no tener referentes, a no vernos ocupando los espacios comunes, que no es tan fácil imaginarse. Y nos lo merecemos también. Y desde ahí se van moviendo las cositas también.

E.A.G.: Son necesarios de manera provisoria para mí.

Son necesarios los cupos, porque si no hay manera material de acceder, y al mismo tiempo está bueno poder pensarlo como algo provisorio, o sea, poder pensar en un futuro en el cual no fuera necesario.

IMG_9622

La experiencia trans como una experiencia de libertad política

La realidad de la población trans es dura, por la violencia y marginación a la que están expuestas. Sin embargo, como ustedes comunican en sus redes y también otros artistas y filósofos como Sosa Villada y como Preciado, la experiencia trans puede ser también una fiesta llena de luz y apertura hacia la libertad. ¿Por qué la experiencia trans es una experiencia de libertad poética, política y estética? ¿Por qué esa experiencia es valiosa y puede ser un aporte importante a la comunidad?

G.M.: A veces siento que lo que incomoda o les incomoda a las personas de mí es mi libertad. Justamente como verme tan libre. Me despojé de la estructura. Dije, “no quiero ser parte de esto porque me pongo a mí primera”, y es un poco egoísta capaz, si ves desde algún punto, pero en otro punto es como la mayor acción por mí misma, la mayor cosa hermosa que puedo hacer por mí misma. Ponerme primero a pesar de las estructuras que ya existen y que son tipo un embole y digo, “¿Sabés qué? Me voy a quedar de este lado, no voy a quedarme en esa idea de normalidad. Paso la raya para el otro porque soy fiel a mí misma". Y a veces siento que eso es lo que les molesta.

E.A.G.: Uno es tan libre que se ha permitido buscarse y en esa exploración una pasa por muchos lugares también y a veces cuesta entenderlo. También por eso nos tratan de locas, por eso estamos en el librito de enfermedades psiquiátricas… Y sí, porque también estamos muy rotitas y a veces esa rotura la abordamos con una lengua filosa y serpenteante.

Creo que hay un momento en la transición de todes en la que una ve el mundo y se ve y se entiende en un sistema y dice “yo me retiro de esto”, “esto no me hace sentido a mí”. Como que todo esto que de repente digo "uy mirá todo esto que cargo y que creo que soy realmente", o sea, yendo más adentro mío ¿me hace sentido? "No, yo me bajo. A esta perfo no me adhiero. Me voy a buscar otras formas. A inventar otros mundos. Y a ver que hay otros que vienen inventando otros mundos y ahí hacemos redes y ahí está la luz."

G.M.: En las redes está la luz. Cuando te encontrás con tus pares y generas como una red de contención donde está eso, nos damos trabajo entre nosotras, generamos cosas entre nosotras, nos ayudamos, nos damos comida, nos damos techo, nos llamamos hijas y madres. Es importante esta cuestión de desadherirse de lo dado.

Transfabulas en ensayo en Teatro Estela

Si imaginamos un futuro no tan horrible, ¿por qué sería más bello y más potente si fuera más diverso? ¿Cómo imaginan un presente y un futuro por fuera de la lógica binaria de la diferencia sexual?

E.A.G.:

El futuro es no binario o no será. Veo una potencia en que el género sea abolido como idea y que simplemente vos puedas ser vos y yo te conozca a vos y vea un montón de características y no lo que esté tan atravesado como sesgo de género.

Eso es muy utópico porque no puedo negar operaciones estructurales sistemáticas y venimos con una historia tan cargada que tampoco sé que nos va a pasar del día de hoy a mañana, pero a ese mundo utópico yo lo visualizo. Un mundo en el que podamos interactuar como personas y conocernos desde diversidades de intereses, con la posibilidad de elegir libremente lo que nos queremos poner. Porque al final todo es una perfo.

G.M.: Siento que si no existiera el género como tal, lo femenino y lo masculino dejarían de tener estos roles tan pesados, que terminan siendo algo tóxico, que muchas veces son la causa de las desgracias que suceden, de la violencia, de lo enfermizo que es el universo de lo masculino.

La masculinidad es muy tóxica y hay muchos hombres que la están sufriendo. Y lo mismo con el rol de la mujer en la sociedad, la feminidad arquetípica también puede ser tóxica.

Entonces siento que si no existiera eso así tan marcado, sería mucho más sanador para todos. Podemos focalizar en otros factores de la existencia para realmente vivir en una pluralidad más libre.

Dejá tu comentario