Por Víctor Hugo Morales y Mateo Grille
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Víctor Hugo Morales: Madrugada del 11 de diciembre. Todavía retumban en mis oídos algunas pocas frases del discurso de asunción de Mauricio Macri. Escucho a los comentaristas, que, como en una competencia parecida a la de los perros del cazador que corren detrás de la presa, alaban el discurso modesto, vacío y todavía de campaña electoral del nuevo presidente. La síntesis de lo que manifestó cabe en pocas palabras: “Lo tenemos que hacer juntos”, “podemos”, “gracias, los quiero mucho”.
A diferencia de EEUU, que es la meca del sistema y tiene 46 millones de pobres muy pobres, Macri prometió una Argentina con pobreza cero. Lo haremos entre todos, dijo. Pero Macri manejará la pauta publicitaria más grande de la historia porque tiene todas las cajas. Nadie tenía que inventarlo rubio de ojos azules, porque ya lo es, y eso facilitaba el discurso aspiracional de la mayoría de los cronistas. El único consuelo de ese día fue escuchar a Roberto Pettinato, que en el programa de televisión Duro de Domar se descosió de risa hablando del nuevo presidente.
Ahora bien, esa homogeneidad de los medios en el tratamiento laudatorio de Macri, con puntos altísimos de locura ditirámbica y con la cima en el canal TN (alguien comentó que si demoraba en llegar a la Casa Rosada en su viaje en automóvil, iban a pedir que lo canonizaran, porque ya no sabían qué decir), es apenas el comienzo. Medio país, el 49 por ciento que no votó a Macri, será estrangulado informativamente. Medio país a merced de medios que no querrán o no podrán saltar la verja. Porque les conviene un país así, o porque no pueden con él y se resignan.
Unos días atrás inicié el programa de radio de la mañana con una edición de los discursos del “adiós” de Cristina y el “hola qué tal” de Macri. Las voces de uno y otro, alternándose. La comparación era muy desventajosa, para Macri, claro. Y así se dijo en el editorial de apertura del programa en la radio. ¿Podés creer que lo tomaron otros medios de gran llegada a la gente, porque era la única voz disonante de esa mañana?
Mateo Grille: Es difícil digerir esta situación, y verla repicar en todos los países en que existe cierta disputa cultural y política. Es tan desparejo lo que se recibe desde los medios masivos que es difícil no sentirse abrumado.
VHM: Y paso a narrarte un hecho que profundizará tu decepción. Tengo embargada parte de mi sueldo por Héctor Magnetto, a raíz de un juicio que Cablevisión me inició por la trasmisión de un partido de Boca con Real Madrid en el año 2000. Ellos tenían los derechos, y en el programa que yo conducía se mostró el partido de a ratos, en un televisor que estaba detrás de mí. Era un alivio para la gente que no tenía cable. Hubo ciudades como Mar del Plata que se mudaron a Balcarce para ver el partido en los bares.
En Córdoba se produjo un motín de presos que tomaron rehenes porque no emitían el encuentro. El juicio duró 15 años, y en primera instancia fui absuelto, resultando culpables el productor y el Canal ATC.
Pero ellos me querían a mí, y apelaron. Fue como si llegara el sargento hasta la barraca de los prisioneros, mirara por encima de las cabezas de todos y de pronto, con el dedo, te señalara. Sos el elegido. Ganaron con una Cámara de la Justicia que es un anexo de Clarín, y con Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema, que es un rehén de Magnetto, del que seguramente te hablaré más adelante. Este hombre avaló la infamia. Sin embargo, la película no terminó (y no te rías con esto): aunque fuimos condenados el productor, el canal ATC y yo, Magnetto me cobra todo a mí. Me elige para que le pague y, en todo caso, yo tendré que accionar después contra los otros infractores. La cifra es de unos 400 mil dólares. Cuando ellos, los hegemónicos, hablan de que les limita la libertad de expresión que un gobierno les quite una pauta, porque los afecta económicamente, son la expresión máxima del sarcasmo.
MG: Conozco el caso, lo he seguido y es una muestra más de dónde está el poder real. Muchas veces se ha teorizado sobre las diferencias entre tener el gobierno y tener el poder. En ese sentido, lo que ha sucedido en Argentina en los últimos tiempos deja muchísimas enseñanzas. El poder real, las corporaciones, lo que alguna vez por aquí se llamó la “rosca”, es quien maneja los hilos, y por eso, porque en estos últimos años se lo intentó combatir, es que es tan cruel la reacción. Calculo que la restauración será más feroz todavía con el paso de los meses. En este caso, como en tantos otros, el poder de Magnetto es bien claro. Juega con la Justicia a su favor, es el dueño de los medios y hace y deshace cuanto quiere y como quiere.
VHM: La impotencia es tal que en estas primeras horas del nuevo gobierno aún no sé cuál es mi futuro en la radio en la que trabajo desde hace 28 años. Y esta historia de la continuidad o no, en realidad, es una derivación del conflicto judicial con el grupo Clarín. Hace poco me di cuenta del problema financiero que me acarrea el embargo. Estoy viviendo con la tercera parte del sueldo, lo cual advertí cuando la cuenta del banco quedó en rojo. Pasó antes de las elecciones: fui a la radio y le dije al directivo con el que más trato tengo que si me pagaban el contrato del año 2016, me iba.
La emisora quedó encantada con la idea, aunque de afuera suene raro, porque el programa es el más escuchado de la radio. Pero en Continental algún animador, y parte de la empresa, piensan que a los demás no los escuchan por mi culpa. Que habría oyentes que castigan a la radio por tenerme. “Si nos ponemos de acuerdo en la cifra”, me dijo el gerente, semblanteándome como el investigador que está a punto de obtener una confesión que cambia toda la historia, “¿vos te vas sin hacer problema?, ¿es así?”. “Así y no más”, le dije. Empezamos a hablar del número para deshacer el contrato, y es en esos días cuando se produce el triunfo de Macri. Después de eso no te puedo decir lo que aconteció con los medios. Los periodistas en general encontraron su guarida entre los brazos del nuevo presidente, incluyendo por supuesto a la radio en la que tengo mis programas. Y en ese momento me arrepentí. Me dije que no. Que hace falta alguna voz que desafíe esa correntada alucinada de neoliberalismo mediático. Luego se produjo la reunión que sería la antesala del acuerdo. Los directivos me ofrecieron una cantidad de millones que asusta, para que me fuera. Quizás sea la última ocasión de hacer una diferencia importante en la profesión. Pero no puedo. Así que me fui de la junta sabiendo lo que no haría. Hablé con mi mujer, que estuvo de acuerdo en que me quedara, y les escribí un mail anunciándoles la decisión.
Horas después me convocaron a un encuentro y les adelanté que el tema del dinero había dejado de ser importante para mí, suponiendo que pensaran mejorar la oferta de ayer. En tanto más plata hay en juego, mejor se comprende lo que significa permanecer un poco más. Es irresponsable de mi parte, si se considera que en apenas doce meses el as de espadas lo tienen ellos y mi chance de cambiar la escasa valoración que me asignan es muy pobre. ¿Qué tendría que ocurrir?
Quise, narrándote este momento tan especial, detallar lo peligrosa que se ha tornado la Argentina mediática. No quieren dejar ni una sola voz discordante. Abruma, es cierto, entristece e indigna lo que acontece. El cinismo se cuela reptando entre los intereses, la genuflexión es bien vista porque está en sintonía con el «vamos todos juntos», la mentira es una boca pintarrajeada que ríe como una payasa. Hasta parece justo lo que piensan. No siento que discuto con personas perversas. Ellos hacen lo suyo, y lo suyo, ahora, es no enfrentarse a un gobierno que tiene todo el poder, como jamás se vio en la Argentina y en el mundo. A través de la vía democrática poseen más fuerza que una dictadura con todos los cañones. Lo que hacen vale para siempre, está legalizado por la democracia. Por supuesto que a los capos de la radio no les cae bien mi pensamiento, pero no se trata de eso. Es peor. Hoy sucede que no tienen otra. ¿Es esto lo que preguntabas cuando hacías referencia a los límites?
MG: Es duro lo que contás, pero te coloca en un lugar muy valorable. Duro es tener que irte para pagar una deuda infame a un personaje que carece de todo vestigio de honestidad y que sólo la impunidad del poder permite que accione contra vos y, para colmo, te saque tu dinero. Pero por otro lado, es muy valorable constatar en la práctica que las ideas, la vida, la dignidad no son bienes transables ni están sujetas al mercado. No todo se compra, no todo se vende, no estamos en este mundo para reducirnos a la estatura de una moneda. Y veo que tenés la suficiente fortaleza como para rechazar acuerdos millonarios, porque te sentís pleno defendiendo ideas, no negocios. Y si aceptaras el acuerdo tampoco me parecería mal, porque no estamos hablando de agachadas, no estás acordando que compren tu silencio o una repentina admiración por el neoliberalismo, sino lisa y llanamente no continuar trabajando allí. En todo caso, es claro que estás oponiéndote a un plan mayor, que es silenciar a toda voz disonante con la voz del mercado. Y lo peor es que lo llevan adelante los adalides de la libertad de expresión, esos que se apropiaron de algunos conceptos que te mencionaba antes. A mí, en realidad, me llena de orgullo. Y también de bronca por ambas cosas.
VHM: Mirá, en el año 1991 hubo un prólogo de esta historia. Igual que hace nueve años, conducía el programa de la mañana de 9 a 13. La única diferencia es que se llamaba La Radio, no La Mañana. Ese año era el primero del incipiente éxito del neoliberalismo, el engañapichanga que ponía proa hacia el desastre del 2000. Los dueños de la emisora eran otros, no las multinacionales que vinieron después. Cada mañana se remaba contra la corriente. Estábamos en todos los paros, las movilizaciones, se le daba voz a los que iban quedando afuera del sistema, despotricaba contra las privatizaciones, aullaba toda vez que aparecía el FMI. Así empezó lo que ahora retorna como los fantasmas que temíamos en la niñez. Al final del año me llamaron y me hablaron como amigos condescendientes. «Tenemos un éxito económico maravilloso con el fútbol, la gente te adora, pero ya hay quien empieza a putearte… No te podemos renovar; aceptalo, por tu bien».
Continental fue una bandera del menemismo durante todos esos años. La radio se potenció y fue vendida por un precio excepcional y, por mi lado, gané una fortuna en los 90.
Siempre ganan ellos, y con ellos tenés sol, playa, música estereofónica que se confunde con el ir y venir de las olas. Precisás dos ostias en los ojos para no encandilarte, y alguna protección si tenés la piel muy blanca. Cruzás la pata izquierda sobre la derecha y de vez en cuando cambiás. La derecha arriba. Si pasa el heladero, pegás el grito y alguien te lo llama. Te sentás, mirás el mar. Hacés un censo de las sombrillas vecinas y dejás caer la espalda nuevamente. Ellos te sonríen desde algún lugar: “¿Ves, botija, cómo viene la mano?”.
MG: Veo que el panorama es desolador, y eso que era yo el de las decepciones. De todas formas se supone que estos años de recuperación de derechos sociales y de mejoramiento en las condiciones de vida de buena parte de la población deben haber colaborado para crear una nueva fortaleza social que garantice, si no la irreversibilidad de los cambios, al menos la existencia de cierta pelea para defenderlos. Además -y no es menor, a mi gusto- la incorporación de miles de jóvenes a la defensa de los mejores sentimientos de igualdad, solidaridad y libertad son el principal escudo, y serán los responsables de que perviva la esperanza y de que no haya tierra arrasada.
VHM: Esa lucidez es una posibilidad siempre latente. Hay un núcleo duro que ha profundizado su interés en la política y que tiene plena conciencia de la encrucijada en la que está. En el mundo del toreo se evita que los jóvenes aspirantes se metan en los campos por la noche a enfrentar a los animales. Porque los animales aprenden. Empiezan a entender el juego, y no será con las mismas mañas de siempre que el torero los someta con facilidad.
MG: Lo que te preguntaba de los límites de lo soportable tenía que ver con otra cosa. Decía que si uno de los poderes del Estado -teóricamente independiente y, además, no electivo, como el judicial- está complotado con un poder fáctico que es el de los que manejan el dinero y controlan los hilos de todo lo que sucede, negando el primero su esencia y entrometiéndose el segundo sin derecho, ¿cómo se modifican las relaciones de poder para avanzar en la búsqueda del bien común?
Y aún más: si se intenta gobernar para el beneficio de las mayorías que han estado sometidas y olvidadas durante toda la historia de la humanidad, y no se puede hacer, porque los dueños de las leyes, del dinero, de las fábricas, de los bancos, de las ONG, de los medios a escala mundial inventan, agreden, intentan doblegar ese esfuerzo de todas las formas, porque sólo se benefician yendo contra el bien general, ¿cómo se los enfrenta? Es una batalla de ideas, sí. Pero es una batalla muy despareja. Yo sé que la historia no termina hoy, ni en veinte años, y que todo proceso de construcción colectivo es fruto de decenas y decenas de años de acumulación, pero es bastante desolador ver que a veces, después de años de acumulaciones aceleradas, vengan tiempos de restas feroces.
¿Cómo se enfrenta a la Justicia si ese poder es autónomo y hace lo que quiere, aunque lo que haga sea contrario no sólo al interés general, sino a la propia ley? Yo he visto que hay jueces que deciden lo que quieren en tiempo récord si el beneficiario es Magnetto, pero también es fácil ver decenas de causas que duermen el sueño de los justos y que nunca se reactivarán, porque no les conviene a los dueños de la sartén. Una cosa es la justicia independiente, que está muy bien como objetivo, y otra cosa es creer que esta justicia es independiente. Me acuerdo de aquello de Martín Fierro: “La ley es como el cuchillo, defiende a quien la maneja”.
VHM: Aquí en Argentina se ha conformado una troika como la que domina a Europa, pero en este caso integrada por el Grupo Clarín, Cambiemos y el Poder Judicial…
MG: O la Corte de Justicia. En ese caso sería la Troika de las tres C. Es como para título de una serie de terror.
VHM: Esa troika actúa en materia cultural con el grupo Clarín desde la información; luego el partido político le da forma y el poder judicial le pone la firma. Y así lo ilegítimo se vuelve legal.
Mateo, no hay un solo camino para trepar hasta la cima de la justicia. Mirás desde el llano y los únicos senderos posibles encuentran una piedra gigantesca en algún lugar. Es El proceso de Kafka. Pero esta vez entendiendo a cada paso cómo es el juego. Hay jueces de la dictadura, de derecha, que son impulsados por la Fundación Noble, de Clarín, que es como un respaldo superior en muchas facultades. Son esos los tramposos cuyas cuitas el poder conoce. Están los que se compran, los que temen, los que pertenecen socialmente.
Unos pocos días después de las elecciones, la Corte falló a favor de tres provincias que reclamaban la coparticipación. Son miles de millones de pesos que dejaría de recibir la Anses [Administración Nacional de Seguridad Social] y que afectarán la movilidad jubilatoria, que depende de la evolución de los fondos del organismo. Pero el asunto es un pase a la derecha para que Clarín tire el centro y Cambiemos empuje la pelota a la red. El 25 de noviembre, después de la jugada del servil Lorenzetti, los magnettos escribieron que «el fallo podría empujar al nuevo gobierno a impulsar una reforma jubilatoria…». La pelota picando en el área y sin arquero.
MG: Es una asociación para delinquir con todas las letras.
VHM: Y te cuento otra de hace muy pocos días. Si hubiera continuado el gobierno anterior, el dólar valdría, hoy, 10 pesos. Pero ganó la troika, y quieren que el precio de esa mercadería sea 15 pesos. Mientras tanto, el anterior presidente del Banco Central vendió dólares a futuro desde la certeza de la cotización que tendría, es decir, 10 pesos. Entonces la troika y sus secuaces lo denuncian por malvender dólares a futuro. ¡Ellos lo tienen a 15! Así que empujaron a la renuncia al presidente anterior, recuperaron el Banco Central y comenzaron a operar para que el dólar cambiase su valor. Esa fenomenal transferencia de recursos necesitó de la Justicia. Un cachafaz de apellido Bonadio, uno de los jueces más afines al poder real, tomó la denuncia de Cambiemos, y el combo Clarín-La Nación, por su lado, explicó la necesidad de hacerlo. Y allí los tenemos, con el mundo que les sonríe, como Tío Rico sentado sobre los dólares. Si cambiar era la promesa de campaña, ya cumplieron.