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El valor de los trapos

Barras: Tribunal confirmó todos los procesamientos por ataque en Santa Lucía

El fanatismo en el fútbol, la obsesión por los “trapos”, el porte de armas, un ataque a balazos y una muerte sin sentido. Un fallo judicial muestra todo lo que ocurrió el 28 de setiembre de 2016, en la plaza de Santa Lucía.

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Caras y Caretas Diario

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El Tribunal de Apelaciones en lo Penal (TAP) de 3º Turno confirmó el procesamiento de doce hinchas del Cluba Nacional de Fútbol por la agresión a balazos contra un grupo de hinchas del Club Atlético Peñarol, ocurrida el 28 de setiembre de 2016, en la plaza de Santa Lucía. La balacera que culminó con tres jóvenes hinchas de Peñarol heridos de bala; uno de ellos, Hernán Fioritto, falleció días después a causa de las heridas sufridas.

En un extenso fallo, la Sala –con el voto conforme de sus tres integrantes Eduardo Borges, Julio Olivera Negrin y Pedro Salazar- valoró que existen elementos suficientes para iniciar el proceso penal contra los imputados, por dos delitos de homicidio, uno en grado de tentativa, y lesiones personales, pero aclaró que las responsabilidades deberán definirse en esa etapa.

“Quienes dispararon las armas de fuego, en cuantas oportunidades lo hicieron, hacia donde los efectuaron, etc., etc., son algunos de los temas que justamente deberán ser profundizados a lo largo del proceso para lo cual ya hay medidas probatorias pendientes. Luego de recorrer todo ese camino procesal, con todas las probanzas diligenciadas se estará en condiciones de determinar eventuales responsabilidades penales, afinar calificaciones delictuales, grados de participación e imponer penas en los casos que correspondan”, señala el fallo al que accedió Caras y Caretas Portal.

En este sentido, “la responsabilidad penal debe ser atribuida en forma personal a cada uno de los partícipes de los hechos, pero no debe analizarse la misma en forma descontextualizada” de las pruebas recopiladas en la indagatoria. Así se establece que el 28 de setiembre “no es un día más en la historia del fútbol uruguayo”, sino que se festeja por los simpatizantes de Peñarol “un nuevo aniversario de la fundación de la institución”. “Festejos que generan, en algunos casos y lugares específicos, un clima de tensión por la eventual ocurrencia de desbordes y desmanes que para nada dicen relación con una sana celebración”.

Esa alerta no sólo involucra a las autoridades del Ministerio del Interior y de al Policía, sino que también a los simpatizantes del tradicional rival, Nacional. De esta forma, el aquél martes 27 de setiembre de 2016 un grupo de hinchas de Nacional, varios de ellos integrantes del “Colectivo 7411” se reunieron en la sede bajo el argumento de “defenderla” ante posibles actos vandálicos.

Pero esa presencia no fue sólo pasiva, sino que varios integrantes del grupo salieron en busca de hinchas de Peñarol por La Blanqueda. La idea era robarles banderas, los trapos, los “trofeos de guerra”. La fuerte presencia policial en esa zona, en la sede de Peñarol y en la Rambla frustró el intento. Por eso, cuando varios hinchas se concentraron en la sede tricolor surgió la idea de ir hasta Santa Lucía donde sabían que había simpatizantes de Peñarol festejando en la plaza. Fue el inicio de la tragedia.

La reconstrucción

El fallo del TAP – del cual informó Televisión Nacional- reconstruye lo que sucedió esa noche de primavera, con base en el testimonio de todos los encausados. La idea primaria de los hinchas era robar banderas en las proximidades de la sede, pero “Montevideo estaba lleno de policías”. Por eso, sobre las 2:30 horas decidieron trasladarse a Santa Lucía en busca de las banderas que el grupo de hinchas de Peñarol “habían subido al Facebook de ellos” Según la Sala, con matices, todos los encausados intentaron justificar el viaje, pero la finalidad de la ida a Santa Lucía era una sola: pelear y robar. La organización de ese viaje aparece como una respuesta “a un planteo espontáneo de esa noche”. Se organizaron a través de llamadas telefónicas; quienes estaban en la sede llamaron a otros. “Todos los encausados salen rumbo a Santa Lucia de las inmediaciones de la sede de Nacional en tres automóviles”, dice el fallo. Algunos de los hinchas estaban armados; se pretendió justificar el porte de armas “por las dudas si ellos (los hinchas de Peñarol) tenían armas”. Y llegaron a Santa Lucia. Un grupo de hinchas bajaron de los autos y se dirigieron a la plaza “con el original fin de agredir físicamente a hinchas de Peñarol que festejaban en un espacio público”. Los conductores se quedaron en los vehículos, “para brindar un rápido alejamiento del lugar”, dice el TAP. La Sala valoró que la presencia de las armas “fueron llevadas en forma ostensible y a la vista de todos por parte de los ya nombrados, durante un trayecto importante”. Pese a esto, todos los encausados continuaron “la marcha hacia la plaza aun previendo efectivamente que se utilizaran para la planeada agresión”. Esto se desprende de dos situaciones: esa noche los hinchas que celebraran en la plaza los superaban ampliamente en número y los “trapos”, las banderas, son un símbolo que se defiende sin importar consecuencias. Los trapos y las armas El TAP fundamentó su fallo en la lógica y la experiencia que ponen de relieve constataciones de actualidad. Una de ellas: “las banderas de las instituciones deportivas -‘los trapos’ en la jerga de la hinchada- han cobrado paulatinamente un valor incalculable, por ende altamente codiciadas por los adversarios y defendible a ultranza por quienes las poseen”. Para esto se sustentó en los testimonios aportados por los propios encausados. En el expediente se pueden leer algunas referencias a la relevancia de las banderas para la hinchada: “Es común que un hincha robe un trapo a otro y hay que guardarlo, el trapo se guarda, como un trofeo. Y se le muestra al rival en un clásico a veces se muestran. Yo nunca estuve en desacuerdo en eso, en que vayan a robar los trapos”, declaró uno de los hinchas. Y agregó: “La bandera tenés que guardarla. Hay que mostrarla. No se puede quemar, si alguien la quema, se quema el trofeo, para mi está mal quemarla”. El robo de banderas, además de un “trofeo de guerra”, es una fuente de beneficios al interior de la hinchada: “capaz que (obtienen) más entradas o más viajes, más plata. Esos beneficios los da la misma gente que maneja la barra de Nacional. Pero hay gurises a los que no le dan nada. Más que fanáticos somos enfermos. Uno presenta las banderas que roba en las comidas que hacemos entre los diferentes grupos que hay”, afirmó un encausado. El robo de las banderas “es una pelotudez, pero es como un trofeo de guerra. No sabría decir para que se roban las banderas. Algunos es para hacerse ver. Los beneficios pueden ser hacerse más conocido. Alguno te mira mejor y otros no, se gana popularidad”, dijo otro. Por eso, los trapos robados no se queman, ni de Peñarol ni de otro cuadro, “para qué se roban si se van a quemar. Se guardan para mostrarlas en algún momento, en una foto o algo, en las redes sociales”; las banderas que se roban no se queman, se exhiben”. Uno de los hinchas de Nacional que participó en la balacera de Santa Lucia, quemó una de las banderas que se robaron esa noche. Y eso no se le perdonó: “le están cobrando plata gente de Nacional, por haber hecho eso. Le deben estar cobrando entre 30.000 o 50.000 pesos”. Incluso, al declarar ante la Justicia, ese hincha dice que recibió amenazas por Facebook que le decían que “tenía que pagar lo que había causado. Se referían a haber prendido fuego a la bandera”. En ese contexto de fanatismo deriva en la segunda constatación: “el porte de armas de fuego por parte de particulares parece ser un fenómeno extendido a nivel de nuestra sociedad y las hinchadas de las instituciones deportivas no son la excepción”. Así lo declaró un hincha de Nacional: “Todo el mundo está armado hoy en día en la movida de la bandera. En las comidas están todos armados porque pueden venir los de Peñarol así como fuimos a Santa Lucia. Está bravo”. Así uno de los procesados se refirió a un presunto ataque que sufrieron un grupo de hinchas de Nacional, también en Santa Lucia: “la noche anterior al clásico, los muchachos de Nacional, estaban en la plazoleta de Santa Lucia haciendo una previa al clásico y cayeron dos motos para intentarles robar las banderas de ellos, supongo que eran hinchas de Peñarol, […] se las intentaron robar con un arma de fuego, los muchachos se resistieron y los locos se fueron en la moto”

“O sea que ‘los trapos’ son valiosos, por ello se intentan ‘robar’ para exhibirlos luego como ‘trofeos de guerra’, ante lo cual deben ser defendidos a toda costa, siendo conscientes todos los que participan que en ‘esa movida de las banderas’ prolifera la utilización de armas. Y los encausados sabían que no sería tarea fácil hacerse de las banderas de Peñarol justamente el día de los festejos de un nuevo aniversario de la institución y que seguramente aquellos las defenderían no siendo improbable que lo hicieran usando armas”, destaca la Sala.

“Entonces, a pesar de ser conscientes de lo riesgosa que sería la tarea de apoderarse con violencia de las banderas de Peñarol a un grupo de hinchas de esa institución que fácilmente los doblaba en cantidad y que seguramente las defendería, tal vez hasta utilizando armas, los encausados no desistieron en su original designio y portando armas -con las que abrieron fuego facilitando la ejecución del delito- lograron su finalidad pero con el resultado de lesiones y muerte ya apuntado y claramente previsto por los mismos”, señaló el TAP. Y por este motivo, confirmó todos los procesamientos.

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