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Economía

DESAFÍOS DE LA GENERACIÓN DE NUEVOS PUESTOS DE TRABAJO

Cambio tecnológico y empleo

“Los profundos cambios tecnológicos en curso generan la destrucción y transformación de puestos de trabajo existentes y la generación de nuevos empleos. En el debate público, la preocupación se ha centrado en mayor medida en los riesgos de pérdida de empleos, y se han desarrollado varios métodos para estimar la cantidad de empleos que podrían ser objeto de sustitución tecnológica”.

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Así dice un documento reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) titulado “Cambio tecnológico y empleo: una perspectiva latinoamericana.”

Por Víctor Carrato

Las economías de América Latina y el Caribe sufren la debilidad de suponer que los mercados laborales de la región funcionan de la misma manera que los de los países desarrollados.

En los mercados laborales de América Latina y el Caribe existen sectores de baja productividad cuya dinámica se determina en gran parte por las necesidades de los hogares de bajos ingresos y la oferta laboral de estos hogares, que no se ve afectada por los cambios tecnológicos en curso, continúa el documento.

Se utiliza entonces un ajuste al método de estimación del riesgo de sustitución tecnológica del trabajo humano elaborado por Frey y Osborne que toma en cuenta esta diferencia estructural. Como resultado, en el promedio de 12 países, se encuentra un riesgo medio de sustitución tecnológica de 24%, en vez de 62% con la aplicación del método original. Sin embargo, gran parte de los empleos que según el método ajustado no se sustituirán serán los de peor calidad.

En el documento se analiza el riesgo de sustitución tecnológica del trabajo diferenciado por características como sexo, educación, edad y ramas de actividad y se identifican desafíos para contener los peligros de nuevas polarizaciones, segmentaciones y brechas en los mercados laborales. Estos peligros también están relacionados con un acceso desigual a las oportunidades de nuevas fuentes de ingreso laborales que surgen en el contexto de la transformación tecnológica.

Por lo tanto, tanto los riesgos de destrucción como los desafíos de transformación y generación de empleos requieren el desarrollo de políticas orientadas a un desarrollo tecnológico productivo inclusivo.

 

Adecuarse al cambio

El avance tecnológico está cambiando las maneras en que las economías producen y trabajan. Una preocupación clave al respecto se refiere al futuro del trabajo. ¿Cuáles ocupaciones se volverán obsoletas? ¿Cuántos empleos se perderán por la sustitución tecnológica del trabajo humano?

¿Quiénes se verán afectados por estas pérdidas de empleo? ¿Podrán reinsertarse al mercado laboral en nuevas ocupaciones? ¿Qué tienen que hacer los trabajadores para adecuarse al cambio de las calificaciones demandadas con las transformaciones tecnológicas? ¿Qué son las políticas públicas requeridas para promover el aprovechamiento de las oportunidades laborales que emergen con las nuevas tecnologías y contener sus posibles efectos negativos? Estas son algunas de las preguntas que aparecen con frecuencia en el debate público.

 

La destrucción de empleos

El análisis del impacto de la digitalización en los mercados laborales comenzó documentando los cambios producidos a nivel de ocupaciones. En este contexto se observó una caída de empleo en ocupaciones con alto contenido de tareas rutinarias. Por ejemplo, Autor y Dorn, en 2013, encontraron un cambio estructural con trabajadores saliendo de ocupaciones en el sector manufacturero con ingresos medios (las cuales dependen altamente de tareas rutinarias) hacia el sector de servicios con ingresos bajos. Al requerir mayor grado de flexibilidad y adaptación física, las tareas manuales en el sector de servicios son menos susceptibles de ser computarizadas. Asimismo, se observó un aumento del empleo en ocupaciones que requieren la realización de tareas de mayor contenido cognitivo.

En contraste, en un estudio de fuerte impacto, Frey y Osborne destacaron que los desarrollos tecnológicos en el área de “aprendizaje automatizado” (machine learning) y “robótica móvil” (mobile robotics) complejizan el impacto del cambio tecnológico en el empleo. Estos avances se caracterizan por la capacidad de realizar actividades que hasta hace poco habían sido consideradas exclusivamente humanas y lo hacen a un ritmo cada vez más rápido. Los autores afirmaban que la capacidad de reemplazar el trabajo humano no iba a concentrarse solo en tareas rutinarias, sino que en los próximos años será posible automatizar tanto tareas cognitivas no rutinarias como ciertas tareas manuales no rutinarias.

El Banco Mundial, en 2016, por ejemplo, estimó la probabilidad promedio de automatización para 11 países de la región. Sus resultados indican una probabilidad media de automatización no ajustada que va de 62% en República Dominicana a 75% en Guatemala y El Salvador, con un promedio de 67% (comparado con 57% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE). Para ese estudio se realizó una segunda estimación considerando el rezago en la adopción de tecnologías que se observaría en la región con lo que encuentran una disminución significativa del riesgo de automatización que varía entre 40% en Nicaragua y el Estado Plurinacional de Bolivia y en torno a 63% en Argentina y Uruguay.

Así, el Banco Mundial encontró que la proporción de empleos en riesgo en los países de la OCDE superaría la gran mayoría de los países en desarrollo si se incluye un ajuste basado en los rezagos observados en la adopción de nuevas tecnologías en el pasado. Sin embargo, aun con este ajuste, la mayor proporción de puestos de trabajo en riesgo de automatización se encuentra en Argentina y Uruguay (ambos de renta media) que muestran una proporción superior tanto a países de menor nivel de desarrollo como respecto al promedio de la OCDE.

Con el mismo método, la Cepal, en 2018, aplicó las probabilidades de automatización a las 10 principales ocupaciones en términos de cantidad de empleados en cinco países latinoamericanos (Chile, Ecuador, El Salvador, México, Uruguay) y se realizan estimaciones sobre la cantidad de empleos automatizables en estas ocupaciones. Los resultados muestran una mayor probabilidad de automatización entre los vendedores y trabajadores de construcción y menor probabilidad entre comerciantes y conductores.

 

Alerta a la baja productividad

Entre los países de la región considerados, se observa que en promedio casi la mitad de los trabajadores se desempeña en los sectores de baja productividad así medidos, aunque con grandes diferencias por país. El porcentaje de trabajadores en sectores de baja productividad varía entre 30% en Chile, cerca de 40% en Uruguay y Argentina y más de 70% en Bolivia, El Salvador y Honduras.

Específicamente existiría una correlación positiva entre la probabilidad de la aplicación del cambio tecnológico y las siguientes variables:

-la proporción de las tareas que se desarrollan en una ocupación que se puede automatizar (factor tecnológico) y su importancia relativa en el conjunto de las tareas que se ejercen en esta ocupación;

-las ganancias de productividad que la nueva tecnología generaría;

-la reducción de los costos laborales a través de la sustitución del trabajo humano;

-la capacidad de innovación y ajuste tecnológico, incluyendo la disponibilidad del trabajo calificado requerido para el manejo eficiente de las nuevas tecnologías;

-el grado de desarrollo de la infraestructura (energética, vial, etc.).

En contraste, los costos de la introducción y del mantenimiento y la actualización estarían negativamente correlacionados con la probabilidad de introducción de las nuevas tecnologías (maquinaria, patentes, mano de obra especializada, etc.).

Por otro lado, hay una serie de variables que -en relación con las economías más desarrolladas- tienden a desincentivar la introducción de las nuevas tecnologías:

-las ganancias por reducción de costos laborales serían menores en América Latina y el Caribe debido a los salarios más bajos;

-la capacidad de innovación y ajuste suele ser menor, como lo ilustran, por ejemplo, los datos sobre el gasto y el número de expertos activos en investigación y desarrollo tecnológico;

-los costos de implementación y de mantenimiento y actualización tienden a ser más elevados dado que los bienes y servicios correspondientes frecuentemente deben importarse y por la escasez de trabajadores especializados;

-la infraestructura tiende a ser de peor calidad, lo que puede representar un obstáculo (o generar costos adicionales) para la introducción de las nuevas tecnologías.

Finalmente, puede haber factores específicos legales o administrativos, o a nivel de rubro o empresa que pueden incentivar o desincentivar la aplicación del cambio tecnológico en el mundo laboral.

En conclusión, en los segmentos de productividad intermedia y alta predominan factores que inciden en una introducción más lenta de las nuevas tecnologías, con lo cual también los procesos de sustitución tecnológica del trabajo humano serían más lentos y no tomar en cuenta este factor tiende a genera una sobreestimación de la sustitución tecnológica del trabajo humano en un período dado.

 

Más peligro para los jóvenes

En casi todos los países el grupo etario más joven es el que tiene la mayor proporción en empleos de alto riesgo de sustitución tecnológica.

En todos los países el grupo etario con la segunda mayor proporción de empleos en alto riesgo de sustitución es el grupo de 30 a 54 años, con un rango de entre 5% en el Estado Plurinacional de Bolivia y 28% en Uruguay, mientras que para el grupo de mayor edad el rango va desde un 3% en el Estado Plurinacional de Bolivia y un 20% en Chile.

 

Conclusiones

Históricamente, profundos cambios tecnológicos solían causar preocupaciones sobre sus efectos en el empleo. En el pasado, la destrucción de empleo que ocurrió en estos contextos, si bien en algunos casos fue masiva, en el agregado ha sido compensada por la generación de nuevos empleos, subraya el estudio. Sin embargo, debido a la transversalidad y la velocidad de los cambios tecnológicos actuales, surge la pregunta: ¿esta vez es diferente?

En efecto, los cambios tecnológicos en curso están transformando el mundo del trabajo profundamente. Si bien hasta ahora los procesos de destrucción y transformación de empleo que tienen lugar en este contexto no incidieron en una caída de los niveles de empleo, esto no excluye que en el futuro los impactos sean más contundentes. Hay un consenso bastante amplio de que, debido a la transversalidad de la aplicación potencial de las nuevas tecnologías, muchos empleos existentes hoy en día desaparecerán, aún mayor será el número de empleos que se transformarán y emergerán otros, en muchos casos sin que al día de hoy podamos imaginarnos sus contenidos y características.

Las estimaciones sobre el riesgo de destrucción de empleo se centran en la factibilidad tecnológica de la sustitución del trabajo humano, pero en la realidad son, además, muchos factores económicos, políticos y sociales que moldearán el futuro mundo del trabajo, no solo en relación con la posible destrucción de empleos, sino también respecto a su transformación y generación. En efecto, desde una perspectiva “contextual condicionada”, se rechaza tanto una perspectiva de determinismo tecnológico, en el sentido que son exclusivamente las características de las nuevas tecnologías las que determinan las transformaciones del mundo laboral, como también se rechaza un enfoque compensatorio en que se supone que el funcionamiento de los mercados genera por si solo nuevos equilibrios en respuestas al impacto de las nuevas tecnologías. Más bien, el futuro del mundo del trabajo se decide a partir de las acciones de los actores económicos, políticos y sociales, no con un espacio ilimitado de acción, sino condicionado por las características de las nuevas tecnologías y su utilización competitiva, concluye el documento.

 

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