El economista conservador prefiere el ajuste antes que volcar más dinero a salud, vivienda y educación, porque lo ve como un gasto y no como una inversión.
El economista conservador procura reformas mínimas, sin cambios estructurales. Prefiere parches antes que cambios profundos.
Lo confiese o no, milite en la derecha o en la izquierda, cree que el mercado “se autorregula”. El punto es que militar en la izquierda no siempre es lo mismo que ser de izquierda.
El economista conservador ve al Estado más como árbitro que como protagonista.
El economista conservador jamás incomoda a los grandes capitalistas. De hecho, cuando son nombrados en altos cargos del Estado, suelen provocar “tranquilidad en los mercados”. En el ámbito financiero también; porque priorizarán el pago de las deudas por encima de soluciones alimenticias.
El economista conservador ajusta a los trabajadores y jubilados “por su bien”. Un ejemplo extremo se ha dado en la Argentina, donde el aún presidente ha convencido a millones de trabajadores de que las medidas en su contra son una bendición.
El economista conservador recorta derechos con el discurso de “responsabilidad” y sabe decir “no se puede” con elegancia académica.
En Uruguay, ya van dos economistas que alertan sobre los graves riesgos que acarrearía cumplir con el programa del Frente Amplio en este período, poniendo como ejemplo países de izquierda de la región, pero sin nombrarlos. Si se refieren a Venezuela, no es justo, porque ese país no tiene problemas económicos y financieros por su modelo solidario, sino por el brutal bloqueo impuesto por Estados Unidos y sus aliados, incluyendo robos de empresas y reservas en bancos del exterior. Y lo mismo cabe decir de Cuba y Nicaragua. Así que no sabemos a qué países se refieren; pero considerar como fracasos a las economías bloqueadas por no arrodillarse frente al imperio es, sencillamente, inmoral.
¿Al Brasil de Lula, acaso? Pues bien, la economía brasileña mostró una recuperación sólida en 2024, con un crecimiento del PIB del 3,4 %, impulsado principalmente por los sectores de servicios (3,7 %) e industria (3,3 %). También se proyecta que el país mantenga una expansión anual cercana al 3 % en los próximos años: el ministro de Hacienda estima ese promedio, aunque el Banco Central prevé una tasa algo menor para 2025, entre 1,9 % y 2,3 %.
Respecto a la pobreza, durante el primer gobierno de Lula (2003–2010) se logró sacar de la pobreza a más de 30 millones de personas, un logro ampliamente reconocido. En su segundo gobierno, el retorno al poder en 2023 también tuvo impacto: entre 2022 y 2023, se estima que 8,7 millones de personas salieron de la pobreza, y alrededor de 3,1 millones superaron la pobreza extrema. Más recientemente, desde enero de 2023 hasta julio de 2025, el ministro Wellington Dias informó que unas 24 millones de personas dejaron de depender del Bolsa Familia gracias al empleo o mejoras en sus ingresos.
La verdad es que no tenemos ni idea de a qué economías de izquierda se refieren cuando hablan de fracasos; pero seamos generosos y busquemos más allá. Si el modelo económico del comunismo chino es un desastre y el de Estados Unidos el modelo a seguir, ¿por qué Estados Unidos le debe a China alrededor de U$S 759 mil millones en bonos del Tesoro (U.S. Treasuries), lo que convierte a China en el segundo mayor acreedor extranjero del país, solo detrás de Japón?
El factor Luis
El gobierno de Yamandú Orsi, y esto es indiscutible, recibió una herencia maldita de su antecesor. Puro clavo. A los que conocíamos y sumaban 972 millones de dólares se ha sumado otro dato que el expresidente mantuvo oculto. Luis Lacalle Pou no pagó a tiempo el laudo arbitral por el cierre de Pluna, que obligaba al Estado uruguayo a pagar U$S 30 millones más intereses y costos, suma que ascendía originalmente a unos U$S 56,5 millones. Al no cumplirse el pago, se empezaron a devengar intereses por U$S 500 mil por mes, y finalmente el Estado abonó U$S 64,4 millones (incluyendo esos recargos) en mayo de 2025, tras lo cual se levantó en agosto los embargos que afectaban cuentas estatales en Luxemburgo.
Además, el déficit fiscal no era, como dijeron los jerarcas blancos, de 2,8 del déficit fiscal, sino del 4,2 %, más alto desde los años 90, como bien ha señalado Gabriel Oddone. Lacalle II, aparte de cobrar por adelantado los impuestos a las empresas públicas, pateó varios pagos para adelante, lo que no solo implica haberlos dejado de clavo para su sucesor, sino que los montos se incrementaron por multas e intereses. Y de yapa nos dejó medio millón de uruguayos ganando 25 mil pesos y récord histórico de personas viviendo en la calle.
¿Cambiar un poco o cambiarlo todo?
Este gobierno, con la mejor voluntad, pero limitado tanto por el legado de Luis como de sus propios paradigmas, pretende administrar de manera más humana una economía concentradora de la riqueza. No hay dudas de que solo con dejar de robar se tendrán más recursos para auxiliar a quienes más lo necesitan (cosa que ya se logró con el cambio de gobierno); pero le temo a los paradigmas de los economistas conservadores, que solo se atreven a cambiar las cosas en tanto y en cuanto se lo permitan los dueños del país.
No los veo hablando de ponerse a estudiar la viabilidad de erradicar las cajas paraestatales para que, aun respetando los derechos adquiridos, pasen todas a regirse por el mismo régimen del BPS. No me refiero solo a la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias, a la Caja Notarial de Seguridad Social y a la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios, también a los servicios estatales desconcentrados, como el Servicio de Retiros y Pensiones de las Fuerzas Armadas y el Servicio de Retiros y Pensiones Policiales.
No oigo a nadie plantear una reducción del 15 % del personal de las Fuerzas Armadas para el término de este período.
Mientras tanto, montañas de millones de dólares se nos están yendo para mantener a flote a algunas de esas cajas, mientras que cobrar un impuesto del 1 % al 1 % más rico del país suena a sacrilegio y equiparar las jubilaciones mínimas al Salario Mínimo Nacional fue descalificado desde el arranque por los economistas que aun siendo frenteamplistas son conservadores.
No los oigo hablando de recortar drásticamente los privilegios de la clase política.
Lo que veo es que se auxilia a las intendencias del interior con millones de dólares sin exigirles cambios profundos para erradicar la corrupción, el nepotismo, el amiguismo y las licitaciones amañadas.
En resumidas cuentas, este gobierno será, sin dudas, mucho, muchísimo mejor que el anterior, pero si no se atreve a romper paradigmas y tomarse un trago de audacia y creatividad, no pasará a la historia por la puerta grande.
Y lo más triste será ver a la militancia ver que sus banderas son arriadas.