Cuando uno se mueve por ideas o principios, casi nada lo puede parar. Pruebas las hay en la historia reciente. La gente aguantó la prisión y la tortura. Otros, el riesgo y el exilio. Generalmente es gente que recuerda lo que hizo y cómo lo enfrentó, con orgullo. Puede hacer autocrítica, adaptar ideas a nuevos tiempos, pero no actuaría distinto si volviera a vivir lo que vivió. Cuando uno se maneja por marketing, la política tiene la misma fuerza moral que la que requiere elegir un helado de uno u otro gusto o un par de medias.
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Hace años el intento de restauración neoliberal de la derecha en América Latina ha sustituido el contenido de la política por el marketing. No importa qué se dice ni qué consecuencias tiene. Importa el cómo, de qué modo. El escándalo del presidente en su Torre Ejecutiva, que derivó en que, en su presencia, en la residencia oficial sacaran esposado al jefe de su custodia; con 20 antecedentes penales. Había estado preso por estafa hasta semanas antes de empezar a trabajar con el presidente. ¿No sabía?
La credibilidad es un bien muy frágil. Basta que a uno le mientan una vez para que no crea en más nada. Por eso no le creo nada, dice que no sabía, creo que sabía. Además, ya somos grandes, aún los que sufren y usan gorras de béisbol (marketing) y los que con algunos canas somos más sobrios. Si sabía, es responsable por ocultarlo. Si no sabía, con todos esas pistas, no es apto para el cargo, por no saber.
¿Qué responde? Algo ajeno al fondo del tema (marketing). Dice que lo separó del cargo y no va a nombrar un sustituto porque la custodia no precisa jefe. ¡Pero el tema no es cómo se llama el cargo! Es la confianza depositada. Es la persona que sabía todo lo que hace el Presidente. A quién llamaba y, a lo mejor, por qué no, le hace algún mandadito. Él dice que como el cargo no se llama más así el problema desaparece (marketing).
También hay diversas escuelas en materia de manipuleo informativo derivando lo que importa a lo que, aunque sea cierto, es irrelevante. Este tema lo tiene muy estudiado el profesor de Marketing Político de la Universidad de Rochester (EEUU) Mitchell Lovett. El asesor presidencial, el ecuatoriano Durán Barba, es más básico: al empezar la frase, echar la culpa de todo al antecesor. “Para qué quiero custodia yo, ustedes me conocen (marketing puro) me gusta andar solo, mezclarme con la gente.” dijo ayer. Le faltó mencionar la habilidad en sacar selfies.
O sea, la custodia ahora no tiene importancia. Pero el primer día dijo: “Lo más importante que tengo es la seguridad a quien confío mi familia”. ¿En qué quedamos? ¿Cuándo miente? ¿Cuándo dice que es lo más importante o cuando sostiene que no tiene ninguna importancia. Porque en 48 horas dijo las dos cosas. Y agregó: “A lo mejor están acostumbrados a antes” (marketing). La culpa es de sus antecesores por usar custodia. ¡Uf! Lo importante ya no es haber confiando en alguien quien no lo merecía.
¿Qué consecuencias tuvo su equivocación? Se instaló en la sede la Presidencia, Torre Ejecutiva, una torre de venta expeditiva de… pasaportes. Pero esto, tan oscuro para la imagen del país, él lo describe como “imagen muy positiva” para Uruguay. “Demuestra la independencia de poderes” (marketing). No importa si hay algo de cierto o no, si se dice con serenidad y tono de certeza.
Ahora: hacía mucho tiempo que Uruguay no hacía cabeza de noticias internacionales en el mundo. Prensa escrita y de televisión. ¿Y qué dicen? ¿Elogian la independencia de poderes en Uruguay? No. Hablan de escándalo por venta de pasaportes a unos rusos que, se imaginan, no serían ningunos santitos. Antes, el pasaporte uruguayo gozaba de prestigio internacional al presentarlo en un puesto migratorio. ¿Alguien cree que será lo mismo en el futuro?
Dijo que no sabía nada. Luego de que alguien le había dicho, no se acordaba quién. No descartó que fuera el ministro Larrañaga. Ahora aparece un testigo que indicaría que fue él. (Esto no es marketing, es honrar un refrán: “Las mentiras tienen patas cortas”) ¿Y los informes del consulado de Uruguay en México? ¿Y el pedido de seguridad para el consulado en México, porque “de allí se filtró la información de los pasaportes”? ¿Bustillo no tiene nada que decir sobre el tema? Silencio sospechoso. Seguiremos.