Una de las más desesperantes caras de este nuevo conflicto internacional, que sucede más espectacularmente a otros tampoco resueltos, ni mucho menos bien resueltos, es la creciente ineficacia e ineficiencia del derecho internacional para procesar conflictos de facto según las normas y las instituciones creadas para lidiar de jure con situaciones de facto.
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Todos sabemos, mediante un mínimo retrospecto histórico, que el mundo, en su proceso de conformación, se hizo, básicamente, a golpes de facto, aun en medio de crecientemente legitimados órdenes jurídicos creados a posteriori de la ‘solución’ de facto de los conflictos (i.e. las constituciones uruguayas luego de conflictos civiles, o las Naciones Unidas luego de la Segunda Guerra Mundial).
Recurriendo de nuevo al genio de Max Weber, él decía que ningún orden normativo (ni local, ni estadual, ni nacional, ni internacional) es tal si no reúne 3 condiciones de las que depende su validez, más allá de su legitimidad: uno, si es capaz de hacerse cumplir por cualquier miembro, aunque fuere un poderoso de facto; dos, si es capaz de sancionar con fuerza disuasiva suficiente a sus transgresores; tres, si la comunidad cree en la legitimidad y eficacia de ese orden normativo como modo principal de resolución de conflictos.
En puridad, entonces, ningún orden normativo resulta ser realmente tal, pese a que se cumple muchas veces; porque no lo hace ‘cuando las papas queman’, ni puede impedir que los más poderosos de facto lo transgredan, ni pueden esos poderosos de facto ser efectivamente castigados por sus transgresiones, ni disuadidos de nuevas transgresiones. Estados Unidos ha sido criminal de guerra, criminal de lesa humanidad y cuasigenocida sin que ninguno de sus presidentes haya sido siquiera denunciado como tal (solo pensar en las bombas atómicas, el napalm en Vietnam y miles de transgresiones diarias por todo el mundo; Inglaterra y Francia serían denunciables abundantemente; Rusia por sus pogromos y matanzas internas varias; Turquía también por su ‘armenicausto’; o Astesiano, o Marset, o los multiasesinos laboratorios Pfizer penalmente multicondenados).
Porque, incluso cuando hay denuncias y terminan en sentencias condenatorias, los grandes delincuentes de facto, impunes de jure, los salvan con su ubicuo veto, siempre listos para reproducir y apoyar la injusticia. Así se salvó casi una veintena de veces Israel de condenas por crímenes varios, entre ellos los múltiples que comete a diario desde los años 40 en Palestina, hasta hoy; el veto de USA siempre los salvó de la justicia internacional.
Preguntas cruciales que Israel debe responder
Ahora bien, hay un problema serio de relatividad histórica cuando se juzgan las acciones de Israel en el mundo de hoy: que pueden responder a una moralidad dominante en el mundo antiguo; pero que es, hoy, inmoralidad ilegítima e ilegal en el mundo actual. No queremos recargarlo con citas, lector, ni ofender a creyentes al invocar textos sagrados en contexto profano. Pero todas las órdenes de Yavé a su pueblo elegido, y muchas de las acciones tomadas siguiendo esa intencionalidad de promesa, hoy serían calificadas de crímenes de guerra, de lesa humanidad, y de genocidios (porque se ordenaba, y bajo pena de maldición-castigo, borrar a pueblos enteros, su población y propiedades). Claro, la moralidad internacional ha ido cambiando y quizás los escritores sagrados no le harían decir hoy a Yavé esas cosas ni pondrían en su boca esas órdenes a su pueblo elegido respecto de su tierra prometida. Pero, ¿seguro que no?
Mejor que ellos mismos lo digan, porque hay pueblos que tantas veces anclan su orgullo identitario en ítems culturales tales como sus normatividades religiosas, que no es seguro que hayan abandonado totalmente esos rasgos identitarios que hoy serían considerados criminales bélicos, de lesa humanidad y genocidas. Releyendo los textos sagrados, y recordando sus creencias en que son un pueblo elegido, con su tierra prometida, nunca perfectamente obtenida y siempre ordenada de obtención por cualquier medio, o sea sagradamente inescrupuloso, uno tiene cierto miedo de que el derecho internacional y la moralidad media no les importen nada frente a los mandatos perennes de sus divinidades fundantes.
La humanidad debe exigirles que respondan a la pregunta de si aún consideran que son el pueblo elegido, que debe perseguir su tierra prometida por cualquier medio, incluso por vía de ‘anatema’, lo que hoy implicaría crímenes de guerra, de lesa humanidad y hasta genocidios. Y si su tierra prometida sigue incluyendo Cisjordania y Jerusalén, como siempre desde hace 2 mil años, y si incluye o no Gaza, mucho menos ‘prometida’ y efectivamente dominada en la historia por ellos. Concretamente, ¿se creen ustedes, aún hoy, el pueblo elegido por Dios (Yavé en la Torá)? ¿Creen ustedes, aún hoy, que Yavé les concedió una tierra prometida que deben procurar ocupar? ¿Creen ustedes que los actuales territorios de Gaza, Cisjordania y Jerusalén son parte de esa tierra prometida por Yavé a su pueblo elegido?
¿Creen ustedes que deben hacerse de los territorios actuales de la eterna tierra prometida por cualquier medio, hasta por los de la sagrada ‘anatema’, que implicaba arrasamiento total de pueblos, posesiones y edificios infieles y que se opusieran a ello?
¿Saben ustedes que esos procedimientos, sagrados en otra época, pueden ser hoy calificados como de ‘crímenes de guerra’, ‘crímenes de lesa humanidad’ y ‘genocidio’ por la moral internacional actual y por los organismos internacionales competentes?
¿Seguirían ustedes utilizando esos procedimientos porque los consideran derechos sagrados de jerarquía moral superior a los internacionales, meramente profanos, si se plantearan como mutuamente contradictorios?
Porque hay que saber a qué atenerse; y si sus prioridades fueran las mismas radicalmente identitarias como las escritas como sagradas hace 2 mil años, habría que tomar medidas, como pobres no elegidos, y proteger a los que estén en la tierra prometida, sometidos a las amenazas de ‘anatema’, ¿aún sí o ya no?
Otras reflexiones urgidas y cruciales
Las medidas de sanción que tan velozmente se tomaron contra Rusia, o Cuba, o Venezuela, o Irán, o China, ¿no pueden tomarse contra Israel, si persiste en defecarse en el derecho internacional y sus organismos de implementación? Y si los organismos no se mueven (como Israel les reclamó por no criticar más a Hamás) simplemente un acuerdo de buena voluntad entre los que quieren salvar a los infieles de la tierra prometida podría tomar sanciones diplomáticas, industriales, comerciales, de transporte y comunicación, que les amenace o toque el bolsillo, que siempre les ha preocupado.
Además, y confirmando la mala opinión que Platón tenía de los grandes textos épicos antiguos como fuente de socialización, valores y virtudes para las generaciones jóvenes (entre los cuales incluía los de Homero y Hesíodo, y a los aedas y rapsodas) la lectura por niños y adolescentes de los textos épico-sacro de las grandes religiones no es fuente abundante de personajes mesurados, virtuosos, prudentes, modélicos; ni las decisiones de Yavé, ni las de los dioses homéricos, ni las de tantos prohombres que no formarían parte de las Vidas Paralelas de Plutarco, deberían ser consideradas por Platón como un buen insumo moral de formación básica. A quien lee mucho y muchos de esos textos de ardua significación profunda le puede pasar como a Don Quijote; de tanto leer libros de caballería, sus vecinos le tapiaron la biblioteca para su regreso de la primera aventura caballeresca. ¿Habría que tapiar las bibliotecas de textos sagrados, hasta como revancha civil por todas las inquisiciones, index y quemas de libros y bibliotecas recibidas autoritariamente, para dejar como obligatorias, ¡cada alhaja!? Quiero decir que esos textos antiguos, de unos 30 siglos de escritos, pueden producir una jerarquía de valores muy diferente y que colinda con los valores actualmente vigentes y establecidos, como lo hemos mostrado que habría entre los valores que impulsan crímenes, anatemas y genocidios que no eran criticables otrora pero que hoy sí lo son. ¿Son una adecuada escuela para vivir hoy? O, por lo contrario, ¿por ventura se aspira a sustituir a los actuales por los antiguos, y, en ese intento, se acciona de acuerdo con los antiguos, supuestamente mejores y más sagrados que los actuales?
De todos modos, todos los textos sagrados, de cualquier credo religioso, presentan contradicciones internas debido a las diferencias de traducciones, autores, épocas y demás. Con respecto al mandato de ‘anatema’ contra resistentes infieles a la conquista de la tierra prometida por los elegidos de Yavé hay algunas dudas sobre su moralidad. Por ejemplo, en el capítulo 18 del Génesis, cuando Yavé avisa que determinados justos abandonen la corrupta ciudad de Sodoma porque sería destruida por su pecaminosidad (véase su semejanza con los avisos a los civiles para abandonar Gaza norte), Abraham se acerca a Yavé y le dice: “¿Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado?”. Yavé contesta que si encontrase 50 justos perdonaría; Abraham le va bajando el número de salvíficos necesarios para el perdón, hasta que Yavé dice que con solo 10 justos perdonaría a la ciudad. ¿Diría lo mismo el ministro de Defensa (¿?) israelí si se le objeta que está matando civiles, más que nada mujeres y niños, en el supuesto empeño de erradicar a Hamás? Porque en este caso parece más un caso de anatema sacro que de eliminación quirúrgica de Hamás, ya que casi un 80 % de los muertos son mujeres y niños; de lo más parecido a un genocidio a futuro, no justificable hoy, pero pareciera que sí en la persecución de la tierra prometida por los elegidos. Los israelíes actuales parecen más duros que el propio Yavé para castigar a sus enemigos; Yavé perdonaría a Sodoma si solo encontrase 10 justos en la ciudad, Israel ni cerca. Vale aclarar que al parecer Yavé no encontró ni 10 justos en Sodoma, porque la envolvió en una lluvia de fuego y azufre junto a otra ciudad, Gomorra.
El mundo, urgentemente, debe saber si: a, está jugando en una cancha actual, en medio de un conflicto geopolítico con fuerte componente religioso, o bien, b: estamos asistiendo a la actualización histórica de un mandato divino de hace 3 mil años y que fracasó hasta hoy; si la furia actual es causada por un Pearl Harbor judío excusa para cumplir al fin un mandato divino, o qué.