Se da un nuevo cambio en los protagonistas de la alternancia democrática en el poder. Primer presidente de izquierda de ese país y siendo alguien que supo optar por la lucha armada, permite pensar en un futuro de paz y reconciliación en el país hermano. Tres hechos históricos.
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Durante décadas rotaron en el poder liberales y conservadores. Llegaron a alternarse en el poder fruto de un acuerdo, sin participación popular. Esa opción binaria la terminó el Partido de la U (del expresidente Uribe). Este monopolizó el poder durante 20 años: Dos períodos de Uribe, dos de Juan M. Santos (aunque haya tomado distancia a poco de asumir) y uno de Iván Duque, que no se presentó a la reelección.
Colombia vuelve a cambiar el signo de la hegemonía. La izquierda llega a la segunda vuelta y lo hace en el primer lugar y, finalmente, gana las elecciones en el balotaje.
Los resultados de la primera vuelta preveían un balotaje reñido. Muchos analistas decían que Petro no tendría chance. Nosotros adelantamos en nuestras columnas y en nuestro programa en radio Cultura de Buenos Aires, el triunfo final de Gustavo Petro. El resultado de la primera vuelta nos daba pistas para ello.
Muchas veces se suman y restan votos de primera a segunda vuelta en forma aritmética. La conducta de la gente no decide así. El hecho de que el partido de gobierno no pasara a la segunda vuelta -el candidato de su preferencia entró tercero- es otro resultado histórico. Y contribuyó decididamente al resultado final.
La derecha llevó varios candidatos. La izquierda, uno. Es una simplificación sumar y restar. Petro obtuvo 40% y el derechista Rodolfo Hernández, 28%. El candidato más cercano al gobierno, Fico Gutiérrez, llegó apenas a 24% y el resto a 4%. Sumados todos, dan más que Petro. Pero Hernández, una especie de Donald Trump en versión realismo mágico colombiano, no captó a todos los que no acompañaron a Petro en la primera vuelta.
La campaña sucia contra Petro no demoró. Su pasado en un grupo armado anunciaba una dictadura marxista, conculcamiento de las libertades, etc. Sin perder la seriedad del análisis: hasta Graciela Bianca, recurrió a las fake news y otras yerbas. Pero volviendo a hablar en serio, se comparaba a Petro con un peligroso guerrillero. A ver: si fuera de las FARC, ¿No hubo un acuerdo de paz?
Viví la Colombia que se desangraba en enfrentamientos internos desde dentro en varias misiones internacionales. Así conocí a Petro. ¿Qué más se puede aspirar que las fuerzas insurrectas depongan las armas y compitan dentro de las reglas democráticas? Parece que el mensaje tiene un pero: “Eso sí, no ganen”. Acá en Uruguay tenemos el ejemplo de un exguerrillero que se desempeñó como presidente constitucional. Pocas cosas repercutieron en el exterior a favor del prestigio del país que su estilo austero y republicano.
Este triunfo contribuye en forma determinante a un nuevo tiempo en la región. Comenzó con Gabriel Boric en Chile, siguió con Petro en Colombia y encenderá nuevas esperanzas en Brasil. Así lo resaltó en un evento de Legítima Defensa el estadista español Pablo Iglesias durante su pasada por Uruguay.
Esa reflexión me ha hecho pensar mucho. ¡Qué distintas particularidades tienen los tres procesos y sus protagonistas! Boric, el más joven de la historia de Chile, sin actuación política previa; Petro, guerrillero, alcalde de Bogotá, hace años referente político. Lula, preso en las últimas elecciones, ganó todas aquellas en que compitió y hasta el pueblo votó a su sucesora en 2011. Preso cuando gana Bolsonaro. Absuelto y a la cabeza de las encuestas en Brasil. Un nuevo tiempo.
Acá, a contramano con la historia de la región. Los viajes del presidente, insistimos, son la ruta de la derrota. ¿Los arma su canciller y compañero de rugby? Fue de los últimos en felicitar al ganador. Antes recibió al surfista Edwin Salem para hablar de cosas que unen “a la hermandad de las olas secretas”. Una semana antes del balotaje, Bustillo anunció que viajará con Lacalle a Colombia a visitar al saliente Iván Duque, el gran derrotado del domingo.