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Batalla cultural

La ventana de Overton y la ofensiva de la derecha global

Es en la confrontación de narrativas que se vive esta nueva “batalla cultural”. Lo interesante es que en esta polarización afectiva, los “tibios” no funcionan.

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Caras y Caretas Diario

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Un día, Jorge Luis Borges dijo que hay palabras “inútiles”, aunque estén en el diccionario de sinónimos. Él se inclinaba por usar palabras “comunes”, de fácil comprensión. Su objetivo: que se entendiera lo que decía.

En la narrativa universal hay palabras que, con solo nombrarlas en cualquier idioma, los ciudadanos entienden. Hay una zona en el lenguaje universal —en donde conviven diversas lenguas— que resulta común. Como el lenguaje es una cosa viva, hay palabras que perduran y otras que caen en desuso. Así es la historia del lenguaje.

El domingo fui al clásico entre Nacional y Peñarol. Ahí me encontré con un lenguaje violento vestido de musicalidades, utilizado por hombres y mujeres: “Los vamos a coger”, “son todos putos”, “se fueron con el culo roto”. Extrañamente, esas palabras integran el nuevo catálogo de expresiones de la derecha global. Es como si el lenguaje sexual —por una pulsión extraña— dominara o quisiera dominar la narrativa. Y entonces se encuentran dos discursos, uno que habla de “culos” y “putos” y otro que rechaza que esas palabras, que existen, dominen las expresiones populares. Hay una batalla cultural por el sentido.

Ventana con vidrios opacos

El “sentido común” se construye. (Adviértase este caso: en Asunción es “común”, está naturalizado, ver tremendas camionetas sin matrícula circulando sin drama. No preguntes por el origen de las mismas, pero es “normal” que anden sin matrícula).

La ventana de Overton es una teoría política que representa un ideario aceptable por el público como una ventana estrecha, afirmando que la viabilidad política de una idea se define principalmente por este hecho antes que por las preferencias individuales de los políticos. Se denomina de esta manera por Joseph P. Overton, exvicepresidente del Centro Mackinac de Políticas Públicas. ¿Qué es el citado centro? Wikipedia me informa: es un grupo de expertos con sede en Midland, Michigan. A través de investigaciones y programas, el Centro Mackinac apoya impuestos más bajos, autoridad regulatoria reducida para agencias estatales, leyes de derecho al trabajo, elección de escuela y derechos de propiedad. Se lo ha descrito de diversas maneras como conservador, fiscalmente conservador. Dicen que son “apartidistas”, pero con Donald Trump se derriten…

Esta teoría de la “ventana” incluye un rango de políticas aceptables de acuerdo al clima de la opinión pública. Joseph Overton observó que para cada área de gestión pública, solo un estrecho rango de potenciales políticas es considerado aceptable. De esta forma, ese rango varía, no cuando las ideas cambian entre los políticos, sino entre la sociedad que los elige. Para evitar comparaciones con el espectro de posiciones ideológicas izquierda-derecha, Overton desarrolló un modelo vertical de políticas que va de “más libre” a “menos libre”.

Joseph Lehman, del citado centro, sostuvo, en línea con Overton, que es muy raro que los políticos puedan modificar la ventana. En lugar de ello, estos típicamente reaccionan y validan lo que se considera aceptable.

Generalmente los cambios en políticas públicas vienen después de cambios en la política, que a su vez siguen a cambios sociales; las políticas más duraderas son aquellas apoyadas por fuertes movimientos sociales. Quienes proponen políticas fuera de la ventana buscan persuadir o educar al público para que la ventana pueda tanto moverse como expandirse, a fin de abarcarlos, mientras que los opositores de las políticas en curso u otras que estén dentro de la ventana, por el contrario, buscan convencer al público de que éstas deberían ser consideradas inaceptables.

Otro analista, Joshua Treviño, postuló que los pasos para que una política pública alcance la total legitimidad pueden definirse someramente como: impensable, radical, aceptable, sensata, popular, política.

La ventana de aceptación, entonces, puede moverse cambiando la mentalidad de la sociedad apelando a los hechos y la lógica, a la moralidad, a las emociones y, en última instancia, a las circunstancias o la desinformación.

Mentime que me gusta

En ese contexto ideológico se inscribe el nuevo discurso global de las derechas. Apelan a las emociones fuertes —son radicales en lo discursivo para generar conversación y legitiman su discurso en esa dinámica confrontativa entre adherentes y opositores—. Están construyendo un nuevo “sentido común”. (Es interesante observar que la derecha libertaria uruguaya y el dirigente blanco Sebastián Da Silva están utilizando el concepto de “sentido común”. Dicen: Hay que apelar al “sentido común” de la gente. Y con su discurso disruptivo y hasta violento intentan construir narrativa dominante, un “sentido común” funcional a sus intereses).

En 2014, la traducción al español de un artículo del columnista ruso Evgueni Gorzhaltsán, publicada por el medio ruso RT en Español, popularizó el concepto de la ventana Overton como una teoría de conspiración de manipulación social para "legalizar cualquier cosa" siguiendo una serie de pasos. Posteriormente, otros medios replicarían este planteamiento.

Culo como mandril

Javier Milei calza perfecto en estas definiciones. En reiteradas oportunidades, por ejemplo, ha dicho que les va a dejar a los opositores “el culo como un mandril”, tal como si estuviera en la tribuna del clásico.

Lo cierto es que una idea considerada inconcebible puede pasar al terreno de lo debatible cuando aparece otra opinión aún más radical. Cuanto más chocante sea ésta, mejor. Esto genera más conversación, ya sea de aprobación o de estupor y rechazo. Los dos trenes a la misma velocidad en sentido contrario; confrontación de ideas, de estilos, de formas.

Lo interesante, como en un estadio, es que los protagonistas de la derecha radical utilizan el sexo como motor de emociones. Esto significa que alinean a sus partidarios en virtud de las emociones que despiertan. Esto ocurre con Milei, en Uruguay se insinúa levemente (hay algún prurito moral en este sentido que oficia de freno) y pasa en España. Vaya este ejemplo: Santiago Abascal, de la extrema derecha española, ha comparado el programa educativo navarro Skolae (que obtuvo un premio de la UNESCO) con la corrupción de menores y ha declarado que “debemos proteger de juegos eróticos a niños de menos de seis años”.

Entonces, es en la confrontación de narrativas que se vive esta nueva “batalla cultural”. Lo interesante es que en esta polarización afectiva, los “tibios” no funcionan. El pasto del medio es arrasado por el calor confrontativo.

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Discutir con estúpidos

María está por escribir una respuesta en la red social X. Lo que ha leído de un libertario uruguayo —que se esconde en un alias— le provoca un enorme enojo. Respira. Aprendió que no se puede escribir enojada. Sin darse cuenta, ejecutó algo que los expertos en comunicación, que no se alinean con la derecha radical, están diciendo: no replicar sus barbaridades en una respuesta. El debate se tiene que dar sin citarlos, para evitar la multiplicación del discurso tóxico. Con estúpidos no se discute; de hacerlo, inevitablemente se pierde.

L.C.

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Referencias

En España. https://instituto-seneca.edu/la-ventana-de-overton-comunicacion-politica/

En España. https://ctxt.es/es/20161012/Firmas/8953/Brexit-Overton-Lanchester-Theresa-May.htm

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