El presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva cumplió 100 días frente al Ejecutivo marcado por urgencias desde la hora cero, una economía en dificultad y un bolsonarismo que se mantiene fuerte en varios ámbitos.
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Luis Inácio Lula da Silva asumió la presidencia de Brasil el 1º de enero de 2023 ante una multitud: hubo festejos, música y alivio por, se pensaba, haber evitado lo peor en un Brasil enfrentado a una profunda crisis. Quienes estaban allí no imaginaron que solamente una semana después ocurriría un intento de golpe de Estado en ese mismo centro del poder político, Brasilia, marcando el inicio del tercer mandato de Lula con una de las amenazas más graves a la democracia en la historia reciente del país.
Fue uno de los temas a los cuales se refirió Lula en su discurso al cumplir los primeros cien simbólicos días: “Brasil volvió a cultivar la armonía y la convivencia republicana entre los tres poderes, de los cuales el mayor ejemplo fue la rápida reacción al intento de golpe de Estado del 8 de enero. Al día siguiente de la barbarie los tres poderes marcharon juntos del palacio de gobierno del Planalto al Tribunal Supremo, pasando por el Congreso Nacional, para decir alto y claro: no al fascismo, sí a la democracia”.
Esa reencontrada convivencia republicana fue uno de los objetivos del presidente en el marco de un gobierno que según el periodista brasileño Breno Altman debe pensare, como lo presenta el mismo Lula, en clave de “reconstrucción”: “Es un gobierno que se propone reconstruir los fundamentos del orden económico, político y social que existía hasta 2016 y especialmente hasta 2019, cuando empieza el gobierno de Jair Bolsonaro”.
“Lo que ha hecho Lula en estos primeros 100 días fue avanzar en la reconstrucción: repuso el programa Bolsa Familia incluso ampliado en relación a lo que existía antes, repuso el programa Mi Casa, Mi Vivienda, Mi Vida, que es un programa de viviendas importante, trató de reconstruir ministerios como el Ministerio de la Cultura, creó el Ministerio de los Pueblos Originarios, ha recreado el de los Derechos Humanos, de las Mujeres, de la Igualdad Racial. Avanzó en términos de esa reconstrucción del orden social y político del país”.
La reconstrucción exterior
Lula sostuvo desde el inicio que uno de sus objetivos era reconstruir una política exterior fuerte luego de los años de Bolsonaro. “Lula volvió a una estrategia de integración regional, el fortalecimiento de la Celac y de la Unasur, de constituir Sudamérica y el bloque latinoamericano como un bloque integral y autónomo, y tratar de extraer en términos geopolíticos ventajas y beneficios para Brasil de la región en esa polarización cada vez más acentuada entre Estados Unidos (EEUU) y China”, afirma el periodista brasileño, fundador del sitio Opera Mundi.
La política exterior brasileña, que tiene como pilar la reconstrucción regional, “se desarrolla en escenario internacional muy complicado”, explica Altman. ¿Cómo moverse asertivamente en esa polarización y enfrentamientos entre potencias? “Creo que hay una hesitación del gobierno brasileño, porque en un primer momento trató de enviar señales a EEUU y la Unión Europea que su alianza con China y Rusia no era incondicional, no era una alianza automática, ni siquiera era estratégica, pero eso no ha generado ningún beneficio para Brasil”, sostiene Altman.
“Brasil ha logrado rectificar un poco y ahora más claramente avanza en términos de su alianza en el interior del Brics y en la recuperación de la estrategia sur-sur. Ese es el camino para el orden multipolar, para que el mundo deje finalmente de tener el orden unipolar bajo la hegemonía de EEUU”. Parte de los pasos dados en esa dirección ha sido, por ejemplo, la designación de la expresidenta Dilma Rousseff al frente del banco del Brics.
Uno de los temas acuciantes de ese escenario internacional es la guerra en Ucrania, ante la cual Lula presentó varias iniciativas sobre cómo sentar a las partes enfrentadas bélicamente a un diálogo. El presidente, quien ya estuvo en EEUU en febrero, se encuentra esta misma semana en viaje a Beijing para reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, instancia en la que está previsto que aborde varios temas, entre ellos “la guerra en Ucrania”, como anticipó el canciller Mauro Vieira.
El bolsonarismo vive
Bolsonaro volvió a Brasil el 30 de marzo, luego de pasar tres meses en EEUU. Había dejado el país antes de entregarle la banda presidencial a Lula, y el intento de golpe del 8 de enero lo encontró estratégicamente en La Florida. Regresó sin fueros, y a los pocos días fue sentado en el banquillo de los acusados en la causa por las joyas regaladas por Arabia Saudita -por un valor de tres millones de dólares- que habría conservado para su fortuna personal cuando eran para el Estado.
La comparecencia del expresidente ante la Justicia no parece haber impactado en su base social, en el marco de un bolsonarismo que “ha sufrido una derrota táctica, en las elecciones y el 8 de enero, pero no ha sufrido una derrota estratégica, mucho menos una derrota histórica”, analiza Altman.
“El bolsonarismo está en una situación defensiva, ha perdido alguna fuerza, pero se mantiene en su plena capacidad política, mantiene apoyo social, apoyo electoral, parlamentario, con capacidad de seguir adelante en la guerra cultural e ideológica, mantiene su apoyo religioso y de un sector de la burguesía; no creo que el bolsonarismo esté en una decadencia estructural, o haya perdido capacidad de ofrecerse como la oposición principal al gobierno de Lula, incluso como alternativa de gobierno para las elecciones de 2026”.
Uno de los desafíos que tiene el gobierno de Lula para reconstruir Brasil es “derrotar y expulsar el bolsonarismo del Estado, eso no está hecho y el gobierno avanza con relativa morosidad, quizás con una política de baja intensidad en la lucha política-ideológica y en el proceso de desbolsonarización del Estado”, afirma Altman. Esa desbolsonarización del Estado implica también la de las Fuerzas Armadas, ante lo cual, sostiene, se “avanzó muy poco”.
La gran tormenta
“Los límites para reconstruir el país son determinados por el modelo neoliberal, si Lula no logra transformar el modelo neoliberal por otra vía de desarrollo económico del país va a tener muchas dificultades en completar las tareas de reconstrucción democrática”, analiza el periodista brasileño, que grafica la dificultad económica del país: “La economía está en una curva descendente, la tasa de desempleo en una tasa ascendente, la situación internacional no es satisfactoria para el desarrollo del país, el país prácticamente debe cerrar el año 2023 casi sin crecimiento económico”.
En ese marco, uno de los principales problemas son las altas tasas de interés del Banco Central, convertido en institución autónoma bajo Bolsonaro, que están en 13,75%, algo que volvió a ser criticado por Lula durante el discurso de los 100 días: “Sigo pensando que es una tasa muy alta de interés, están jugando con el país, sobre todo con el pueblo pobre y con los empresarios que quieren invertir. No lo ve el que no quiere ver”.
Según Altman es imprescindible “bajar la tasa de interés a partir de una ofensiva contra el Banco Central y establecer una reforma de los tributos que haga que los ricos paguen fuertes impuestos sobre su renta y patrimonio”, para así “construir un programa público de inversiones” que permita “salir del modelo neoliberal”. “Si el gobierno no logra hacerlo, trata de avanzar en las tareas de reconstrucción por dentro del modelo neoliberal; creo que los límites son muy graves y el gobierno puede perder su base política porque no será capaz en términos económicos de generar las condiciones para avances sociales sostenibles”.
Aún queda mucho por delante dentro de un país que alcanzó niveles muy altos de enfrentamiento político, desigualdad social y crisis democrática durante los años de Bolsonaro. Lula, ante un gobierno amplio, de coalición, con la necesidad de negociar en un Congreso heterogéneo, está ante la tarea de reconstruir el país en su política en la región, el mundo, y sobre todo hacia adentro, tanto en la economía, como en un reencuentro nacional. “Fueron 100 días de duro trabajo, tenemos otros 1.360 días para seguir reconstruyendo este país. Y ya estamos en camino”, afirmó al dar el mensaje por los 100 primeros días.