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Columna destacada | blancos | derrota |

¿Cómo? ¿Por qué?

¿Por qué perdieron los blancos y aún no comprenden los motivos?

Increíblemente, a lo largo y ancho del país se ve a los blancos desconcertados por la derrota en las elecciones pasadas.

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A poco de haber comenzado a escribir esta nota, se dio a conocer el resultado de una encuesta realizada por la empresa Nómade, la cual sondeó a la opinión pública sobre los motivos por los cuales el Partido Nacional perdió la última elección.

El cuestionario incluía diez opciones y tuvo estos resultados:

  • Por la candidata a la vicepresidencia (Valeria Ripoll): 29,3 %
  • Por hechos de corrupción y/o escándalos en el gobierno: 29,2 %
  • Por el candidato a presidente (Álvaro Delgado): 8,5 %
  • Por la gestión económica durante su gobierno: 7,2 %
  • Por la campaña electoral: 6,8 %
  • Por temas internos de la coalición: 4,7 %
  • Por poca movilización/presencia en el interior del país: 4,4 %
  • Por la gestión en seguridad durante su gobierno: 3,4 %
  • Otra: 6 %
  • Prefiero no responder: 0,5 %

¿Cómo? ¿Por qué?

Increíblemente, a lo largo y ancho del país se ve a los blancos desconcertados por la derrota. ¿Realmente pensaron que podían ganar luego de darnos el lustro con mayor cantidad de hechos de corrupción desde 1985 a la fecha? Si una imagen vale más que mil palabras, como representación de su confianza de que seguirían en el poder, me quedo con la de varias bolsas de papel picado al lado de los cestos de basura, donde no cabían. Varios documentos fueron triturados de urgencia.

Contra toda lógica, los blancos continúan negando lo innegable. El senador Sebastián da Silva dijo recientemente en el programa “Desayunos Informales”, del canal 12: “Si habremos hecho pocas macanas, que nos siguen pegando con Marset y Astesiano”. Lo dijo como si se tratara de los únicos escándalos. ¿Se olvida el senador de escándalos como los de las presiones a la prensa (El Observador, Eduardo Preve), Argimón vs. Cristino, el caso Albisu, el caso Penadés, el caso Iturralde (presiones a la Justicia), el caso Fossati, el caso Caram, el caso Do Santos y el caso Lafluf con la destrucción de un documento público que complicaba al Gobierno? ¿No recuerda los casos de Carlos Moreira, intendente de Colonia, cambiando sexo por cargos, e Irene Moreira cambiando viviendas por militancia? ¿No recuerda los múltiples escándalos de la Fundación A Ganar y Uruguay Adelante? ¿Y las facturas perdidas de Martín Lema en el Mides? ¿No se enteró de todos los alcaldes condenados por la Justicia por múltiples delitos?

En cuanto a la campaña, la mayoría de los uruguayos repudió que hubieran utilizado a Romina Celeste y Paula Díaz para tratar de enchastrar de la manera más abyecta a Yamandú Orsi. ¿Quién contrató a los trolls que se encargaron de incendiar las redes con la falsa acusación contra el ahora presidente electo?

Caras y Caretas

Con respecto a la fórmula, si bien la elección de Valeria Ripoll como candidata a la vicepresidencia fue un gol en contra (porque no tiene votos ni en la izquierda ni en la derecha), ya que genera más rechazos que adhesiones cada vez que habla, no es justo colocarla como la cara responsable de la derrota. Hubo otras caras y máscaras que hicieron tanto o más que ella para que la ciudadanía optara por otra oferta más razonable. Hubo otras bocas con lenguas tanto o más bífidas que la de la explosiva rubia.

El Frente Amplio tendría que agradecer su triunfo, en buena medida, a las intervenciones de los senadores Sebastián da Silva y Graciela Bianchi con sus calumnias constantes, quienes, junto a la soberbia de Luis Alberto Heber, Javier García y Jorge Gandini, más Gerardo Sotelo y operadores como Ignacio Álvarez y Sergio Puglia, lograron que la gente moderada dijera “por aquí no”, y le diera el voto a Yamandú y Carolina. No fueron los únicos. La coalición gobernante tuvo en sus filas a varios personajes nefastos que fueron cayendo uno tras otro, como el coronel Enrique Montagno (CA) por jactarse de meter gente a dedo en ASSE y el tristemente célebre director de Convivencia Ciudadana, Santiago González (PN), más conocido como “el Tanguita”.

La mochila

Sobre Álvaro Delgado no hay mucho para decir. Luis le levantó la mano y lo largó al ruedo porque esperaba que perdiera, evitando así cinco años de desgaste del Partido Nacional que podrían obstruir su aspiración de volver a competir él mismo en 2029, buscando la reelección. Por eso, cuando su delfín le propuso llevar a Ripoll en la fórmula, él le dio la bendición sin problemas. ¡Sí, cómo no! El Frente Amplio, feliz.

La mochila que traía Delgado, más que pesada, era insostenible. A los casos ya mencionados de escándalos y corrupción se sumaban las promesas electorales incumplidas: no tocar la edad jubilatoria, no subir impuestos, no subir tarifas, no tener a personas a ambos lados del mostrador, cambiar el Mides a Casavalle, ser transparentes, darnos los mejores cinco años de nuestras vidas y hacerse cargo, entre otras mentiras de Luis Lacalle Pou y por las que Álvaro Delgado tuvo que dar la cara.

Fue una mentira tras otra, como la de no abrazarse con tiranos. La más descarada fue la relativa a las cifras de descenso de delitos, cifras que no cuadraban con las de Fiscalía y menos con lo que la gente vive cada día.

No faltaron los abusos. Mientras la gente padecía penurias durante la pandemia, el presidente se aumentó su sueldo y el de varios jerarcas. Mientras se multiplicaba la cantidad de personas viviendo en la calle, él disfrutaba de lujos faraónicos en la residencia de Suárez y Reyes gastando 400 dólares por mes en mantener a su corte, incluyendo maquilladoras, peluqueras, niñeras, manicuras, mucamas y servicio veterinario. 19.200.000 dólares en cuatro años.

Encima, las tercerizaciones de servicios, licitaciones y compras directas no dejaban de despedir un olor nauseabundo.

Luis se pasó los cinco años en un cumpleaños permanente, como si fuera un adolescente, sobre una moto, en un avión de guerra, disparando un cañón, surfeando, jugando al fútbol… Todo un exceso de circo, siempre con su equipo de prensa registrando cada paso en aras del marketing político.

El Partido Nacional perdió, entre otras cosas, porque el duranbarbismo llegó al límite de sus posibilidades. El marketing puede lograr maravillas; pero no milagros. No había forma de tapar tanto desastre. La triste alusión a los malla oro, el secretismo en contratos (varias veces la oposición tuvo que recurrir a la Justicia para acceder a la información requerida), los ataques y maniobras contra las empresas públicas y sus sindicatos (UTE, OSE, ANTEL), las auditorías truchas… Todo mal. El extremo del bochorno se dio con el Antel Arena. Luego de que la Justicia archivara el expediente, el presidente ordenó a su equipo (en plena campaña electoral) llevar adelante las acciones necesarias para que se reabriera. El resultado fue el mismo. Carolina Cosse estaba limpia y la causa se archivó por segunda vez.

Tanto el intento de enlodar a Yamandú como el de enlodar a Carolina fracasaron estrepitosamente.

Ahora, ¿será que no comprenden los motivos de su derrota o acaso están siguiendo la máxima del marido infiel, que cuando la esposa le dice que tiene información de su traición lo niega, si le muestra fotos y videos dice que son truchos y si lo torturan sigue negando hasta la muerte porque sabe que no lo va a perdonar?

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