El último día hábil del año se dio a conocer la evolución del Índice Medio de Salarios (IMS) y junto con el dato de la inflación se desprende el dato de evolución del Índice de Salario Real. El informe del INE y los principales titulares y anuncios de los jerarcas de gobiernos dicen: “El IMS de noviembre 2022 registró una variación mensual de 0,17%, acumulada en el año de 9,34% y en los últimos 12 meses de 9,61%”.
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Por su parte, el salario real en el mismo informe tuvo una variación positiva en el año de 0.71 y en los últimos 12 meses de 1.05%. Si se analiza entre los diferentes sectores el comportamiento no es igual, en los hechos por ejemplo viendo público y privado hay una diferencia siendo mayor en este último. Mientas que para el sector privado en el 2022 hay una variación positiva de 0.84% y de 1.39% en 12 meses, en el publico es de 0.46% y 0,46% respectivamente.
Ante estos resultados la ministra de Economía y Finanzas Azucena Arbeleche declaró: “Vamos a terminar el año con un crecimiento en el entorno de 5%, con la creación de unos 40 mil puestos de trabajo y con una fase de crecimiento del salario real”.
Algunos aspectos que nos gustaría destacar de todos los anuncios tanto en relación con los indicadores como de parte de las autoridades de gobierno.
Los indicadores oficiales más relevantes en materia económica son los indicadores y más allá de los cuestionamientos metodológicos que podamos hacer, por suerte no está por ahora en tela de juicio ninguna medición.
Parece importante partir de este análisis ya que es un activo de suma relevancia que ha tenido siempre nuestro país es la seriedad y rigurosidad de sus estadísticas oficiales, en especial aquellas más relevantes a la hora de los diagnósticos, medidas y funcionamiento general de la economía ya que tenemos una indexación muy fuerte a determinados indicadores como ser el IPC, el IMS, la Unidad Indexada, entre otros. Pero es cierto que en los últimos tiempos se ha polarizado la interpretación de estos y como ya hemos destacado en otras columnas de C&C “los números son lo que son” y a lo sumo tenemos que referirnos a alguna medición de referencia o criterio conceptual o metodológico.
Sí podemos decir que el salario real dio algún valor de recuperación, pero muy magro y tímido. Pero si se consideran los promedios anuales este año 2022 va a concretarse el tercer año consecutivo de pérdida del salario real. De hecho, la variación del salario real en noviembre de 2022 fue de 1,055% pero si se considera el promedio de las variaciones mensuales de los acumulados de los últimos 12 meses fue de -0,77%. Y si consideramos el mes de noviembre 2022 respecto del mes de noviembre 2019 el mismo sigue por debajo, habiendo una perdida de salario real de 2,32% a pesar de los niveles de crecimiento que registró la economía.
Resultados preocupantes
Podemos profundizar en las tendencias, pero los resultados son preocupantes por muchos motivos. Queremos destacar algunos de los mismos.
Uruguay cierra un 2022 de importante crecimiento de la economía explicado en gran medida por las exportaciones agroindustriales y ya en el segundo semestre muestra niveles de baja en muchos de los rubros y con perspectivas que no son buenas, por lo que lo impulsores del crecimiento parecen agotarse ya que los mismos se explicaron en un contexto internacional que viene cambiando. Pero los buenos números en términos de crecimiento no fueron acompañados con indicadores salariales, sociales y de distribución lo que no solo marca una falta de rumbo, sino que determina una política consciente de no redistribuir que implica algunos favoritismos a costa de muchos que pierden. En este contexto observar el salario real y la falta de una mejora sostenida y una política atendiendo este indicador es preocupante. Cuando el salario real se deteriora nos muestra que la evolución de los precios fue por encima de la evolución del Índice Medio de Salarios indicador de la evolución de los ingresos corrientes de los trabajadores en relación de dependencia tanto del sector publico como del privado. El Índice de Salario Real lo que hace es sumar el efecto de la inflación medida a través del IPC y se calcula como la relación entre el IMS y el IPC. Cuando el nivel de precio sube por encima del salario significa que los trabajadores pierden poder de compra, los salarios se deterioran en términos reales. Si a su vez consideramos diferentes franjas salariales en los tramos más bajos donde mayor porcentaje se destinan a la compra de alimentos y cubrir necesidades básicas las consecuencias son más preocupantes.
En Uruguay existen los Consejos de Salarios, espacios de negociación colectiva en el que participan trabajadores, empresarios y el Estado. En los mismos se establecieron los lineamientos del Poder Ejecutivo que marcaron siempre una postergación en la recuperación salarial. En un contexto de crecimiento y habiendo pasado una etapa de pandemia con un fuerte esfuerzo de parte de las clases trabajadoras existe un objetivo claro de la política salarial. Que 2023 nos viene salarial en un contexto de dificultades, con recientes subas de tarifas y con un dólar totalmente desacoplado de la tendencia.