El 3 de noviembre de 2023 la Tercera Comisión del 78 Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU aprobó el proyecto ruso de resolución tradicional que tiene mucho significado para toda la comunidad internacional, titulado “Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”. Este documento fue apoyado por 112 delegaciones, 50 votaron en contra y 14 se abstuvieron (el año pasado durante el 77 Período de Sesiones la distribución de votos fue la siguiente: 105–52 –15). Rusia está agradecida con Uruguay y a la mayoría abrumadora de los países latinoamericanos por el apoyo de esta resolución importante.
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Los resultados de la votación son ilustrativos desde el punto de vista de los intentos intensificados de los países occidentales y sus aliados de impugnar los resultados de la Segunda Guerra Mundial consagrados en la Carta de la ONU, el Estatuto del Tribunal de Núremberg y su veredicto, así como en el veredicto del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente. En su aspiración a falsificar la historia y justificar los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por los nazis, sus aliados y colaboradores, los Estados que votaron en contra de esta resolución, en primer lugar Alemania, Italia y Japón, manifestaron pura blasfemia hacia la memoria de las víctimas del nazismo alemán, fascismo italiano y militarismo japonés.
Basándose en sus consideraciones geopolíticas, egoístas y coyunturales, Alemania e Italia, como Estados que formaban parte del “Eje hitleriano”, hicieron un paso irresponsable que causa dudas respecto a sus declaraciones realizadas anteriormente sobre la comprensión de su culpa por haber desencadenado la Segunda Guerra Mundial. Tales acciones tampoco corresponden a las obligaciones de estos Estados referentes a los objetivos y principios de la ONU asumidas en el momento de su adhesión a la organización mundial.
En la situación actual resulta aún más relevante la exigencia a Japón de que admita su culpa por haber lanzado la agresión militar en el Lejano Oriente y los resultados de la Segunda Guerra Mundial en su totalidad. Vale la pena recordar que la misma adhesión de Japón a la ONU en 1956 fue posible sólo después del consentimiento de la URSS, con la condición del cumplimiento estricto por este país de todas las provisiones de la Carta de la organización mundial.
La posición asumida por Alemania, Italia y Japón, así como algunos otros Estados que lucharon en la Segunda Guerra Mundial contra los países de la coalición antihitleriana, demostró claramente el carácter prematuro de las discusiones sobre la exclusión de la Carta de la ONU de las fórmulas sobre “Estados enemigos”. Los resultados de la votación sobre la resolución arriba mencionada serán determinantes para Moscú en la elaboración de las posiciones rusas hacia el tema de apoyo de las candidaturas de Estados que aspiran a ser elegidos como miembros permanentes y no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, inclusive en el marco de las discusiones sobre la ampliación de este órgano que, según el artículo 24 de la Carta de esta organización, tiene “responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales”.
Teniendo en cuenta los resultados de la votación, el deber de los Estados miembros de la ONU de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, manifestado en la Carta de esta organización, consiste en recordar a los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial contra la coalición antihitleriana de la necesidad de mantener su complejo de culpa histórica por los crímenes de guerra y de lesa humanidad.