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Columna destacada | discurso | Orsi | político

Tibio discurso de Orsi frente a ADM

El discurso fue de una llamativa tibieza, carencia de compromisos y de opciones político-ideológicas, aun dentro de las condicionantes referidas.

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Sé muy bien, lectores, que es brutalmente temprano para hacer vaticinios electorales; uno, porque falta mucho y pueden pasar cosas que cambien tendencias que hoy parecen razonables y consolidadas; y dos, porque los sondeos marcan unánimemente cortas distancias entre las coaliciones que disputarán una vez más la elección nacional en 2024.

Pero esta situación de lejanía electoral y de paridad solo puede explicar en parte contenidos del discurso político del intendente de Canelones, Yamandú Orsi, ante el cerno de ADM e invitados relevantes sumados a ellos.

Antes que nada, digamos sin ambages que, con las salvedades anteriores, lo que esperamos y atrevidamente formulamos, es que Yamandú Orsi sea el nuevo presidente de los orientales, en segunda vuelta de noviembre de 2024 e iniciando el mandato en marzo de 2025. Ganaría en segunda vuelta de balotaje junto a su compañera de fórmula del Frente Amplio, Carolina Cosse, por ajustado margen frente a la coalición actualmente gobernante, representada por la fórmula Álvaro Delgado-Laura Raffo. En primera vuelta el triunfo del FA no conseguiría mayoría suficiente, con predominio del MPP, frente a la mayoría interna herrerista en la coalición multicolor.

Democratización y certificación de los mensajes zurdos

La izquierda está corriendo una carrera alocada hacia el centro del espectro político-ideológico: uno, por razones históricas de inviabilización progresiva de diversas soluciones revolucionario-radicales; dos, por razones de creída conveniencia político-electoral. Así, tanto los contenidos de discursos y normativas en gobiernos de izquierda como sus propuestas preelectorales, en comparación con el discurso de izquierda desde el siglo XVIII hasta principios del XXI, pueden tildarse de diet, descafeinados, light, zero picantes y tibio-centristas.

Una larga y bastante obvia historia de las ideas y prácticas de izquierda muestra cómo las radicalidades teóricas y de la praxis van siendo derrotadas y descartadas a futuro. Jean Baudrillard dice en 1974 (El espejo de la producción) que la izquierda, antiliberal y antidemocrática originalmente se convertirá en el sustento ideológico del centro derecha democrático porque será la encargada de mantener esperanzas no satisfechas por otros; la izquierda en todo su espectro va haciendo lugar a las propuestas tempranas de la socialdemocracia (Bernstein es de fines de los años 20) y a la reconversión democrática del comunismo desde fines de los 40 en Italia; el violentamente abortado triunfo de Allende en Chile de los 70 anuncia que ni por las malas ni por las buenas el centro y la derecha aceptarían gobiernos de izquierda, sea porque desconfían de su ‘democraticidad’ real, o porque las propuestas de izquierda despojadas de los ‘cucos’ radicales tradicionalmente alimentados por las derechas se han despotenciado al punto de ser difícilmente reconocibles como continuando un tronco ya ancestral de propuestas radicales.

Diversos politólogos del espectro académico han insistido y continúan insistiendo en que la única chance de la izquierda es su corrimiento hacia el centro para evitar acusaciones de radicalidad y revolucionarismo que se han vuelto desprestigiadas por distintos motivos. Olvidan, sin embargo, que las utopías siempre fueron imanes para los adherentes a diversas clases de mensajes alternativos o contramensajes. Y que la evolución del voto juvenil en el mundo muestra que, a falta de utopías de izquierda sobrevivientes a su migración hacia el centro, las derechas y los populismos están captando el imán utópico antiguamente ejercido por las izquierdas. Laclau, uno de los zurdos de migración más radical al centro, ha llegado a sostener que el protagonismo de una verdadera democracia real debería ser objetivo estratégico de las izquierdas en el mundo de hoy.

Esta exposición de Yamandú Orsi ante ADM puede inscribirse entre las instancias en que el discurso debe evitar radicalismos y, por el contrario, engrosar el flujo democrático republicano de liberalismo progre tan bien comportado y políticamente correcto que la ocasión parece aconsejar. De todos modos, sería realmente ingenuo y subestimador de los concurrentes al evento de ADM pensar que todos degluten y metabolizan fluidamente y sin reservas ni sospechas el discurso que manifiesta el más probable candidato presidencial del FA a 2024, y también el que tiene más probabilidades de presidenciar de entre todos los partidos. Todo ciudadano uruguayo mínimamente informado sabe que, o bien el FA considera seguir con la migración al centro, o bien siente que debe simularla, al menos en algunas situaciones precisas, tales como este acto de ADM. Y que bien pueden algunos de los concurrentes pensar que se está recitando lo políticamente correcto o, peor, que es un lobo disfrazado de oveja (cosa que desde los 70 del siglo XX la derecha ha profesado). No asustar a los empresarios privados es una compartible consigna de discurso, pero que debe saber que buena parte de los receptores desconfía (al menos) de los contenidos del discurso, aunque este sea tan lavado y prolijo como el de Orsi.

Quizás Orsi participe de lo que sugirió Laclau de que la nueva función de las izquierdas es realizar democracias mejores que las ejecutadas hasta ahora por el centro-derecha; y de lo que aconsejan electoralmente los mencionados politólogos sobre la necesaria continuidad de la migración al centro ideológico-electoral; y que ese evento en ADM es apto para intentar impedir el cultivo de más adversarios de los que ya tienen naturalmente el FA y las izquierdas.

Sea por lo que fuere, el discurso es de una llamativa tibieza, carencia de compromisos y de opciones político-ideológicas, aun dentro de las condicionantes referidas.

Los ejes del discurso de Orsi en ADM

  • Certezas y nuevos consensos

Las primeras frases refieren a que el mundo ha cambiado mucho, que las certezas no abundan y que es necesario construir nuevas consensualmente, afirmación con contenidos tan amplios que cualquiera puede llenar como quiera. Hubo algo quizás más criticable dentro de su acertada visión de que esas incertidumbres son caldo de cultivo de nacionalismos populistas y xenófobos, con líderes mesiánicos y estridentes (que siempre los hubo; las grandes religiones fueron eso en gran medida).

Al respecto dijo: “Las bondades asociadas a un mundo integrado y cooperante son menos aceptadas…”; aquí hay una típica carencia de formación e información de las izquierdas actuales: el mundo integrado, el translocal globalizado actual, tendrá sus bondades, cierto; pero es resistido y menos aceptado por las maldades crecientes que exhibe y no porque se nieguen arbitrariamente sus bondades; las reacciones neo-nacionalistas tienen fuertes argumentos y no son solo nacionalistas populistas y xenófobos con líderes estridentes y mesiánicos (que los hay entre ellos, sin duda). Por enciclopédicos apoyos a esto lea a Alexander Duguin, casi cualquier libro de su aluvional producción profunda. Estas primeras frases son un compendio de la ignorancia geopolítica de las izquierdas, aunque puedan, además, ser compartidas por ADM y secuaces, muy probablemente globalistas tendencialmente.

  • Prosperidad solidaria, equidad y redistribución, blindando la infancia

“No existe prosperidad sin solidaridad” (¡¿?!). ¿De qué galera salió este conejo? Ya lo afirmaban los quincistas de Batlle Berres de fines de los 40, como Wilson en los 60: la cohesión social (¿debe la izquierda elogiarla?), el crecimiento con equidad, redistribución e igualdad de oportunidades, este discurso meritocrático liberal progre, enarbolado en el siglo XXI, luce claramente obsoleto sin mejores precisiones. Agrega que hay que blindar la infancia en sus tres primeros años de vida, déjà vu compartible, aunque se precisarían más detalles para calibrarlo.

  • El persistente tema ambiental

Afirma que habrá crecientes exigencias ambientales y que Uruguay deberá “seguir (¿?) asentando su inserción externa en el uso sostenible de recursos naturales”. Nadie podría desear lo contrario. Pero ¿qué significa? ¿Qué sí y qué no?

  • Soberanía plena, flexible, integrable, desde el sur

Aconseja empezar por el Mercosur (de algún modo afirmación ideológicamente cargada, quizás contraria a lo que creen muchos ADM), con soberanía fuerte pero flexible para integrarse de diversos modos. Inobjetable, pero ¿qué integraciones bendice y cuáles no? ¿Sería el camino Mercosur-Unasur-Brics? Mejor decirlo, ¿o mejor callarlo en ADM?

  • Hacer sin bulla

Quizás criticando con razón la política comunicacional locuaz y optimista del gobierno actual, propone, al contrario de lo que se hizo con el proyecto de acuerdo comercial con China, estudios serios y postergación de fuegos artificiales para cuando haya instancias maduras acordadas. Concordamos, pero hay teorías político-comunicacionales que privilegian el momento comunicacional como constitutivo de opinión; no es solo ‘bulla’, sino una teoría del impacto, aunque podamos no compartirla.

  • Derecho a una seguridad multiinstitucional

Aquí tenemos fuertes concordancias con cosas que casi nunca se dicen sobre el tema. Uno: “La seguridad es un derecho que solo el Estado puede garantizar”, lo cual es altamente probable dado el grado de armamento disponible para actividades delictivas (se opondría a quienes proponen la generalización de tenencia de armas para ‘defenderse’). Afirma que el Estado no puede perder instituciones ni territorios donde ejecutar su autoridad legítima y legal, casi obvio, pero de conveniente subrayado cuando hay enclaves barriales de difícil acceso para ejecutar la autoridad gubernamental.

Muy oportunamente, descarta la tentación de los superhéroes justicieros, recalcando que “la seguridad no es asunto exclusivo de la Policía”, sino multiinstitucional, multiministerial y multidisciplinario (muy de acuerdo, aplausos de pie).

Le preocupa el acceso democrático a la justicia, lugar común ancestral, pero acota con verdad actual que las defensorías de oficio no tienen medios para defender eficazmente a los menos poderosos; y que las cárceles solo son depósitos de futuros resentidos con posgrados criminales, Aquí dijo cosas poco comunes, y quizás no del gusto de los ADM.

  • Decencia gubernamental, ética republicana y soporte espiritual

Lugares comunes que no podían faltar en un discurso políticamente correcto en su multi-intención, como vimos. La decencia la remonta convenientemente a Artigas, refiere a una supuesta ‘ética republicana’ de la que no conozco versiones que afirmen que el respeto, la honestidad, la modestia, la integridad, el esfuerzo y la dedicación “constituyen su esencia” (otra vez, ¿de qué galera salió este otro conejo?). Pero constituyen indiscutibles rasgos deseables retóricamente, sin duda; quizás sutilmente subrayados, marcando diferencias con las corrupciones que están marcando la gestión gubernamental actual, aunque fue un discurso no confrontativo, contrariamente a otros de otros jerarcas del FA.

Remata con la obviedad del predominio deseable del interés general sobre las relaciones personales, con la necesidad de construir acuerdos básicos y de construir un proyecto nacional que sea soporte espiritual nacional. Lugares comunes multisémicos, si los hay, una vez más.

  • La gestión de la comuna canaria como ejemplo y marketing

En varias oportunidades sus deseabilidades son referidas a obras de la comuna canaria en las cuales se habrían seguido esas idealidades, y aprovecha siempre para decir que Canelones contiene tal variedad que gestionarlo es casi como administrar el país entero. Lógicas estas afirmaciones para quien quiere levantar a priori objeciones a su candidatura nacional por medio de la observación de que no tiene experiencia de gestiones nacionales, sino solo departamentales. La comuna canaria, ejemplo y microcosmos nacional, correcto marketing anticipatorio.

  • Panorámicamente

Visto panorámicamente, el discurso contiene aspectos técnicos necesarios para legitimar un discurso en ADM, dentro de una fuerte impronta de moralidad normativa, quizás no tan obvia ni inocente cuando la moralidad y la eticidad son de los aspectos más criticados y más vulnerables al juicio público dentro de la gestión de la coalición multicolor gobernante. Es posible que ese foco elegido como talante básico (moral, moderado, demócrata, liberal-progre) sea adecuado a la instancia del discurso, al lugar de enunciación del discurso y al momento actual en la puja electoral que avanza ya inconteniblemente hacia las elecciones nacionales de 2024, aunque no sea ideológicamente rico, ni novedoso ni perfilista. Si uno juzga con una vara filosófico-ideológica, es pobre y poco actualizado; pero si la vara es la de la maniobra táctica política coyuntural, allí luce más virtudes. Depende, entonces, de la lectura que se haga del discurso, de los criterios que se utilicen para juzgarlo. Fascinante sería, sin duda, debatirlo con el mismo Orsi y con el equipo asesor que produjo insumos para el discurso, pero es aproximadamente utópica esa instancia.

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