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Columnas de opinión | Von Clausewitz |

Retiradas que son tácticas

Clausewitz Von

Hace un tiempo escribía en una columna en otro medio una alteración de la clásica consigna de Von Clausewitz “La guerra es la continuación de la política por otros medios”.

Por: Andrés Berterreche

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Decía, a manera de provocación, que la política podía considerarse como la guerra por otros medios. En esta ocasión voy a volver a utilizar ese concepto como una forma de explicar algunas cosas que suceden en nuestra realidad. Permítanme entonces usar este paralelismo bélico como una suerte de alegoría.

En este sentido, militarmente, una retirada no necesariamente debe ser tomada como un hecho deleznable o criticable negativamente. Hay retiradas que son tácticas y a veces hasta estratégicas, que permiten establecer mejores puntos de defensa y hasta la mejor opción para una contraofensiva. Parece que no debería ser condenable la retirada rusa ante la invasión napoleónica, con los resultados a la vista, por poner un ejemplo bastante ilustrativo.

Pero para que esto suceda debe cumplir algunas condiciones. Enumeremos entonces algunas que se me ocurren: en primer lugar, parecería obvio que se debe tener clara la razón de la misma (lo que pasó con Urquiza en la batalla de Pavón cuando le estaba dando una paliza a los unitarios de Mitre y se retiró es una muestra de lo que no se debe hacer. El resultado final fue la posterior desaparición de las posiciones federales y el propio asesinato del líder entrerriano); tener objetivos claros, ser ordenada, preservar fuerzas y pertrechos. En caso contrario no es una retirada, sino una desbandada nomás.

Del mismo modo si se retrocede y se pasa un puente este no se debería dejar en pie, mucho menos ofrecerlo al adversario (digo adversario porque enemigo podría sonar demasiado fuerte a la hora de decodificar esta sucesión de metáforas para explicar hechos políticos) más poderoso y sería demencial además dejárselo alfombrado.

También es cierto que a veces existen aliados que no son demasiado tales a la hora de tomar estas decisiones. Sin llegar a situaciones como la del Frente Popular francés en la guerra civil española, porque en cualquier caso tal comparación sería muy ofensiva, aunque los resultados históricos sean altamente ilustrativos. Pero a veces, y déjenme por un momento cambiar la imagen militar a la deportiva, me hace acordar al petiso que al lado del ring le grita a su boxeador que vaya para adelante, que no retroceda, pero sin salir de su cómoda posición del ring side. Es más, de los que si se arma una generala explique su no intervención porque él no era más que un simple espectador con una simpatía ligera por uno de los púgiles.

Pero aclaremos, más allá de las disquisiciones del párrafo inmediatamente anterior, nada justifica una desbandada.

Ahora vayamos a la tan manida frase de que la infantería va atrás de los blindados. Eso está bien si se está avanzando, pero si se está en una disparada es solo dejar a los de a pie a su suerte. Recuerdo alguna organización político militar que había tomado como decisión que su dirección no pasara a una segura retaguardia estratégica sino que fuera la que diera el ejemplo en una situación de derrota. Esto no cambió el resultado del devenir del conflicto pero le permitió cimentar lealtades futuras. No se deja a los más débiles tirados, porque no es correcto en primera instancia pero además para apostar al futuro cuando se vuelva a necesitar.

Si se hiciera todo lo contrario a lo que aquí se sugiere, debería de haber una explicación lógica. Se debe dar si de última no queremos firmar una rendición incondicional en el entendido de aquella máxima de que la única lucha que se pierde es la que se abandona.

Quiero en esta época de balances y proyecciones hacer llegar mi solidaridad con los trabajadores de M24. Y también con las decenas de personas que de una u otra manera, sin ser asalariados de la emisora, permitieron que ese faro brillara en años que siempre fueron difíciles, y que muchas veces casi anónimos hicieron llegar cálidamente unas nuevas bienaventuranzas.

Calculo que los lectores van a entender este paralelismo, de lo contrario, si me invitan un café en cualquier boliche montevideano, no tengo problema en explicarlo.

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