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Columnas de opinión | Ellos son lo que son | los blancos | Fossati

Claves para el triunfo

Ellos son lo que son, pero ¿qué debemos hacer para ganar?

Este es el año en que la marea frenteamplista deberá copar las avenidas, inundando cada calle con un mensaje de esperanza.

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Los blancos no aplauden a Gabriela Fossati por lo que hizo; la aplauden por lo que no hizo. Con el caso de Torre Ejecutiva en sus manos, muchos jerarcas de este gobierno podían dormir tranquilos, ya que con ella como fiscal no precisaban abogado defensor.

Los senadores Jorge Gandini, Graciela Bianchi y Sebastián da Silva no se hicieron rogar y, dominados por un inocultable nerviosismo, ejercieron toda clase de presiones sobre el fiscal de Corte, Juan Gómez, y la fiscal sustituta de Fossati. Algún día, mediante una reforma constitucional, tendremos un país donde los fiscales y jueces no sean designados por el poder político. Mientras tanto, la separación de poderes, por lo menos con este gobierno, seguirá siendo un chiste de mal gusto. Algún día el Tribunal de Cuentas de la República y la Jutep dejarán de ser meros elementos ornamentales en el entramado institucional.

Ellos, los blancos y sus siervos, son lo que son. Se escandalizan por la inversión que hizo Carolina en brindar un espectáculo dando la oportunidad a decenas de miles de personas de asistir gratuitamente. Los periodistas y analistas afines al poder central dedicaron todo su tiempo y espacio a detallar lo que se perdió, como si la intención de los organizadores hubiese sido hacer un negocio; y es que los blancos no entienden otro lenguaje.

Se gastó, sí. La venta de entradas y comestibles cubrió lo invertido en contratar a las artistas; pero no se recuperó el total. Ahora, lo que se perdió es mucho menos de lo que la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, regaló a su propio esposo al otorgarle beneficios a su empresa de manera inmoral. La inversión que hizo Carolina para promocionar a artistas nacionales fue muy inferior a lo que nos cuesta mantener a Luis Lacalle Pou (solo considerando los gastos de la residencia de Suárez y Reyes) durante un par de meses. Recordemos que tiene manicuras, peluqueras, maquilladoras, mozos, veterinarios y un sinfín de cortesanos; incluso niñeras, aunque desconozco si continúan allí, habida cuenta de que su familia dejó la residencia desde la separación.

Hay nerviosismo en la derecha. Saben perfectamente que enfrentar a la cheta Laura Raffo Degeronimi con Carolina, quien ha dado muestras más que suficientes de su sensibilidad por los problemas populares, es una derrota segura en las urnas. Hay que inventar lo que sea; hay que frenarla a como dé lugar, ya sea sometiéndola a juicio político por algunos informes no respondidos como publicando fotos de basura en lugar de llamar a la intendencia para que en pocos minutos la retire.

Ellos son lo que son. No quieren que la fiscal Sabrina Flores comience a husmear en las licitaciones en que Astesiano intervino haciendo los deberes al jefe, ese jefe que tanto menciona y no aparece. No quieren que la fiscal pregunte a Álvaro Delgado, Luis Alberto Heber, Rodrigo Ferrés o a Luis Lacalle Pou algo elemental: ¿Cómo es posible que Astesiano manejara recursos materiales y humanos para sus delitos sin que ustedes lo supieran?

Ellos son lo que son. En nuestra nota anterior (“Corrupción y acomodos en Uruguay”) recordamos una serie de casos que los presentan de cuerpo entero; pero nos quedamos cortos por falta de espacio. Aún así, no pararon. A pocas horas de publicarse dicho artículo, Crónicas del Este descubrió otra perla.

“Fernando Aparicio Rachetti, hijo de Fernando Rachetti Olaso, abogado de profesión e integrante del Partido Nacional por la lista 40, ganó una licitación que fue observada por el Tribunal de Cuentas de la República por inconsistencias en los pliegos de licitación para distribución de 600.000 viandas para el Instituto Nacional de Alimentación, que depende del Ministerio de Desarrollo Social”.

El hecho es que el Mides (léase Martín Lema) adjudicó a la empresa Ble Boulangerie SRL varios millones de pesos por 225.000 viandas y luego, pese a las observaciones del TCR reiteró y amplió el gasto, aun cuando la empresa no cumplía todos los requisitos ni planteaba el mejor precio. ¿Cómo se explica? Simple. El padre de Fernando Aparicio Rachetti es socio del marido de Beatriz Argimón, Jorge Fernández Reyes, en el estudio Bado, Kuster, Zerbino & Rachetti.

¿Queda claro por qué Lema arremetió contra las ollas populares descalificándolas y enchastrándolas o lo tengo que explicar con bananitas y manzanitas?

Ahora bien; ya está claro quiénes son ellos y cuáles sus intereses. La pregunta es qué hacer para retomar el gobierno y salvar al país de esta debacle.

Tenemos que ganar; pero no a cualquier precio. No ganaremos coqueteando con la derecha, traicionando y condenando a Venezuela para que el diario de la dictadura nos dedique un par de páginas y aplausos.

No ganaremos arriando banderas ni omitiendo palabras como oligarquía o expresiones como lucha de clases, sino dedicando todo nuestro esfuerzo a ejercer la docencia política y explicar lo que significa ser de izquierda o de derecha. Ganaremos cuando logremos que la mayoría de la gente se entere de lo que los medios cómplices ocultan para blindar al poder. Ningún proceso revolucionario que busque la justicia social se inicia con un pueblo dormido.

No ganaremos si dejamos morir por asfixia económica a los medios alternativos de comunicación. Tampoco ganaremos si minimizamos la cultura de la gente del interior y creemos que hay que hablarle en cantonés para que comprenda. Solo hay que explicarles el daño tremendo que los caudillos blancos y colorados les han causado convirtiendo a sus departamentos en feudos.

No ganaremos si cometemos los mismos errores que en la campaña pasada. No podemos dar bancas generosamente a cualquier advenedizo, como se hizo con uno de los Saravia de Cerro Largo. El Frente Amplio debe definirse de izquierda con absoluta claridad. Al centro lo atraeremos explicándoles por qué luchamos, no omitiendo mencionar nuestros ideales. No será derechizando nuestro discurso, o haciéndolo insípido; ganaremos llamando a las cosas por su nombre.

Ya todo está casi listo. Luis Lacalle Pou y su equipo nos han facilitado buena parte del trabajo y se están derrotando solos; pero a no dormirse. Este es el año en que la marea frenteamplista deberá copar las avenidas, inundando cada calle con un mensaje de esperanza.

Tendremos que dejar las tripas en la lucha ideológica; porque el adversario tendrá a favor una impresionante maquinaria apoyada por recursos públicos y privados.

Falta poco.

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