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Columnas de opinión | mochila | Frente | vida

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En el Frente llevo al hombro la mochila de mi vida

Suena parecido, pero no es lo mismo. Ripoll dejó atrás su vieja militancia. Yo la llevo al hombro. Es mi mochila de la vida.

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Dos semanas sin estar en contacto con los lectores. Fue por un tropiezo de salud, ya pasó, pero me sirvió para aprender una gran lección. No solo que hay que abrigarse mucho ante las olas polares, en dos semanas las realidades nacionales y el mundo mismo pueden cambiar mucho.

Cuando me enfermé, Donald Trump corría solo la presidencial de EEUU. El presidente Biden, ante la creciente demanda de que retirara su candidatura, no dejaba dudas de que sería candidato de los demócratas. Hoy ya se bajó y Kamala Harris, si bien arranca de cero, trae nuevos bríos a la campaña.

En Europa, cuando todos los analistas internacionales aceptaban que el avance de la nueva derecha en Europa era incontenible, la realidad dijo otra cosa. Pedro Sánchez sigue con mayorías en el Congreso de Diputados de España. En Francia gana un Frente Popular de Izquierda, empujando a la derecha, que había ganado en primera vuelta, a un distante tercer lugar. En el Reino Unido, tras 14 años, ganan los laboristas, por un margen desconocido en lo que va del siglo… y del pasado.

En Uruguay hay tanta tela para cortar que debería volverme sastre. El Partido Colorado dice que su gente votó la renovación. Yo mismo lo felicité, por encima de diferencias, a Ojeda. No salgo de mi asombro… Protesta y define como “políticas viejas” que Pedro Sánchez reciba a Yamandú Orsi. ¿Cómo no va a recibir el presidente del Gobierno español a un candidato uruguayo? Hace años hubo una camada que echaba bofes cuando el rey de España (Juan Carlos I) nos recibió a mi padre y a mí, en pleno exilio, antes de volver a Uruguay; también a Alfonsín y Menem, entre tantos otros.

Terminó pidiendo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país haga su propia lista de grupos terroristas extranjeros, sin tener idea de lo que significa eso en nuestra presencia en la ONU. No hay listas nacionales. ¿Para qué? Hay una lista, que no hay que debilitar, que elabora para sus Estados miembros la ONU. Nada dijo, en cambio, cuando el embajador uruguayo ante OEA apareció en Esta boca es mía opinando de política de EEUU, miembro también de la Organización.

Dentro del Partido Nacional solo el debate interno sobre las condenas por corrupción en Artigas disimula los coletazos de la designación de Valeria Ripoll como candidata a la vice. A veces se mezclan los dos temas. En el homenaje a Herrera, Heber habló del Affaire Artigas, pero, en realidad, pasaba sus facturas sobre Ripoll a sus correligionarios.

No voy a opinar sobre la candidatura a la vicepresidencia del Partido Nacional al que abandoné hace 7 años. Pero a ellos se les entreveran los argumentos. Heber, ocultando que no le gustó nada la noticia, dice: “Está bien, el Partido Nacional se llama así porque no es solo para blancos” (en rigor, la frase es de Wilson). Pero ella termina sus discursos, como hemos visto por TV, con un fuerte: ¡¡¡Vivan los blancos!!! A ponerse de acuerdo muchachos.

Pero esa amplitud de los blancos con ella, y alguna otra que anda por ahí, contrasta con la furia con que bajan línea para tratar de “traidores” a los que abandonaron el viejo Partido. Ha dejado de ser el viejo partido para ser un partido viejo. Wilson, hubiera sido un “traidor” porque, que yo sepa, dejó el lema después de que Herrera apoyó el golpe de Terra, y volvió, décadas después, para ser mayoría.

Una cosa es irse de un partido porque uno cambia, y otra es dejar un partido porque este deja de representar lo que personificó en otros tiempos. A Ripoll no le gustaba el plebiscito contra la LUC porque no la derogaba entera. Ahora está a favor de la LUC. Creo que la actual política de alianzas del Partido Nacional; su política económica, que genera concentración de las riquezas, en vez de distribución; su política exterior, no solo han alejado al Partido del wilsonismo, sino que lo niegan.

Entonces, ponerse de acuerdo, qué significa irse de un partido. Una es, con todo derecho, cambiar de ideas. Otra es porque el que cambia es el Partido. Y, la peor, es canjeando apoyo por cargos y disfrazándolo de lo que no es. Cuando en las redes me insultan por emitir una opinión, no solamente demuestran muy poca sensibilidad democrática (ojo con eso que debe ser un valor común de todos), suelen insultarme: “Vendido”, “traidor”. Pero yo tenía un cargo cuando estaba con el Partido Nacional y lo perdí por irme con el Frente…

Curiosamente, son, en la red X, gente con 0 o 2 o 3 seguidores. Alguno de ellos, dirigente del Partido Nacional. Pero cuando hablan de Ripoll dicen (los de la 5) que ella se fue por discrepancias con el Frente. Discrepancias que calló hasta que le dieron un pase en comisión para luego candidatearse a la vice.

Yo me fui porque el Partido que yo conocía y en el que me formé había dejado de existir. Y llegué al Frente, donde encontré mi lugar y donde nunca me sentí un recién llegado. Cuando salgo al interior, la gente del Frente o la que a él llega por primera vez, me hace sentir que allí está mi lugar.

Suena parecido, pero no es lo mismo. Ripoll dejó atrás su vieja militancia. Yo la llevo al hombro. Es mi mochila de la vida.

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