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Columnas de opinión | peor | Blinken | Beijing

Blinken en Beijing

Esperar lo mejor, prepararse para lo peor

Xi y Blinken calificaron las conversaciones "como francas y profundas", lo que al neto de la retórica diplomática casi siempre significa que no se alcanzaron acuerdos concretos

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Caras y Caretas Diario

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El encuentro entre los jefes de la diplomacia de los dos países más importantes e influyentes del mundo es siempre un acontecimiento de alcance ecuménico. Mucho más cuando ambos reconocen que sus relaciones se encuentran en el nivel más bajo de su historia y, como declarara la semana pasada, el centenario Henry Kissinger, "en lo alto de un precipicio", ante el cual se debe dar un paso atrás.

Evitar que la competición entre Estados Unidos y China se transforme en confrontación brutal es, en términos de relaciones internacionales, la cuestión central del siglo XXI

La reducción del riesgo que Washington y Beijing se precipiten al vacío, y con ellos arrastren al resto del mundo, era el propósito principal (quizás el único) de la visita de dos días de Antony Blinken esta semana a Beijing, la primera en cinco años de un secretario de Estado y también del funcionario de más alto rango en suelo chino desde que Biden asumiera como presidente.

La posición de la República Popular y el objetivo a alcanzar por la visita de Blinken fueron claramente explicitados por Wang Yi, miembro del Buró Político del Partido Comunista, que antes de su actual cargo como director de la Comisión de Asuntos Internacionales fue ministro de Relaciones Exteriores durante una década.

Las relaciones entre ambos países se encuentran en un “cruce crítico” en el que toca elegir “entre el diálogo y la confrontación; entre la cooperación y el conflicto”, aseguró el número 1 de la diplomacia china. Para el gobierno chino la “causa fundamental” para que las relaciones toquen un “punto bajo” son las percepciones “erróneas” de Estados Unidos sobre su país, que han conducido a “políticas equivocadas” desde Washington.

Es necesario “evitar la espiral descendente de la relación, reconducirla por la senda de un desarrollo sólido y estable y explorar conjuntamente el camino correcto para que China y Estados Unidos se lleven bien en la nueva era”, exhortó Wang, según el comunicado oficial dado a conocer después de la reunión de casi 3 horas mantenidas con su homologo estadounidense.

El concepto de “Nueva Era” - incorporado en la constitución y en los estatutos del Partido Comunista como el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas para una nueva era”- es clave para entender tanto la estrategia política doméstica como el posicionamiento internacional de China que, a texto expreso, se propone “fomentar un nuevo tipo de relaciones internacionales y construir una comunidad humana de destino compartido” y rechaza de plano la “vieja era” de hegemonía y unipolarismo hasta ahora ejercido por Estados Unidos.

Antes del encuentro con Wang, el enviado de Washington se había reunido con el ministro de Relaciones Exteriores, Qin Gang, por más de 8 horas y culminó su misión con un encuentro, fuera de agenda y decidido a último momento, con el presidente Xi Jinping, quien desde hace meses acusa a EEUU y sus aliados de articular una estrategia de “cerco y supresión” para evitar el desarrollo de China.

La primera declaración se conoció apenas comenzado el encuentro lo que indica que ya estaba preparada antes de la reunión que duró 30 minutos. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, “el presidente Xi subrayó las interacciones entre Estados deben basarse siempre en el respeto mutuo y la sinceridad”, y que esperaba que “el secretario Blinken, a través de esta visita, pueda hacer contribuciones positivas a la estabilización de las relaciones entre China y Estados Unidos”.

La falta de sinceridad ha sido uno de los principales cuestionamientos de China a la administración Biden. “Por un lado, Estados Unidos pide comunicación y, por otro, reprime y contiene a China por todos los medios posibles” fue el primer comentario un día después de que el inquilino de la Casa Blanca, durante la cumbre del G7 en Hiroshima el mes pasado, pronosticara un "deshielo" en las relaciones bilaterales.

La opinión dominante en China es que las palabras y los hechos de Estados Unidos son incoherentes y sus acciones contradictorias.

Haciendo un balance de la misión, la agencia oficial Xinhua publicó un editorial con el título “Espero que Blinken aporte tres consejos al presidente Biden”, en el que pedía al secretario de Estado que le llevara varias ideas su presidente. La primera “no decir una cosa y hacer lo contrario, China no se traga esto”.

Durante las reuniones los diplomáticos chinos remarcaron que Estados Unidos no fue consecuente con los acuerdos de la reunión entre Xi y Biden en el marco de cumbre del G20 de noviembre en Bali (Indonesia), en la que ambos mandatarios se emplazaron a evitar una nueva Guerra Fría y a colocar las relaciones en un rumbo ascendente. Todo lo contrario. Desde entonces ha impuesto sanciones a empresas chinas, restringido el suministro de semiconductores avanzados y equipos de fabricación de chips a China, presionado a sus aliados para que excluir la presencia de Huawei, el gigante tecnológico chino, en sus redes 5G para prevenir la seguridad nacional, exhortado en la última reunión del G7 a los presidentes de las economías avanzadas a contrarrestar la "coerción económica" de Beijing , y aumentado significativamente la venta de armas y alentado las aspiraciones independentistas de Taiwán.

Compareciendo tras la reunión, Blinken aseguró que la relación entre ambos países es “una de las más importantes del mundo” y que “tienen la obligación” de gestionarla “de manera responsable”. Y explicó que su viaje a Beijing fue “para fortalecer los canales de comunicación de alto nivel” y “dejar claras” sus “posiciones e intenciones en áreas de desacuerdo”.

Para el gobierno chino, la madre de todos los desacuerdos es Taiwán que para el gigante asiático es “el núcleo de los principales intereses de China”, “donde reside el futuro de la nación y la misión histórica permanente del Partido Comunista de China” y reafirmaron que no hay margen “para compromisos ni concesiones”. Además, le recordaron a su interlocutor que China se opone “inequívocamente” a la independencia de la isla y le exigieron “acatar seriamente el principio de una sola China”, que rige el delicado equilibrio diplomático de Washington y Beijing en relación a la ex Formosa.

Por su parte, Xi y Blinken calificaron las conversaciones “como francas y profundas”, lo que al neto de la retórica diplomática casi siempre significa que no se alcanzaron acuerdos concretos, lo que confirma las bajas expectativas que despertaba en China la misión del diplomático estadounidense y explica la escasa cobertura de los medios de prensa oficiales que, hasta un día antes, prácticamente la ignoraron.

El escepticismo de la vigilia y la fragilidad de los resultados alcanzados no tardaron en confirmarse.

Sin siquiera esperar que aterrizara en Washington el vuelo de regreso de su secretario de Estado, en un acto de recaudación de fondos de cara a las elecciones presidenciales de 2024, Biden calificó a Xi Jinping como dictador, dando un portazo a la posibilidad “de mantener abierta la comunicación entre Washington y Beijing con el objetivo de que la intensa rivalidad no desemboque en un conflicto”, el principal objetivo del viaje de Blinken.

Hablando de la crisis del globo chino que sobrevoló el espacio aéreo de EEUU, Biden afirmó que “la razón por la que Xi Jinping se molestó mucho, en términos de cuando se derribó ese globo fue que él no sabía que estaba allí”. “Eso es una gran vergüenza para los dictadores, cuando no saben lo que pasó”.

La cancillería china reaccionó de inmediato y denunció las declaraciones como "extremadamente absurdas" e "irresponsables". "Es una provocación política abierta", aseguró la portavoz Mao Ning.

Las palabras de Biden “violaron gravemente la dignidad política de China” y "el protocolo diplomático” agregó.

Así parece ser como interpreta el presidente de Estados Unidos el “respeto mutuo” exigido por Xi Jinping para estabilizar las relaciones.

Analistas y observadores consideraron la tan esperada visita de Blinken, como la "última oportunidad" para reparar los lazos con China antes de las elecciones estadounidenses del próximo año. Habrá que seguir esperando.

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