“El Estado de Israel no es el pueblo judío. El Estado de Israel es eso, un Estado y la mayoría de los judíos del mundo ni vivimos en Israel, ni somos sionistas, ni el gobierno ultraderechista de Israel habla en nuestro nombre, ni actúa en nuestro nombre, ni tampoco somos partidarios ni siquiera de un Estado judío ni de un Estado islámico, ni de un Estado católico, ni hinduista, ni ortodoxo. (…) Identificar Israel con el pueblo judío es un grave error. En el fondo, supone alinearse precisamente con las posiciones de la derecha sionista israelí que domina y gobierna el país. Eso es lo que ellos quieren. Si me preguntan a mí, ni Estado judío, ni República Islámica fortificados en una eterna guerra. Una sola Palestina laica y democrática en paz y con libertad religiosa para todos sus habitantes desde el río hasta el mar.
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(Manu Levin, filólogo y periodista argentino. Trabaja en el canal Red de España. 23 de octubre de 2023)
“Me sorprende la cantidad de gente en el mundo, y particularmente en Uruguay, que no puede hacer la crítica al asesinato de Hamás sin agregarle siete párrafos criticando al Estado de Israel. Me sorprende fuertemente a nivel internacional lo mismo. Me sorprenden las noticias. Siempre aparece la palabra Hamás y nunca el grupo terrorista Hamás, porque cuando era la guerra contra el ISIS aparecía el grupo terrorista ISIS. Me da la sensación que hay una bajísima empatía hacia los judíos, hacia los israelíes, hacia la voluntad de destruir el Estado (…) duele cuando intelectuales del mundo y grupos políticos del mundo y del Uruguay se manifiestan como diciendo ‘condenemos a Hamás en dos frases y después le damos a Israel como en bolsa’”.
(Miguel Brechner, promotor del Plan Ceibal. 17 de octubre de 2023)
El antijudaísmo parece ser tan fuerte que arrasa con varias cosas. Por ejemplo, con los matices y diferencias notorias y evidentes que se expresan al interior del judaísmo. Todos son “judíos de mierda”.
Es que las reacciones del judaísmo ortodoxo o radical –promotores de ocupaciones y violencia hacia palestinos– impiden ver que existe otro judaísmo, pacifista, que apuesta a la convivencia de los pueblos judíos y palestinos, que acepta la diversidad de opiniones, que expresa su repudio a Netanyahu y su política militarista y conservadora.
La masacre del grupo jihadista y terrorista Hamás y la violenta y carnicera respuesta del gobierno de Netanyahu polarizó al mundo entero. De poco sirve explicar cómo empezó todo y quién fue primero. La polarización radical contempla una reacción antijudía de enormes proporciones y, consecuentemente, simpatías con la causa palestina que enseguida es considerada como de apoyo al grupo terrorista.
LAS TRIBUS ENFRENTADAS
“Repudio la masacre de Hamás”, escribe un usuario de X (antes Twitter). Enseguida alguien le responde: “Y no repudiás la ocupación judía y las masacres del ejército israelí”. O esta otra lógica: “Repudio las incursiones asesinas del Estado de Israel”. Respuesta: “Ah, entonces apoyás a los asesinos de Hamás”.
Este es un ejemplo del debate en X en nuestra aldea de pacotilla, en donde cada quien se siente propietario irreversible de la verdad, obtiene hermosos corazoncitos y se va a dormir con la conciencia tranquila.
La ofensiva asesina de Hamás –que en el fondo nace de la persecución a los palestinos en general– recibe como respuesta una brutal operación militar de un Estado, Israel.
La aldea oriental está en armas. Se twittea con la liviandad de estar a 14 mil kilómetros del olor a muerte y desesperación. No es posible el camino de la reflexión; las explicaciones y la moderación son atropelladas por las tribus amuralladas en cada mito y leyenda. Incluso los llamados a la paz son considerados por los leales a Israel como una señal de aprobación al delirio de Hamás.
Tiene una explicación física: los polos opuestos tiran cada quien para su lado y no hay lugar en el medio; estás de un lado o del otro.
EL ANTIJUDAÍSMO LARVADO
La ola de críticas que recibe Israel es global; hasta en algunos estadios de fútbol se han desplegado banderas palestinas y carteles de condenas a Netanyahu. Tanto en Israel como en países como EE. UU. y Reino Unido, representantes del Gobierno israelí han respondido acusando a los críticos de antisemitismo y antisionismo.
La cadena estatal BBC ha abordado este tema, tratando de arrojar luz ante tanta violencia verbal cruzada. El Diccionario de la Real Academia Española define antisemita como el "que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia".
El sionismo, por su parte, es el "movimiento político judío centrado en sus orígenes en la formación del Estado de Israel y, después de la proclamación de este en 1948, en su apoyo y su defensa”, que es a lo que se oponen los antisionistas.
El problema, sin embargo, es que muchos afirman que el término "sionista" a menudo es empleado como una forma de ataque encubierto en contra de los judíos.
“Otros tantos sostienen que el gobierno israelí y sus aliados a menudo equiparan el antisionismo con el antisemitismo para tratar de acallar a sus críticos”, índice la cadena.
El pueblo judío ha enfrentado prejuicios y hostilidad durante siglos, y la peor manifestación de estos se produjo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando seis millones de judíos fueron asesinados por los nazis o sus cómplices en lo que se conoce como el Holocausto.
“El antisemitismo moderno, sin embargo, puede adoptar muchas formas, incluidas teorías de la conspiración sobre el control judío del sistema financiero global y los medios de comunicación, ataques a sinagogas, abuso verbal o discursos de odio y memes abusivos en las redes sociales, entre otras”, añade.
Como todo pueblo perseguido, los judíos poseen una fuerte y vigorosa lealtad a la raza y sus peripecias. Cualquier ataque que recibe Israel es sentido como en carne propia. “Es mi casa”, dice un judío en España. El antijudaísmo recibe órdenes de la historia y cada tanto el Estado de Israel se encarga de fortalecerlo con sus acciones criminales y genocidas. Netanyahu ha dicho una enorme verdad en estos días: “Todo esto tendrá repercusiones por varias generaciones”. Es efectivamente lo que busca la extrema derecha israelí para mantener su política de un Estado con una sociedad altamente militarizada (y que Netanyahu quiso fortalecer con los cambios en el Poder Judicial).
¿La paz? Hay que pensar solamente en los niños palestinos que sobreviven; hay que pensar en los sobrevivientes israelíes. Con pensar eso solo, se verá que la paz será esquiva por siglos y que el antijudaísmo seguirá siendo vigoroso.
NOTA. Al cierre de esta columna, el martes 24, el secretario general de la ONU, António Guterres dijo: “Es importante reconocer que el ataque de Hamás no surgió de la nada. El pueblo palestino ha estado sometido a una ocupación asfixiante durante 56 años. Vieron cómo sus tierras se llenaban gradualmente de asentamientos, fueron sometidos a la violencia, sus economías fueron sofocadas, la gente fue desplazada, sus hogares fueron demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se están desvaneciendo". El mismo día Israel declara 'non grata' a la ONU, no le concede visados y pide la dimisión de su secretario general.