Pensar que por nuestro puerto pelearon españoles, portugueses, ingleses, porteños...
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y los belgas solo necesitaron arreglar con los herreristas.
Gabriel González en Twitter (@Gabriel_Signo)
Los blancos no aflojan. Ya es inocultable su objetivo de mantener a los trabajadores cobrando lo menos posible mientras los malla oro acumulan riquezas. Ya no son disimulados sus fervorosos deseos de vender a pedazos lo que puedan de las empresas públicas para favorecer a sus amigos del sector privado. Ya nadie ignora que quieren demoler la imagen de los sindicatos para restarles apoyo popular cuando salgan a reclamar ante los atropellos de la oligarquía.
Ya está fuera discusión que a este gobierno le importa un pepino la educación y un rabanito la investigación científica. Ya no hay excusas para el incumplimiento de las promesas electorales del mayor demagogo que ha conocido nuestro país.
Casi a la mitad de su mandato, Lacalle Pou tiene por delante una carrera contrarreloj para imponer con toda la crudeza posible su agenda neoliberal. Para eso lo prepararon desde niño; para eso lo llevaron a la Cámara de Diputados primero, a la de Senadores después y, finalmente, a la presidencia. Lacalle Pou es obediente al suprapoder; pero para los dueños del país, puede y debe rendir más, y rendir más es hacer que Uruguay retroceda en su agenda de derechos sociales y económicos.
Como nunca descalificamos sin argumentos, aquí van algunas cuentas de un largo rosario.
A la Udelar la liquidan. En la Rendición de Cuentas no le dan ni un mango de los 1.500 millones de pesos solicitados y su presupuesto real caerá 7,6% al final del período. Siete nuevas carreras están en riesgo y la investigación y la calidad de los servicios se van al tacho. La derecha no aprendió nada de la pandemia; no comprende que lo destinado a investigación no es gasto, es inversión.
En esta situación, los docentes perderán 5,4% de salario y la cantidad de horas docentes tocará el piso.
Lacalle, motosierra en mano, recorta por aquí y por allá, menos en donde debe, que es en el gasto ominoso de la clase política: gasto de secretarías, viajes, viáticos, vehículos oficiales y publicidad donde no es necesaria; sin contar los gastos personales del presidente que cubre con dineros públicos (no se paga ni la yerba). Lo que habría que eliminar es la costumbre de poner políticos en cargos que bien podrían ocupar funcionarios que ya tienen una carrera en el sector correspondiente.
Yo no voy a ser presidente (me matarían a los tres minutos), pero si por mí fuera, lo primero que haría sería cortar de raíz esto de dar fortunas a “fundaciones” privadas para que hagan lo que el Estado debe hacer directamente, y si un político quiere tomarse un café, que lo disfrute, pero si pasa el costo al Estado, lo saco a patadas de su cargo.
Por otra parte, el resultado que dio la política económica de Lacalle Pou durante 2021 fue una pérdida del salario real de los trabajadores que representa 800 millones de dólares. ¿A dónde fue a parar ese dinero? A los malla oro, porque es lo que pagaron de menos a quienes produjeron su riqueza el año pasado, el mismo año en que el sector agropecuario exportador alcanzó un récord histórico de exportaciones y a precios siderales.
El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, ha señalado que, en el primer año de este gobierno, 100.000 personas cayeron por debajo de la línea de pobreza y solo 35.000 lograron salir. Paralelamente, Lacalle Pou incumplió su promesa de no subir los impuestos y hay 110 millones de dólares más en impuestos.
Según datos de la ejecución presupuestal, en 2020 se invirtieron 2.960 millones de pesos en medicamentos. En 2021, 2.214 millones. Así que, mientras el gobierno se enoja con quienes denuncian falta de medicamentos en ASSE, baja 30,59% la inversión para adquirirlos y pretende los mismos resultados.
Llama la atención la quietud del pueblo uruguayo mientras los herreristas y sus cortesanos van clavando sus garras en Antel y OSE. Lo de Antel se venía venir desde el primer día, cuando Lacalle Pou puso a un operario de la competencia para dirigirla.
Lacalle podrá decir que no permitirá que sus funcionarios estén a ambos lados del mostrador; pero desde que Mercedes Aramendía (que ocupó un alto cargo en Movistar) y el ingeniero Gabriel Gurméndez (que trabajó para empresas de Carlos Slim) están al frente de la Ursec y Antel, las empresas privadas Movistar y Claro se han beneficiado notoriamente. Aramendía rebajó de manera drástica las tarifas por el uso de la red de Antel, lo que implica una renuncia a 6.500.000 dólares en perjuicio de la telefónica estatal; mientras que la decisión de Gurméndez de que Antel no ofrezca contenidos beneficia directamente a las empresas mencionadas, quitándoles de encima a Antel como competidora.
La eliminación del monopolio de Antel en internet es casi un tiro de gracia que muestra, sin lugar a dudas, la desesperación del gobierno por beneficiar a grupos privados en perjuicio del Estado. Lacalle Pou quiere tirar abajo la Ley de Medios. ¿Por qué? ¿Hace falta explicarlo a esta altura del partido?
En cuanto a OSE, la cosa está turbia con el proyecto Neptuno. No cuestionamos al Consorcio Aguas de Montevideo (integrado por las empresas Saceem, Berkes, Fast y Ciemsa), que ha presentado el proyecto para la construcción de una nueva planta potabilizadora para abastecer de agua a Montevideo. La capital tiene hasta el momento una sola fuente de suministro, que es la planta de Aguas Corrientes del río Santa Lucía, por lo que es necesario crear una alternativa. Lo inquietante es la vehemencia del gobierno de dar ese negocio multimillonario a inversores privados sin evaluar alternativas. En 2014, esta propuesta fue la peor rankeada, desde lo técnico y económico, en un estudio de una consultora. ¿Qué cambió?
En tanto, el presidente manda a su jauría (Bianchi y Da Silva, entre otros) a atacar a los sindicatos de aquellas empresas que desea privatizar. La senadora Bianchi, por ejemplo, ha llamado “hijo de puta” (y a sabiendas de que la filmaban) a un dirigente de Fucvam. Desde el poder se fomenta el odio contra los trabajadores organizados.
Es muy posible que la senadora padezca un grave e irreversible trastorno mental; pero a no engañarse, porque todo lo que dice y hace está avalado por el mismísimo presidente de la República, que la usa para decir lo que él piensa, pero no puede exteriorizar.
La entrega del puerto también tuvo irregularidades inocultables. Habrá que esperar a ver en qué concluye la investigación judicial.
En la desesperación por vender o regalar todo lo que puedan del Estado, actúan como un elefante en un bazar, y el poco tiempo que les queda en el poder hace que cada nuevo paso sea más grotesco que el anterior. Lo que han hecho con la Fundación A Ganar no tiene nombre.
Y mientras desmantelan el “Estado batllista”, Beatriz Argimón viaja para dar fin a la guerra entre Rusia y la OTAN. Sí, dije OTAN y no Ucrania.
No sé cuánto nos costará ese viaje al santísimo botón; pero ya la imagino diciendo a Putin: "¡Con-tra-dic-ción! ¡Cállese la boca! ¡Respete mi trayectoria! ¡Ojo con lo que va a decir!".
Ya sé, no es un final serio; pero ¿acaso este gobierno lo es?