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Columnas de opinión | Lacalle | discurso | periodistas

El bote se hunde

Lacalle: "Ustedes me conocen"

El crédito ganado en la pandemia parece estar en rojo. Pocos le creen y otros sienten vergüenza y no atinan a articular defensa alguna.

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El presidente Lacalle tuvo enormes aciertos en materia comunicacional desde el 13 de marzo de 2020, cuando estalló la pandemia. En medio de una tormenta que sacudió los cimientos del planeta, Lacalle brindó certezas y un rumbo. Era lo que la gente necesitaba. En una cotidianidad jaqueada por la incertidumbre, comunicacionalmente Lacalle fue claro y otorgó certidumbre. La gente confió y así Lacalle ganó en adhesión. Sus conferencias de prensa eran sólidas y fue el vértice de la confianza ciudadana. Alejada la pandemia, bajó la marea. Y al bajar, quedan al desnudo los agujeros en la gestión. Y ya no alcanza el “canchereo” llamando a los periodistas por su nombre de pila, un mecanismo comunicacional que funcionó en la construcción de un discurso confiable. Ahora el bote tiene varios agujeros en la línea de flotación. El crédito ganado en la pandemia -que le dio altos índices de popularidad- parece estar en rojo. Pocos le creen y otros -que lo votaron- sienten vergüenza y no atinan a articular defensa alguna. El bote se hunde.

«Ustedes me conocen»

A la dinámica inaugurada en la pandemia -de mencionar a los periodistas por su nombre de pila- le siguió una estrategia de brindar declaraciones en todos aquellos actos a los que asistió. La hiperactividad le permitió ofrecer un talante de “transparencia” y de compromiso con la agenda pública. Todos los temas eran tratados en los encuentros con los periodistas, pero sin la rigurosidad de una entrevista a fondo. Diez periodistas preguntando, dos minutos a lo mucho en las coberturas de canales, y la señal de un presidente presente que no esquiva temas. (Es interesante esta estrategia. Los periodistas de calle -la infantería que tanto cubre la degollada de la escollera como el valor del dólar, o el inicio de la temporada de verano- permitían un discurso sin fisuras de parte del presidente. Al tiempo que utilizó esa herramienta para llegar a la población, negó entrevistas personales en diversos programas de TV, radio y medios gráficos. ¿Por qué? Porque en las entrevistas personales se podía ahondar en aquellos flancos débiles que dejaban sus apariciones con los periodistas de infantería. Así las cosas, es constatable desde hace un par de meses una cierta irreverencia de esos periodistas, apretando y repreguntando, cosa que no ocurrió durante dos años.

En sus encuentros con los periodistas de infantería, Lacalle ha utilizado el siguiente recurso: “Ustedes me conocen”. Como diciendo: “No los estoy jodiendo, nos conocemos de hace tiempo. Créanme”.

Pero eso ya no funciona. Los agujeros del bote son cada vez más grandes y el agua entra a sus anchas en la embarcación. El elemento bisagra fue o es el caso Astesiano. En su primera conferencia de prensa, Lacalle dijo que era un “tema personal” porque él lo había elegido. Quiso encapsular el asunto en el “tema personal”. Lo hizo porque sabía que se estaba abriendo un escándalo de enormes proporciones. Tanto sabía que le pidió a la fiscal Fossatti que no se incorporaran a la causa los chats entre el custodio y el mandatario. “Son cuestiones personales”. Pero ese pedido ahora se conoció, tres meses después. No lo dijo en su primera conferencia de prensa. Por algo no lo informó.

El caso Katoen Natie y Astesiano

En el mismo momento que el jefe de la custodia presidencial Alejandro Astesiano era contactado para elaborar “fichas” de los senadores Mario Bergara y Charles Carrera, y ejercer presión sobre ellos, el presidente Lacalle era interrogado por los periodistas de infantería. Le consultaron sobre diversos elementos de Katoen Natie y el presidente, por lo menos en dos ocasiones, dijo que “todo está en el Parlamento”. Los periodistas se iban al mazo. Si todo está tan claro… Pero el asunto es que en el Parlamento no había nada. Los periodistas se quedaron con esa primera versión y lo que se trasladó a la ciudadanía era que se trataba de un acuerdo transparente y que no se ocultaba nada. “Todo está en el Parlamento”.

Con Astesiano pasó lo mismo. El presidente dijo en más de una oportunidad que toda la información se entregó en la interpelación y a la Fiscalía. Más allá que la fiscal Fossatti dijera que Presidencia de la República ha sido el organismo que más colaboró -una declaración que se transforma en una suerte de cobertura del mandatario-, lo cierto es que el gobierno negó y ocultó información sobre el caso. Esto quedó al descubierto cuando legisladores del Frente Amplio pidieron información a la cancillería a través de la Justicia ante la negativa formal de Relaciones Exteriores. Esta obligó a la cancillería y allí se supo que la vicecanciller, Carolina Ache, había mentido en el Parlamento. Tuvo que renunciar.

Con el tema del pescado enviado por un emir desde Catar pasó lo mismo. En entrevistas concedidas a varios medios, Lacalle dijo que el pescado se había comido. No era cierto. Desde el gobierno se pidió a un frigorífico que se lo guardara y recién luego que estallara el escándalo de Astesiano, se pidió que parte de ese cargamento fuera a unas ollas populares de Paso Carrasco. Incluso hoy sigue habiendo pescado en las cámaras frigoríficas.

El TLC con China es otro bartoleo comunicacional del presidente. En más de una oportunidad dijo que estaba encaminado, incluso luego de aprobarse la factibilidad entre ambos países (julio del año 2022). Lacalle dijo: “está casi pronto”. Semanas después, China informó que se congelaban las conversaciones. Nada. Puro humo.

Finalmente. En una de las únicas entrevistas concedidas (mayo del año 2020), el periodista Ignacio Álvarez le dijo a Lacalle en Canal 4 que se había registrado un aumento de los impuestos. Al ser consultado sobre la decisión de recortar la rebaja del IVA para las compras con tarjetas de débito y crédito, Lacalle Pou negó que se tratara de un aumento de impuestos: “No hay aumento de impuestos, simplemente no hay un descuento. Si querés, vamos a la DGI [Dirección General Impositiva] y vemos si recaudamos más”. Pero aclaró que se hizo para aumentar la recaudación. ¿En qué quedamos?

Y quedó por esa plata. En verdad, habían aumentado los impuestos al consumo con tarjetas de débito y crédito. Álvarez tenía razón; Lacalle inauguraba su estrategia de jugar a la mosqueta.

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