En la izquierda existe una tentación -y más que una tentación- de justificar y explicar la victoria de los neoconservadores en los comicios de 2019 y los actuales niveles de popularidad del presidente Luis A. Lacalle, a “operaciones” de los grandes medios. ¿Es exactamente así o hay otros fenómenos que -combinados con los medios- explican mejor esos hechos?
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ALGUNOS DATOS
Veamos este. La izquierda gobierna Montevideo, en forma continua, desde 1990, o sea desde hace 33 años. En la teoría de “los demonios de la corporación mediática”, uno podría decir que están fracasando exitosamente desde 1990, que no le hacen mella a la izquierda y ella tan campante. Observado desde allí, hay que explorar otras explicaciones sobre el “éxito” de la izquierda en Montevideo. (Esta columna no explorará este asunto en esta oportunidad).
Otro dato interesante que afecta la convicción religiosa de algunos es que hay un “blindaje” mediático en torno al gobierno. Desde su instalación, han caído 3 ministros por trabajo de los medios (primero lanza la noticia uno y luego, en cascada, todos los medios -en función de la importancia del tema- cubren la información y sus derivaciones) y la alta cúpula del Ministerio del Interior (salvo el ministro) ha sido descabezada como consecuencia de las acciones de los medios. ¿Dónde está el blindaje?
Es altamente probable -quizás alguien lo haya estudiado o lo esté trabajando- que en función de la escala uruguaya y que “todos nos conocemos”, las operaciones tentadoras de “blindaje” duren poco y que la realidad los pasa por arriba porque si no, pierden credibilidad y en un mercado tan chico quedar abrazado a una “espuria operación política” no paga. Más todavía. A modo de hipótesis: ningún canal o radio relevante se embanderará abiertamente y por siempre con un partido político. Esos propietarios saben hoy que no pueden “hacerse los locos” ni con la izquierda porque es mucho lo que se juegan en materia de poder, negocios y ainda mais. (Un dato: antes de que ganara Vázquez en 2004, la familia Rupenian asistió a una cena del MPP. Pagó el abultado ticket lo más panchos. ¿Por qué? Porque creyeron que pagaban impunidad. Asumió Vázquez y los dos Rupenian fueron presos y sus emisoras, cuyas ondas son del Estado, fueron redireccionadas a otros titulares. Los Rupenian perdieron. La acción de gobierno no estaba dirigida solo a esa familia. Todos los dueños de medios de TV y radio tomaron nota. “No podemos joder mucho porque marchamos”, pudieron haber reflexionado los dueños de la corpo. Los procesamientos de los Rupenian fueron el dibujo de un nuevo marco de relacionamiento entre la izquierda y los medios. Nadie masca vidrio y todos nos conocemos).
Lacalle y su pulso
El pasado sábado, el diario El Observador difundió unas declaraciones del presidente de la República, Luis A. Lacalle, a partir de una conversación que tuvo con su hija. En esas expresiones, Lacalle da unas pistas interesantes acerca de su estrategia comunicacional que, al parecer, le resulta exitosa pese a Astesiano, los ministros borrados, los policías corruptos, la crisis del agua y las desprolijidades en varias áreas.
Dijo Lacalle: “Representamos la opinión”. Seguidamente informa que en un “grupo de gente” elaboró unas ideas que lleva adelante. Y ahí presenta tres círculos de la acción comunicacional del gobierno con el único objetivo de “representar la opinión”.
El primer círculo lo define como de “valores y principios” de la propia persona. O sea: él y tan solo él, representándose, pero no ajeno a la pertenencia a un sector, a un partido. “Valores y principios” de su colectividad. Por tanto, su comunicación en ese primer círculo busca “representar” la opinión de sus correligionarios, de sus más leales compañeros de ruta: trabaja para el votante cautivo; abona y enriquece la lealtad. El segundo círculo tiene que ver con dos compromisos: los que asumió en la campaña como representante de su partido y el “último”, firmado entre cinco partidos de la coalición multicolor. Por tanto, en ese segundo anillo, su tarea es contemplarlos, con expresiones y señales. Ello se expresa en declaraciones y en acciones de gobierno y parlamentarias. El tercer anillo es, a mi juicio, el más interesante. “Quizás lo más complejo: la representación de todos. O, mejor dicho, la mayor cantidad de ciudadanos que se sientan representados por el gobierno”. En este tercer anillo es fácil encontrar gestualidades que buscan ese objetivo. Pero para ello, Lacalle, creo, mapea eficientemente el “mercado de las sensibilidades” y trabaja en ese sentido. En verdad, explora pasos en el universo “liberal y tolerante” de Uruguay. Dos señales últimas: invitó a Mujica y Sanguinetti a la asunción de Lula; se cruzó con ambos en el aniversario de Mevir y dijo que cuando se jubilara quería ser el “valijero” de ambos. Esos gestos transitan en el tercer círculo de acción de la comunicación de Lacalle.
Lo interesante es que ese tercer círculo se toca -tiene zonas comunes- con los “círculos de sensibilidades” del bloque progresista. Por ello, creo, Lacalle obtiene altos índices de popularidad, muy por encima de la simpatía que logra su partido.
NOTA. El polo progresista también parece mover su comunicación en tres círculos, pero desconozco si está conceptualizado así: 1) A los leales, emocionales, creyentes indestructibles; 2) A la periferia de los leales, votantes pertenecientes al universo de izquierda; y 3) A los no cautivos, con lealtades menos firmes que no se identifican como centro derecha o derecha. Difíciles de convencer pero sensibles.