Hay dos universos de lealtades y sensibilidades. Cada bloque tiene un porcentaje similar de fedayines que jamás cruzarán la frontera para aliarse a las fuerzas enemigas. No hay paz ni armisticio posible. No hay guerra pero sí enfrentamientos.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
El asunto es que hay ciertos niveles de convivencia que hace que el aire de la penillanura cristalina sea todavía respirable. Esos niveles de convivencia tienen larga historia y un elemento bien interesante: los encuentros se registran debajo de la superficie del debate político más duro y sostienen -con una malla invisible- el clima democrático y la estabilidad que, pese a los cascotazos, sigue prevaleciendo. Hay más: tienen sintonías finas que aparecen y desaparecen según los avatares. Pero existen. En verdad, “todos nos conocemos”.
La teoría de los seis grados de separación
La empresa que vende la bebida Nix hizo una campaña hace algunos años cuyo eje era: “Acá nos conocemos todos”. El acertado eslogan -acompañado de testimonios en diversos puntos del país- tomaba del dialecto coloquial uruguayo una frase que no es ajena a nadie.
En términos sociológicos, esa frase identifica el “país de cercanía” que somos, en donde siempre se puede encontrar “yo conozco a uno en tal lado” o “¿vos no sos pariente de fulano? Cercanos y así nos identificamos hasta por el ritual del mate.
El asunto es que hay un trabajo -bien fundamentado- que se llama “teoría de los seis grados de separación”. Esta teoría aplica en todo el mundo, pero en Uruguay se recontra multiplica.
Observemos: la teoría de los seis grados de separación es una hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con solo seis enlaces), algo que se ve representado en la popular frase “el mundo es un pañuelo”.
Según el sitio cisolog.com, la teoría fue inicialmente propuesta en 1930 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en un cuento llamado “Chains”. El concepto está basado en la idea de que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y solo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera.
Está recogida también en el libro “Six Degrees: The Science of a Connected Age” del sociólogo Duncan Watts, y que asegura que es posible acceder a cualquier persona del planeta en tan solo seis “saltos”.
Según esta teoría, cada persona conoce de media, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, a unas 100 personas. Si cada uno de esos amigos o conocidos cercanos se relaciona con otras 100 personas, cualquier individuo puede pasar un recado a 10.000 personas más tan solo pidiendo a un amigo que pase el mensaje a sus amigos.
Estos 10.000 individuos serían contactos de segundo nivel, que un individuo no conoce, pero que puede conocer fácilmente pidiendo a sus amigos y familiares que se los presenten, y a los que se suele recurrir para ocupar un puesto de trabajo o realizar una compra. Cuando preguntamos a alguien, por ejemplo, si conoce una secretaria interesada en trabajar, estamos tirando de estas redes sociales informales que hacen funcionar nuestra sociedad. Este argumento supone que los 100 amigos de cada persona no son amigos comunes. En la práctica, esto significa que el número de contactos de segundo nivel será sustancialmente menor a 10.000 debido a que es muy usual tener amigos comunes en las redes sociales.
Si esos 10.000 conocen a otros 100, la red ya se ampliaría a 1.000.000 de personas conectadas en un tercer nivel, a 100.000.000 en un cuarto nivel, a 10.000.000.000 en un quinto nivel y a 1.000.000.000.000 en un sexto nivel. En seis pasos, y con las tecnologías disponibles, se podría enviar un mensaje a cualquier individuo del planeta. Por ejemplo, imaginemos un limpiabotas de la calle. Este limpiabotas conoce a un portero de un hotel de dos estrellas; dicho portero conoce al dueño del hotel y este al dueño de un hotel más prestigioso; el dueño de este hotel conoce a una persona que trabaja en la Casa Blanca y esta persona conoce al presidente de Estados Unidos. En unos pocos enlaces se ha conseguido ligar un limpiabotas con el presidente de Estados Unidos. https://cisolog.com/sociologia/teoria-de-los-seis-grados-de-separacion/
En Uruguay
En nuestro país esa lógica -por historia y por geografía- se potencia N veces. Lunes 17 de abril, 18 horas. Clase de grabado. Entra un veterano, alumno con el cual me había visto una vez e intercambiado nombres y nada más. Pero este lunes, se registra esta conversación.
-¿Vos no sos amigo de fulano?
-No, conozco al hijo.
-Le conté a mi señora del nuevo alumno y me dijo que recordaba que nuestro común amigo te mencionaba. ¿Sabés que falleció?
-Si, sabía.
Así, cualquiera puede reproducir este tipo de diálogos; Uruguay de las cercanías. Esta cartografía de la conversación, de los intereses comunes, de los círculos que se vinculan y se tocan -según intereses y hasta clases sociales- permite mostrar niveles de convivencia que se instalan muchas veces por encima de la crispación. Claro: hay quienes repudian al otro y lo hacen notar, desconociendo que ese otro, también anda por la vida cargando su cruz. Hay otros que privilegian el encuentro. ¿Eso significa eliminar las diferencias? No. Significa callarse lo que uno cree. No. Significa que las diferencias convivan.
“Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”, ha dicho Bob Dylan.