Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columnas de opinión | pandillas | El Salvador | Bukele

EL SALVADOR

Menos pandillas y menos democracia

El presidente Nayib Bukele, con altos índices de aprobación, afirma haber vencido en la "guerra contra las pandillas". ¿Qué hay de cierto y qué oculta ese discurso?

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Las imágenes dieron la vuelta al mundo. 2.000 hombres, en su mayoría jóvenes, con cabezas rapadas, shorts blancos, descalzos, sin remeras, sentados en grandes hileras uno detrás de otro con las manos en la nuca, son subidos en la noche a los empujones a varios buses para ser trasladados al recién inaugurado Centro de Confinamiento contra el Terrorismo, situado en Tecoluca, a 74 kilómetros de San Salvador, la capital. Los presos llevan tatuajes en el cuerpo, la cara, la cabeza, distintivos de pandillas a las que pertenecen: la mara Salvatrucha (MS-13) y la llamada Barrio 18. El video, con música de película de acción, muestra luego a los detenidos bajados de buses cuando sale el sol, las manos esposadas, caminando rápido y agachados, custodiados por policías encapuchados, presentándose con su nombre y apellido en una mesa de ingreso, hasta ser distribuidos en las celdas del complejo de 23 hectáreas diseñado para albergar a 40.000 presos. Es la cárcel “más grande de toda América”, y “no se han construido patios, áreas de recreación, ni espacios conyugales”, explicó Romeo Rodríguez, ministro de Obras Públicas.

El video con más de seis millones de reproducciones fue tuiteado por el presidente de la República, Nayib Bukele, acompañado de la siguiente frase: “Esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”. Tres días después, el 27 de febrero, realizó un acto con la Policía Nacional: “Llevamos ocho meses en esta guerra contra las pandillas, y gracias a dios la estamos ganando. Es una victoria demasiado sorprendente que está ahí cerca, que quede cerca que la gloria es para dios y es de dios”, afirmó ante veinte escuadras de uniformados, con fusiles y escudos patrios.

Las imágenes del presidente salvadoreño, hábil en el manejo de redes, fueron claras: por un lado miles de presos semidesnudos alineados en rectángulos o grandes hileras, por otro lado escuadras policiales reconocidas por Bukele por llevar los valores de “valentía, coraje, fortaleza, disciplina, patriotismo, honor, lealtad, amor por el prójimo”. Imágenes para proyectar a un país con orden, un presidente con las riendas en la manos y encomendado a dios, y una propaganda oficial mostrando cifras sorprendentes para El Salvador, como 300 días consecutivos sin homicidios.

Estado de excepción y cárcel

El Congreso decretó a pedido de Bukele el estado de excepción el 27 de marzo de 2022. Ocurrió luego de un fin de semana con 84 homicidios, uno de los más violentos de la historia de un país con una larga historia de violencia. El poder Legislativo, con mayoría de las fuerzas del presidente desde la victoria en marzo de 2021, dio luz verde a la suspensión de garantías constitucionales, como la libertad de asociación, el derecho de defensa y la inviolabilidad de la correspondencia.

Comenzó un proceso de arrestos masivos que llevó a un total de cerca de 64.000 personas encarceladas, es decir, siguiendo números de las autoridades, la gran mayoría de los 70.000 integrantes que tenían las maras en un país que cuenta con un total de 6,314 millones de personas. Fue entonces cuando comenzaron a difundirse masivamente y como propaganda oficial las imágenes de los integrantes de las maras alineados en grandes hileras, encadenados, con la cabeza gacha: un mensaje de derrota y control de quienes durante años fueron un poder armado paralelo al del Estado.

El estado de excepción decretado en marzo de 2022 se prolongó y se encuentra vigente desde entonces. Es decir que El Salvador está a días de cumplir un año de vida bajo suspensión de garantías constitucionales en un contexto en el que Bukele, luego de haber logrado la mayoría legislativa, también modificó, gracias a ese mismo resultado en el Congreso, la conformación de la Fiscalía y la judicatura. El presidente pasó así a disponer de una concentración de poder institucional y excepcional que le permitió avanzar en la ejecución de su hoja de ruta.

“Vean a estos terroristas, ¿ya no dan miedo, verdad? ¡Exacto! Los criminales no causan ningún temor una vez que son despojados de la protección del Estado y de los políticos corruptos y organismos internacionales que los financian y defienden”, afirmó días atrás Bukele, quien viraliza imágenes de presos a pesar de denuncias de organismos de derechos humanos, la oposición del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. El presidente cuenta, y en eso parece apoyarse, con un alto respaldo popular según indican las encuestas.

Apoyo social

La tasa de homicidio bajó 56,8% en 2022 según los datos disponibles. El hecho de registrar semanas enteras sin homicidios representó una novedad para un país acostumbrado a una violencia de muy alto nivel. En 2018, el año anterior a la victoria de Bukele, el país registró una tasa de 51 homicidios por cada 100.000 habitantes, cinco veces más que el umbral que Naciones Unidas fija para considerar que una sociedad sufre epidemia de violencia.

La violencia en El Salvador ejecutada por las maras se convirtió en un asedio a la cotidianeidad: desde tener que pagar para abrir un comercio, no poder transitar por determinadas zonas o cruzar de un barrio a otro, hasta la imposibilidad de jugar al fútbol en una plaza. Esa profundidad de violencia puede explicar cómo a medida que implementó la política de arrestos masivos aumentó el ya elevado apoyo de Bukele. Actualmente, según la encuestadora Cid Gallup, el 92% de la población percibe que se está ganando la batalla contra la delincuencia.

Esa percepción impacta directamente en la aprobación de Bukele: “Un 86% opina positivamente, 9 de cada 10 personas nos indicaron que Bukele está haciendo una buena o una muy buena labor, únicamente un 4% se expresó en forma contraria”, explicó en una entrevista días atrás el director de Cid Gallup, Luis Haug. El presidente tiene el índice de popularidad más alto del continente, con 92%, seguido por Rodrigo Chaves de Costa Rica con 83%, Luis Abinader en República Dominicana con 76%, y Andrés Manuel López Obrador en México con 69% según la misma firma. Bukele ofreció un cambio implícito: menos democracia por más cárceles, detenciones, baja significativa de las tasas de homicidio y regreso a imágenes de una cotidianeidad que parecía imposible. La disminución de la democracia se expresa en denuncias de organizaciones como el Movimiento de Víctimas del Régimen que da cuenta de numerosas violaciones en procedimientos judiciales, condiciones carcelarias, información sobre los detenidos, “un alto porcentaje de personas inocentes capturadas arbitrariamente”. Las críticas no solo provienen dentro del país, sino también desde el extranjero, en particular de Estados Unidos (EEUU).

Washington

“El medio de comunicación oficial del gobierno de los EEUU dice que estos asesinos, condenados judicialmente por asesinar a miles de salvadoreños, son ‘presuntos pandilleros’. ¿Por qué defienden pandilleros públicamente? ¿Cuál es su interés en proteger criminales?”, escribió Bukele ante una nota del medio Voice Of América, dejando nuevamente explícito un conflicto con Washington que no es nuevo.

Las críticas desde EEUU son recurrentes. En setiembre pasado, por ejemplo, la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense llevó adelante una audiencia para analizar los “abusos” que serían cometidos por Bukele. Es desde EEUU, en particular el Departamento de Justicia, donde también se volvió a acusar en estos días al gobierno de haberse reunido con altos mandos de las maras en 2019, con los cuales habría llevado adelante un acuerdo para darles beneficios en cárceles a cambio de una disminución de la violencia en las calles. Es, según varios análisis, justamente la ruptura de este pacto la que habría desencadenado la ola de violencia de marzo de 2022 que dio paso al estado de excepción continuado.

Bukele hasta ahora avanzó en su agenda contra críticas internas y externas. Su popularidad crece con los encarcelamientos y producciones cinematográficas que las acompañan. Además de las denuncias hechas desde El Salvador, una pregunta emerge en varios análisis: ¿cuánto resolverá de la profunda crisis de violencia este proceso de encarcelación masiva? No solamente porque se ha mostrado en varios países que las bandas pueden continuar operando con los mandos desde las cárceles, sino porque tal vez, bajo este efecto de flashes y estadísticas del gobierno se esté incubando otra gran crisis a futuro.

Por el momento varios reportajes muestran que la vida en las calles ha mejorado luego de décadas de azote de las maras nacidas en los años 80 en Los Ángeles, EEUU, con la migración salvadoreña que escapaba de una guerra en la que Washington financiaba al gobierno y a la Fuerza Armada. Ese cambio en la cotidianeidad, relacionado al índice de popularidad, hacen pensar al presidente en una probable reelección en 2024, contienda a la que podrá presentarse debido a que la Sala Constitucional aprobó en setiembre pasado que un mandatario vaya a la reelección inmediata si lleva menos de diez años en el poder. Bukele, con megacárceles y arrestos masivos, se prepara para esa reelección.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO